Nada está definido
El domingo pasado hubo elecciones en Costa Rica. Alvarado contra Alvarado: así se podía resumir la segunda ronda electoral en la que los costarricenses eligieron a su próximo presidente. Se enfrentaban dos candidatos tan parecidos, como disímiles: Fabricio Alvarado (Partido Restauración Nacional) y Carlos Alvarado (Partido Acción Ciudadana, actualmente en el poder). El primero, cantante y líder evangélico; el segundo, rockero y aficionado a la literatura, autor de cuatro novelas; los dos con algo más que el apellido en común.
Ambos habían pasado por la misma facultad y trabajado en la misma empresa de comunicación; pasaron del periodismo a la política y empezaron la contienda con un apoyo de apenas seis por ciento; uno era profundamente conservador y el otro, socialdemócrata (es un decir); los dos lograron llegar a la segunda vuelta, y de cara a los comicios del domingo primero de abril el candidato más conservador, Farbricio Alvarado, el evangélico, tenía en las encuestas trece puntos de ventaja sobre su oponente, Carlos Alvarado.
En las encuestas, realizadas durante todo febrero y marzo y dadas a conocer por el diario El Mundo, de Costa Rica, se mostraba también un elevado número de personas que se confesaban indecisas o que aseguraban que no iban a votar: entre 11 y 23 por ciento en cada uno de los dos casos.
El domingo pasado fueron las elecciones y Carlos Alvarado, el escritor y rockero, ganó por 20 puntos de ventaja sobre el favorito, Fabricio. Nadie se lo esperaba, pero a última hora muchos de los que se presentaban como indecisos terminaron votando a favor del candidato por el que muchos no daban hace unas pocas semanas ni un peso.
En México, mientras tanto, llevamos 11 días de campaña; las preferencias se han movido poco y el candidato de Morena lleva una ventaja amplia, que reflejan las principales casas encuestadoras, y que podría esfumarse en un abrir y cerrar de ojos. El motivo: los electores indecisos.
En estos días de ideas y propuestas de gobierno (al menos esa es la idea), los candidatos a la Presidencia se han volcado, a través de todos los medios, a mostrar a sus posibles electores el modelo de gobierno que definirá el futuro del país. Andrés Manuel López Obrador ha podido capitalizar, luego de más de 12 años de campaña, la ruptura al interior del PAN y el descontento de la gente por los casos de corrupción de funcionarios del partido en el poder.
La firma POP Group realizó un estudio para definir el sentir de los mexicanos que aún no han decidido su voto. De acuerdo con la firma, de este 18 por ciento de indecisos, 83 por ciento indicó que no quiere que gane López Obrador, pero no ha decidido si votará por José Antonio Meade o por Ricardo Anaya.
El estudio de votantes indecisos también preguntó a los entrevistados a qué candidato consideraban el más corrupto, más mentiroso y más autoritario. AMLO encabezó las opiniones con 27, 26 y 35 por ciento, respectivamente. Ante la pregunta de ¿quién cree que sería lo mejor que le podría pasar al país? 42 por ciento respondió que lo mejor seria que gane Meade, 39 por ciento que gane Anaya, mientras que 11 por ciento respondió que López Obrador.
Hoy, sin duda, el candidato de Morena está por encima de sus contrincantes, pero la ventaja posiblemente no es tan amplia como algunos creen. El ejemplo de Costa Rica es válido: el candidato que tenía 13 puntos de diferencia en las encuestas terminó perdiendo por 20 unidades. En nuestro país nada está decidido para el próximo primero de julio y los candidatos,como la ciudadanía, tendrían que asumirlo.
Ejemplo de civilidad
CARLOS Alvarado Quesada, de 38 años, del oficialista Partido Acción Ciudadana (PAC), se convertirá en el mandatario más joven de Costa Rica al sumar más del 60 por ciento de los votos obtenidos en la segunda vuelta celebrada el pasado domingo 1 de abril.
Por separado, el candidato de Restauración Nacional, Fabricio Alvarado Muñoz, admitió su derrota y expresó: “seguiremos trabajando para que el sol vuelva a brillar en este país. Sea donde sea, seguiremos defendiendo esos principios que han hecho grande a este país. Sea de donde sea seguiremos trabajando por defender la vida. Felicito a don Carlos Alvarado. Lo llamé por teléfono de manera inmediata y le dije que puede contar con nosotros para hacer caminar las cosas que están estancadas en este país”.
La campaña estuvo marcada por el debate religioso después de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San José, emitió una opinión consultiva en la que establecía que la nación centroamericana debía reconocer el matrimonio igualitario. Alvarado Muñoz prometió entonces sacar a Costa Rica del tribunal regional, mientras que Alvarado Quesada se pronunció a favor de la corte y de su decisión sobre las bodas para parejas del mismo sexo.
Ahora, además de enfrentar la crisis en las finanzas públicas, el exministro del Trabajo tendrá por delante la tarea de unir al país, después de tres meses de una profunda polarización en torno al matrimonio gay, el aborto, los programas de educación sexual y el papel de la CIDH.