La otra cara del narco
En Tamaulipas se puede conseguir gasolina a cinco pesos el litro. Menos de la mitad de su valor oficial (12.77 pesos cuesta la Magna, y 13.45 la Premium). La llaman “gasolina popular” y se encuentra en “gasolineras alternas”.
Estas gasolineras son camiones que, a mitad de precio, abastecen combustible a decenas de coches que hacen fila todos los días. Es tan barata porque es controlada por Los Zetas y el cártel del Golfo. Es gasolina ordeñada de los ductos de Pemex.
Se estima que hasta el 15 por ciento de la venta total de combustible en el estado se da de manera ilegal. Es un negocio que le deja al crimen organizado hasta tres mil 500 millones de pesos al año.
Cifras oficiales de Pemex dicen que en los últimos cinco años el gobierno ha perdido una sexta parte de la venta de combustible en el mercado tamaulipeco.
Sólo el año pasado se detectaron casi 540 tomas clandestinas. Extraer gasolina de manera ilegal para los grupos del crimen organizado no es complicado.
Perforan un ducto de Pemex, instalan una válvula y conectan la manguera para empezar la ordeña. En algunos casos llega a tal grado el cinismo, que estas mangueras tienen inscritas las siglas de sus dueños, ya sea del Cártel del Golfo o Los Zetas. Para que quede claro y nadie se meta con ellas.
El crimen organizado ha encontrado otras formas de obtener ganancias millonarias y no sólo con el trasiego de droga. Les platicaba hace unos meses, cuando fui a hacer un reportaje al puerto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, cómo el crimen organizado en ese estado había tenido ganancias millonarias por la venta de mineral de hierro robado.
Ahí, el cártel de La Familia y hoy Los Templarios comenzaron a tener cada vez más poder. Y eso les permitió encontrar importantes negocios alternos al trasiego de la droga, al secuestro y la extorsión.
Con estos mecanismos lograron “adueñarse” de las minas de hierro y empezaron a tener un negocio muy fructífero. Por temor, muchos concesionarios de las minas dejaron a Los Templarios trabajar la mina e incluso, como eran amenazados, les daban los permisos para que el mineral de hierro que exportaban a China, fuera “legal”.
Algunos empresarios que se atrevieron a denunciar simplemente fueron asesinados. Además, las cooperativas locales eran obligadas a transportar el producto. El mineral de hierro era colocado en patios de acopio cercanos al Puerto de Lázaro Cárdenas, para así evadir las revisiones del personal de la Marina.
Alimentada por el apetito de los compradores en China, casi la mitad de la actividad minera en la zona fue realizada sin los permisos adecuados en el 2013. De esta forma y al igual que en Tamaulipas, estos criminales han hecho “negocios alternos”, que les han dejado millones de dólares de ganancias.
Lo han hecho amedrentando a la sociedad, extorsionando. Y, por supuesto, con las ganancias económicas que se pueden llegar a generar, también vienen nuevos enfrentamientos y peleas por estos “nuevos negocios”. No hay que descartar que habrá más muertos en el país a consecuencia de la batalla por el control ya no sólo de la droga, sino por el de la gasolina y las minas.
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