La razón del Mundial: ahuyentar el miedo
La razón para realizar actos de terrorismo es, como bien lo dice su nombre, sembrar terror en la sociedad. Y el resultado es mayor si los ataques se hacen en lugares masivos. Es por eso que los atentados en eventos deportivos importantes, principalmente en el futbol, han sido recurrentes sobre todo por la cantidad de espectadores que éstos tienen.
Este tipo de ataques no es nuevo, pues terroristas llevan años en este modus operandi. Hagamos memoria.
El 10 de junio de 1993, independentistas corsos hicieron explotar un artefacto en la sede de la Liga Nacional de Futbol de Francia, en el centro de París. El incidente coincidió con el descenso federativo del Bastia a Tercera División, por irregularidades económicas.
El 13 de mayo de 1994. en Buenos Aires, Argentina, la autodenominada Organización Revolucionaria del Pueblo lanzó un artefacto con gases lacrimógenos contra la embajada de Japón en la capital argentina para protestar por la negativa de ese país a conceder el visado a Diego Armando Maradona.
El 21 de enero de 1995, el entonces presidente de la Federación Argelina de Futbol, Rachid Haraigue, fue asesinado por terroristas islámicos. Dos meses después, su sustituto, Larbi Brik, resultó herido después de recibir dos disparos.
El 27 de julio de 1996, durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Atlanta, Estados Unidos, una explosión en el Centennial Olympic Park provocó la muerte de una mujer y al menos 111 personas resultaron heridas.
El ataque fue el primero de los cuatro ejecutados por Eric Robert Rudolph, un antiabortista y antigay experto en explosivos, quien dejó una mochila con tres bombas debajo de un banco. Tras su detención, en 2003, Rudolph alegó que el objetivo de los atentados era luchar contra el aborto y la “agenda homosexual” en Estados Unidos.
El 25 de abril de 1999, tres hombres murieron y 14 resultaron heridos debido a la explosión de una bomba en las inmediaciones del Estadio de Kampala, al término de un encuentro de futbol. El atentado fue atribuido a las Fuerzas Democráticas Unidas que se oponían al gobierno ugandés.
El 1 de mayo de 2002, la organización terrorista ETA estalló un coche-bomba junto al Estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, España. El atentado se registró tres horas antes del juego entre el Real Madrid y el Barcelona. La explosión sólo dejó personas heridas y no hubo víctimas fatales.
El 25 de julio de 2007, más de 50 personas fallecieron en Bagdad, cuando dos cochesbomba explotaron ante cientos de aficionados que celebraban el triunfo de su país en las semifinales de la Copa de Asia.
El 8 de enero de 2010, un entrenador asistente y el jefe de prensa de la selección de Togo fallecieron cuando el equipo viajaba en autobús para disputar un partido de la Copa de África. El vehículo fue ametrallado por la guerrilla separatista del FLEC, en la provincia angoleña de Cabinda.
El 14 de mayo de 2010, 25 personas murieron y más de 100 resultaron heridas durante un ataque suicida en un campo de futbol en Tel Afar, a 70 kilómetros de Mosul, Irak.
El 30 de junio de 2013, cinco iraquíes murieron, entre jugadores y aficionados, luego de que un artefacto estallara cerca de una cancha de futbol en Al Nahrauan, el este de Bagdad.
El 7 de agosto de 2013, 11 personas murieron, entre ellos varios menores, tras la explosión de una motocicleta-bomba ocurrida durante la salida de un partido de futbol en la ciudad de Karachi, en el sur de Pakistán.
La noche del viernes 13 de noviembre de 2015, seis ataques simultáneos en tres horas golpearon París. Tres explosiones tuvieron lugar en Saint Denis, en los alrededores del estadio de Francia, donde se disputaba un partido entre Francia y Alemania al que asistía el entonces presidente François Hollande. El saldo: 130 muertos y 352 heridos.
O cómo olvidar cuando en julio de 2016 se jugó la final de la Eurocopa en París; ahí estábamos para acudir al esperado evento.
Días antes se había dado el atentado en Niza, donde un camión conducido por un presunto simpatizante de ISIS, arrolló y mató a más de 80 personas.
Y pocos días después de que se jugó la final de la Eurocopa, en París me tocó ver un despliegue de seguridad eficiente y aparatoso. Tenían acordonada toda la zona de Champs Elysées y aun así se dio otro atentado.
¿Se pueden evitar este tipo de atentados? Yo creo que no. Los operativos de seguridad han sido casi siempre sólidos. Hay personas radicales que se quieren imponer, pero ahora, el riesgo es cada día mayor; es que muchos de estos terroristas están siendo respaldados por ISIS y ellos son el mayor peligro para el mundo occidental y lo que representa.
¿Pero, qué se hace? ¿Se dejan de organizar mundiales y festejos patrios? ¿Dejamos de vivir la vida cotidiana por miedo? Eso es precisamente lo que buscan estos individuos.
Unión contra el terrorismo
Los amagos de ataques terroristas alrededor del mundo, y en especial durante esta fiesta mundialista, generan temor y angustia por la cantidad de atentados en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, estudios demostraron que el terrorismo, aunque es un peligro, es insignificante si se compara con otras causas de muerte.
Se cita, por ejemplo, el caso de EU, que ha sido blanco de acciones de este tipo. Señala que en esa nación hay muchas otras causas de muerte, que son más probables e implican mayor riesgo para cualquier ciudadano que un atentado. En la Unión Americana, el riesgo de un persona de morir en un accidente de auto es 11 mil 562 veces mayor que fallecer en un ataque terrorista.
En Europa Occidental, la probabilidad anual de morir en un atentado es de una entre 8 millones; en tanto que en España es de una entre 2.8 millones; mientras que la diabetes en ese país causa 600 veces más muertos. Al terrorismo se le atribuye una de cada 24 mil muertes.
Expertos señalan que el terrorismo pretenden imponer su ideología y como no puede hacerlo por la fuerza, recurre al miedo.
Afirman que la respuesta ante esto son dos rutinas; la policial: seguir investigando, hacer detenciones, recoger pistas, tejer una red de confidentes, alimentar bases de datos, producir inteligencia y compartirla. La segunda rutina es la que nos atañe a todos: la principal respuesta al terrorismo consiste en seguir con nuestras vidas. Llaman a recordar los valores de la sociedad que los terroristas abominan: mujeres emancipadas, la ciencia, o la separación entre religión y Estado; y sugieren llenar las calles de nuestras ciudades y reivindicar lo que son: lugares festivos, libres y abiertos.