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Un zar de la KGB

En medio de las acusaciones de la trama rusa en Estados Unidos y Europa, de las acusaciones del envenenamiento de un exespía ruso en Gran Bretaña y de su abierta participación en Siria, Vladimir Putin logró su cuarta reelección.

El pasado fin de semana se consumó su triunfo. De acuerdo con los resultados oficiales, tras haberse escrutado el 90% de las papeletas, el mandatario obtuvo más del 76% de los votos, superando por más de 50 puntos a su más cercano competidor: el candidato comunista Pável Grudinin.

Durante el último siglo solamente un político ruso ha permanecido más tiempo en el poder que Vladimir Putin: José Stalin, quien ocupó durante 31 años el cargo de secretario general del Partido Comunista de la extinta Unión Soviética, entre 1922 y 1953.

Tras su victoria en las elecciones del domingo, Putin ocupará la presidencia de Rusia por cuarta vez hasta 2024, cuando sumará 25 años en el poder, si se cuentan los casi cinco años en los que fue primer ministro.

Vladimir Putin inició su carrera en el servicio de información extranjera de la extinta Unión Soviética. A principios de los años 90 fue nombrado presidente del comité de relaciones exteriores de la alcaldía de San Petersburgo. Posteriormente fue el director de los servicios de seguridad rusos, y en 1999 se convirtió en el primer ministro y en presidente a principios del 2000.

Putin se unió al Comité para la Seguridad del Estado (KGB ), en 1975, y se formó en Leningrado como un agente de contrainteligencia. El nombre en código de Putin en la escuela de espionaje era “Plátov”.

En 1985 trabajó en Dresde como agente del KGB y allí estaba cuando cayó el Muro de Berlín en 1989.

Durante los últimos años a Putin se le ha asociado como un líder que tiene afinidad con los políticos populistas de otras naciones.

Marine Le Pen, lideresa del partido de ultraderecha francés Frente Nacional, ha elogiado el modelo de Putin de “proteccionismo razonado, en el que cuida los intereses de su propio país al tiempo que defiende su identidad”.

Durante su campaña electoral y ya como presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump repetidamente expresó efusivamente muestras de admiración por el presidente ruso.

En una conferencia de prensa, Putin afirmó que una de las cosas que compartía con Trump era la defensa de los “valores tradicionales”. El mandatario ruso señaló que la victoria del empresario simbolizaba el triunfo de una forma particular de ver las cosas: “Un gran número de estadounidenses comparte nuestras ideas de lo que debería ser el mundo”.

Putin ha dicho que Fidel Castro sirvió de ejemplo inspirador para muchos pueblos.

El presidente de Rusia ha apoyado abiertamente al régimen de Venezuela entre muchos otros.

Durante su mandato y la reciente campaña electoral, Putin se encargó de resaltar los valores nacionalistas, sabiendo que a los populistas de izquierda y derecha de ese país los une su deseo de regresar a tomar el poder geopolítico, que durante siglos ha tenido Rusia.

Así, Putin se ganó a los nacionalistas gracias a sus posturas y acciones respecto a  Crimea y Ucrania, en donde mostró que está dispuesto al uso de la fuerza para proteger a Rusia dentro o fuera de sus fronteras nacionales.

Sabedor de que muchos populistas son conservadores religiosamente y opuestos al multiculturalismo, Putin ha optado por apoyar el nuevo fortalecimiento de la influencia de la Iglesia Ortodoxa Rusa, ganándose la simpatía de los que quieren que las iglesias jueguen un papel más relevante en sus países.

Algunos otros de los valores tradicionales que Putin dice defender son sus actitudes  hacia las mujeres y la virulencia de sus campañas antigay.

Es experto en utilizar inteligencia rusa para conseguir aliados populistas. Ha intervenido procesos electorales como en Estados Unidos o la consulta del Brexit en Gran Bretaña.

No es descabellado que Rusia podría intervenir en las elecciones presidenciales de México en el 2018. Lo ha hecho en varios países, donde ha buscado la ruptura de los bloques internacionales que van en contra de sus intereses y apoya a los que sí lo son, como lo fue el caso del apoyo a Donald Trump por su discurso proteccionista y nacionalista.

La cercanía geográfica  de México con Estados Unidos podría ser un incentivo para que los rusos intenten hackear nuestros sistemas electorales. Incluso hay reportes en la prensa estadounidense de que nuestro país sería un objetivo muy llamativo para los rusos.

Los rusos han logrado éxito interviniendo en la política de otros países cuando han visto una clase política dividida. En donde hay poca o nula confianza en las autoridades electorales, los candidatos y los medios de comunicación.

Por lo pronto, Vladimir Putin nuevamente ha ganado las elecciones presidenciales en su país. Y así es como busca perpetuarse en el poder y seguir acumulando aliados en el resto del mundo.

La injerencia rusa

El pasado 16 de marzo se dio a conocer que informes de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, revelaban que al menos uno de los ciberataques orquestados por Rusia para intervenir en el proceso electoral de Estados Unidos, fue lanzado desde una dirección de IP mexicana, misma que está vinculada a Uninet, una filial de Telmex.

Un día antes, el gobierno de Estados Unidos emitió sanciones contra 19 individuos y cinco entidades vinculadas con Rusia, relacionadas con la supuesta injerencia rusa en las elecciones de 2016.

Como parte de las revelaciones, también se dio a conocer que uno de los ataques e intentos de infiltrarse en la red energética estadounidense, se utilizó una IP basada en Piedras Negras, Coahuila.

El gobierno de Putin, quien se reeligió por cuarta ocasión el pasado domingo, ha sido señalado de tratar de intervenir en los comicios en México. El pasado 2 de febrero el exsecretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, advirtió al país: “Sabemos que Rusia tiene sus huellas dactilares en elecciones de todo el mundo. Mi recomendación es que presten atención a lo que sucede”. Ayer, Trump felicitó a Putin por su victoria electoral y acordó que ambos celebren una reunión “en un futuro no demasiado distante”, para hablar de la pugna armamentística entre ambos países y de las crisis en Siria, Ucrania y Corea del Norte. Trump y Putin se reunieron en julio en la cumbre del G20, en un ambiente marcado por las sospechas de lazos rusos del entorno del republicano, que son objeto de una investigación y por la injerencia rusa en las elecciones presidenciales en 2016, que ha sido recientemente sancionada por EU.