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La tortura antigay

Hace apenas 45 años la homosexualidad  estaba incluida en los manuales de la Asociación Americana  de Psiquiatría como un trastorno mental; una alteración de la conducta que podía curarse con terapias y tratamientos; finalmente se retiró del manual de diagnóstico de trastornos mentales.

 

17 años después, el 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la retiró de la Clasificación Internacional de Enfermedades, pues determinó que la homosexualidad era una variación natural de la sexualidad humana, por lo que no se podía considerar como una condición patológica.

Pese a que estas medidas fueron avaladas por la comunidad científica internacional, hoy en día hay quienes promueven todo tipo de terapias para cambiar la condición sexual y “curar” a los homosexuales.

En México hay clínicas  precisamente para curar la homosexualidad. Decenas de “expertos”, que en realidad son unos charlatanes, aseguran a los padres de familia o incluso a los mismos jóvenes que buscan ser heterosexuales, porque les genera mucho conflicto ser homosexuales, que este tipo de preferencia sexual se puede revertir.

Son clínicas privadas que operan de forma clandestina, en las cuales se cometen todo tipo de abusos físicos y psicológicos, donde torturan a los internos. Pero también les hacen creer que si no cambian su condición sexual se irán al infierno.

De acuerdo con la aún presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (deja el cargo el 14 de octubre), Jacqueline L’Hoist Tapia, las llamadas “terapias de conversión” deberían de ser llamadas “terapias de represión”, ya que buscan suprimir el goce de la sexualidad humana.

Para la especialista en derechos humanos y teología de la liberación, una de las razones para que los homosexuales recurran a este tipo de “tratamientos” es la presión ejercida en su entorno social, ya que cuando la familia, amigos y compañeros de escuela o trabajo son homofóbicos, el acoso llega a un grado en el que la persona desea que ya no se dañe más su dignidad.

Uno de los métodos empleados para “curar” la homosexualidad tiene que ver con el tema religioso. Estas terapias se fundamentan en tomar a la homosexualidad como un “pecado”, advirtiendo que quien la practique se va a condenar, ya que es antinatural.

Este tipo de terapias promueven, por decirlo así, más que amor hacia Dios, el temor hacia Dios, quien los puede castigar por sus preferencias. Es por eso que en este tipo de “clínicas” o “escuelas para padres” se busca “salvar las almas de los pecadores”.

Pero también es común que a los internos les pongan en la pantalla videos de personas del mismo sexo, sosteniendo relaciones sexuales mientras son torturados, y así, si en algún momento tienen deseos de tener este tipo de relaciones sexuales, les venga a la mente la tortura.

A principios de año, el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los derechos de las personas lesbianas, gay, bisexuales y transgénero, Víctor Madrigal-Borloz, señaló que las terapias de conversión sexual van desde tratos crueles, degradantes e inhumanos y, en algunos casos, equivale a un acto de tortura.

Aseguró que entre las terapias de conversión que podrían equivaler a tortura se incluyen: privación de libertad, aislamiento, electrochoques, medicación forzada, violación sexual correctiva, y toda una serie de técnicas crueles que intentan cambiar la orientación sexual de una persona.

Otros métodos utilizados son con base en tratamientos médicos hormonales, los cuales son acompañados de crueles terapias psicológicas.

Cabe señalar que las personas que son sometidas contra su voluntad a este tipo de tratamientos para corregir su orientación sexual, llegan a presentar cuadros clínicos relacionados con el suicidio, el aislamiento y la depresión.

Se sabe que otra práctica utilizada son los llamados “retiros”, donde se someten a las personas homosexuales a dinámicas grupales en las que son exhibidos. Aparte de ser medicados, hay denuncias de “pacientes” que fueron objeto de violaciones “correctivas”.

Imagínese usted que en el 2010, durante el gobierno de Emilio González Márquez, desde su Secretaría de Gobierno en el estado de Jalisco se patrocinó el congreso “Camino a la castidad”, en donde el principal orador fue el terapeuta Richard Cohen, autor del libro Comprender y sanar la homosexualidad.

Durante el evento, celebrado en Guadalajara, Richard Cohen aseguró que no había hallado pruebas genéticas que determinaran que alguien nace gay, por lo que esta condición es totalmente reversible. “Para ti mamá y papá, si ayudas, si creas la red de apoyo que necesitas, buscas el amor de Dios y la renovación, encontrarás gran esperanza y curación para tu hijo”.

Y algunos padres de familia que, seamos honestos, todavía hay un alto porcentaje de homofobia en este país, quieren negar la preferencia sexual de sus hijos y piensan que efectivamente los van a poder cambiar, y muchos otros que sienten que en verdad no pueden vivir así, también se someten a este tipo de tratamientos creyendo que en verdad van a cambiar.

La realidad es que la tortura física y psicológica lo único que logra es generar un conflicto enorme en quienes ingresan a estos lugares. Corriendo un grave riesgo, incluso de suicidio.

Ya basta de no dejar vivir a la gente con las preferencias sexuales que deseen. Es una doble moral terrible.

Muchas veces se prefiere que las personas que tienen orientaciones que no son heterosexuales se casen, tengan hijos y engañen a su pareja o vivan infelices.

No se vale. Dejemos los prejuicios que solamente lastiman profundamente, y dejemos que la gente viva feliz.

Buscan parar el acoso

Según un estudio del Instituto Williams, en Estados Unidos unos 700 mil adultos han recibido terapia de conversión (como la que se anuncia en un espectacular en Kentucky, en la primera foto) en algún momento de sus vidas; 350 mil de ellos, durante su adolescencia.

Según el mismo documento, unos 20 mil adolescentes recibirán este tipo de tratamiento de parte de un profesional antes de cumplir los 18 años, y 57 mil de un guía religioso o espiritual, a pesar de que asociaciones profesionales, como la médica y la psicológica, consideran a este tipo de terapias “dañinas e inefectivas”. Sin embargo, las mismas aún son legales en 41 estados de la Unión Americana.

 

Aunque en nuestro país no se tienen cifras del número de personas que han sido sometidas a este tipo de tratamiento, recientemente los senadores Alejandra Lagunes (PVEM), Patricia Mercado (MC), Citlali Hernández (Morena) y Germán Martínez (Morena) así como los diputados federal Celeste Ascencio, y local Temístocles Villanueva, presentaron a medios una iniciativa para que quienes practiquen las terapias de conversión sean sancionados (segunda foto).

Por considerar que los llamados Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG) son un acto de tortura, violatorios de los derechos humanos, proponen modificar el Código Penal y la Ley de Salud para sancionar con 1 a 3 años de prisión o de 150 a 300 días de trabajo a favor de la comunidad o 200 días de multa a quien promueva, imparta, obligue o financie este tipo de tratamiento, y suspender del ejercicio de 1 a 3 años al profesional que las aplique.