Revolución cultural a la mexicana
Mucho se ha dicho del movimiento del 68 en México. Pero el 68 mexicano no fue ajeno a un movimiento global que tuvo repercusiones en todo Occidente, desde París a Praga, desde la Universidad de Stanford hasta la convención demócrata de Chicago, con el telón de fondo de la guerra de Vietnam y los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy. Fue un gran movimiento de las juventudes, que había despertado desde principios de los años 60 y que cambió, literalmente, todo.
El Movimiento Estudiantil de 1968 no fue un hecho que naciera de la casualidad; fue una consecuencia de un movimiento global.
En aquella época, varios sectores del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz aseguraban que el movimiento fue fomentado, sostenido y armado por agentes comunistas de la Unión Soviética y de Cuba.
Eran tiempos de la Guerra Fría, de la confrontación ideológica entre socialismo y capitalismo, en donde las potencias Estados Unidos y Unión Soviética se disputaban la hegemonía del mundo.
En ese contexto, y alentado por las revoluciones en China, Vietnam y Cuba, se desarrollaron varios movimientos populares en todo el mundo.
Fue el tiempo en el que Estados Unidos promovió nuevos métodos y “medidas políticas” para desactivar la insurgencia, ya que consideraban al “tercer mundo” terreno fértil para el desarrollo de levantamientos y otros conflictos.
Pero también fue la época de los grandes debates teóricos y de las definiciones políticas en el campo socialista, entre trotskistas, marxistas, leninistas, maoístas… los cuales giraban en torno a las vías para la construcción del socialismo y de las críticas al mismo.
Fue también un periodo en el que algunos pensadores recuperaron el estudio psicoanalítico de Freud para construir una explicación distinta a la estructuración de la sociedad. Los estudios de teoría social que realizaba esta escuela eran también conocidos como “teoría crítica”.
Es en este marco en el que detona el Movimiento Estudiantil de 1968, en un mundo polarizado por el socialismo o capitalismo; con objetivos similares a la lucha de estudiantes en otros países contra el autoritarismo, la represión, la persecución y encarcelamiento de luchadores sociales, y a favor de la democracia real y la justicia social.
El movimiento estudiantil tuvo antecedentes de movilizaciones y protestas en varios países.
En Estados Unidos las protestas contra la Guerra de Vietnam eran cada vez mayores; el movimiento por los derechos civiles tomó fuerza tras el asesinato de dos líderes significativos: Martin Luther King y Robert Kennedy.
Mientras tanto, en Checoslovaquia se llevaba a cabo la llamada Primavera de Praga, un periodo de liberalización política que pretendía darle “una cara humana al socialismo” y que, se dice, fue el desencadenante del movimiento parisino.
Hoy, muchos quieren comparar lo que fue aquel movimiento del 68. Los jóvenes de hace 50 años tenían ideales, buscaban democracia, tenían pensamientos muy elaborados. Fue la época del rock y de grandes movimientos culturales. Los chavos mexicanos formaban parte de movimientos en muchas partes del mundo, en búsqueda de libertades y de ser escuchados.
No nos engañemos; lo que tenemos hoy, con algunos de los movimientos que se han dado, entre ellos la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa, poco tienen que ver con esos ideales, con esa cultura.
Hoy lo que tenemos son miles de personas víctimas de la delincuencia organizada. Narcotraficantes que han acabado con la vida de muchísimas personas, que han dejado a México —sobre todo en ciertas zonas del país, como Veracruz— en un auténtico cementerio; con fosas comunes en donde incluso se han encontrado restos de bebés.
No confundamos el movimiento del 68 con la violencia cotidiana que vivimos hoy.
El año que cimbró al mundo
Aunque fue un inicio tímido y por asuntos muy locales, el Mayo Francés de 1968 se caracterizó por una sucesión de huelgas y protestas de obreros y estudiantes (que levantaron barricadas en París), y provocó importantes enfrentamientos con la policía. Tras un mes de manifestaciones y una huelga general de trabajadores que paralizó el país, llegó la calma con la promesa de mejores salarios.
Y aunque el movimiento se diluyó en cuanto a movilizaciones, su influencia en el ámbito ideológico y cultural fue amplio y se expandió por diversas latitudes: Praga, Roma, Berlín, llegando a San Francisco, Nueva York, y la misma Latinoamérica. A cinco décadas de esos acontecimientos, diversos autores coinciden que conceptos como democracia, libertad de expresión y derechos civiles se lograron, en gran medida, gracias a movimientos que lideraron los jóvenes.
En nuestro país se gestó un movimiento de estudiantes que, entre otras demandas, buscaba que la policía no los reprimiera. Dicha movilización culminó 10 días antes del inicio de las olimpiadas, el 2 de octubre, con una brutal represión gubernamental en la Plaza de Tlatelolco, que dejó la conciencia de que México necesitaba apertura democrática y respeto a las personas y sus derechos humanos.
A cinco décadas de estos acontecimientos, decenas de miles de personas en todo el país salieron a marchar para recordar estos acontecimientos. En las Cámaras del Congreso se pusieron en letras de oro “Movimiento Estudiantil de 1968”, además de que se realizaron diversas ceremonias encabezadas por representantes de los tres poderes.