Volpi y el premio a los secuestradores
En su columna de El Financiero, el periodista Salvador Camarena elogia el nuevo libro de Jorge Volpi Una novela criminal, ganador del premio Alfaguara, en el que el autor recrea el caso de Israel Vallarta y Florence Cassez, la secuestradora francesa que fue liberada no por su inocencia, sino por fallas a su debido proceso en un caso de abierta intervención del gobierno francés de Nicolás Sarkozy en México.
Volpi dice que le “parece difícil hallar un momento más aciago en esta historia plagada de engaños y abusos de autoridad: el instante en que, impuesta la razón de Estado, a un montaje se le suma otro y para satisfacer al presidente, el gobierno mexicano utiliza todo su poder contra una sola familia”. ¿Razón de Estado, satisfacer al presidente, historia plagada de engaños?
Sí, es verdad, hubo irregularidades en el proceso de detención de Cassez y de Vallarta aquel 9 de diciembre del 2005. Los policías federales llegaron y verificaron que en ese predio habitaban Florence Cassez e Israel Vallarta. Ahí encontraron también a dos secuestrados: la señora Cristina Ríos Valladares y su hijo, de entonces 11 años, a quienes rescataron.
La violación al debido proceso de Cassez y Vallarta se dio porque, al ser detenidos, agentes de la Policía Federal decidieron esperar un tiempo antes de ponerlos a disposición del Ministerio Público para que pudieran llegar los medios de comunicación a registrarlo.
Mal. Se debió de haber contactado al consulado francés y haberlos puesto de inmediato a disposición del Ministerio Público. Ese fue un error, pero nadie negó en ese momento que estos personajes sí cometieron secuestro, torturaron y mutilaron a sus víctimas.
Cuando comenzó el movimiento para liberar a Cassez, con mucha valentía la señora Cristina Ríos Valladares, una de sus víctimas, escribió una carta narrando su calvario en el rancho Las Chinitas. Narró que Cassez fue quien le sacó sangre a su hijo para enviársela al padre del menor y así presionarlo a que pagara el rescate. Ríos Valladares también contó que durante su secuestro Cassez, iracunda porque Israel Vallarta, el líder de la banda, la acosaba (llegó a violarla), le decía que se desquitaría con ella. Ríos afirmó que la francesa le sacó sangre a ella y a su hijo, y mostró las marcas de los golpes que tenía dos meses después de haber sido rescatada.
Además de por lo menos cinco víctimas, otros cuatro presuntos integrantes de la banda de secuestradores del Zodiaco involucraron a Florence y a Israel en varios secuestros que realizaron de manera conjunta.
David Orozco, uno de los miembros de la banda, confesó ser secuestrador y que conoció a Israel Vallarta en el 2000. En ese entonces todos trabajaron para la misma banda y llevaban una relación cordial. En ese entonces, en la organización estaban Israel Vallarta y su hermano René, sus sobrinos Alejandro y Juan Carlos Vallarta. Eran la banda de los Zodiacos.
A raíz de que Cassez entra a la banda, narra Orozco, empezó la discordia, ya que ella quería tomar el mando junto con Israel, situación con la cual ya no estuvieron de acuerdo los demás miembros. Según sus testimonios, Cassez ya no les proporcionaba información de lo que se cobraba y ella decidía, incluso, cuánto dinero le tocaba a cada uno.
Por esa razón, René Vallarta, sus dos sobrinos y Orozco comenzaron a trabajar de manera independiente. Se originaron dos nuevos grupos criminales y de ellos se derivó uno más. Una de las bandas fue la de Los Palafox, que se unió a Los Tablajeros y Los Japos.
Todas las víctimas de la banda de los Zodiacos los reconocen como sus secuestradores, estuvieron indignados con la liberación de Cassez y ahora asisten atónitas no sólo a los intentos por liberar a Vallarta, sino a que se les vuelva a victimizar en un texto que termina recibiendo nada menos que el premio Alfaguara.
Volpi asegura que el montaje contra Vallarta “ha quedado impune desde el 2005 y que hoy Vallarta está en una cárcel de máxima seguridad en donde 13 años despúes, aún espera una sentencia”.
La justicia para Vallarta ha sido lenta por el trabajo de sus abogados y la mala decisión de la Suprema Corte en el caso Cassez, pero lo ha sido mucho más para sus víctimas, esas mismas víctimas que Volpi ignora en su texto. Ahí están los testimonios de quienes estaban en cautiverio en el Rancho Las Chinitas, donde vivían Cassez y Vallarta, y de quienes habían sido secuestrados con anterioridad por esta misma banda.
Para Volpi, Israel Vallarta “no es sino uno de los miles de mexicanos que han sufrido abusos por parte de las autoridades y han sido víctimas de la corrupción y la desvergüenza de quienes les han impedido tener un proceso justo”.
La desvergüenza es ignorar a las víctimas de secuestro, a quienes fueron torturados y violados por Israel Vallarta. La desvergüenza es que exista un movimiento, al que pertenece Volpi, que quiere convertir en víctimas a los peores victimarios simplemente por razones políticas; que terminan atribuyéndole la responsabilidad al Estado (el mismo Estado para el que el propio Volpi ha trabajado por lo menos en los tres últimos sexenios como agregado en París, como director del Canal 22, como director del Cervantino y ahora en la UNAM), aunque con ello terminen exculpando a los peores criminales.
Liberemos a los secuestradores y violadores, demos amnistía a los narcos y sicarios, castiguemos a policías, soldados y marinos; total, todo se vale en una campaña electoral.
Saca provecho
EN DICIEMBRE de 2005 la francesa Florence Cassez y su novio mexicano Israel Vallarta fueron detenidos por la extinta Agencia Federal de Investigaciones (AFI), que encabezaba Genaro García Luna, y presentados a la prensa como cabecillas de la banda de secuestradores Los Zodiaco. En el momento de la detención, encabezada por tenían privadas de su libertad a dos personas.
Debido a que no los presentaron de inmediato al MP y no informaron al Consulado galo para que le diera asistencia, además de la presión diplomática de Francia, finalmente en 2013 la Suprema Corte determinó liberar a Cassez por fallas en el debido proceso.
Desde ese año Israel Vallarta está en espera de una sentencia. Dos de sus sobrinos fueron liberados en 2016 tras ser exonerados de los delitos de secuestro y delincuencia organizada, y ambos fueron inscritos en el Registro Nacional de Víctimas y exigen la reparación del daño y resarcimiento de su imagen pública.
Mientras, la francesa vive en su país natal, está divorciada y tiene una hija, Fleur, quien nació en 2015. Además una productora de televisión la contrató para conducir una serie de documentales acerca de personas que fueron acusadas injustamente en cárceles del país galo, además de que se prepara para llevar “su historia” a la pantalla grande.
A finales de julio del 2017 se dio a conocer que el Gobierno federal tendría que indemnizar a Florence Cassez. Según sus abogados, la mujer podría recibir millones de dólares.