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Traicionado por el futbol

 

Aunque era buscado por la justicia de los Estados Unidos, decidió viajar a Brasil, para ver jugar a la selección nacional. Tenía boletos para el partido mundialista Brasil-México, que se disputó en Fortaleza y lo acompañaban sus dos hijos menores y su esposa.

La Interpol ya llevaba tiempo siguiéndole los pasos a este hombre acusado de ser un importante introductor de drogas sintéticas a Estados Unidos. Pero él vivía tranquilo en Guadalajara, Jalisco.

Fue detenido el pasado lunes por la noche cuando intentaba tomar el avión, en el Aeropuerto Internacional de Río de Janeiro, que lo llevaría a ver el tan esperado partido.

Sin embargo, desde el pasado 11 de junio, cuando llegó por tierra a Brasil, procedente de Argentina, a través de Foz de Iguazú, la policía le estuvo siguiendo los pasos.

Se hospedaba en un hotel de la zona de Río de Janeiro, pero fue hasta el día 14 de junio cuando por órdenes de un juez de la Corte Suprema de Brasil, este hombre fue detenido.

La organización criminal de Díaz Barajas se dedicaba a importar precursores químicos de Asía. Aquí en México la cocinaban —término utilizado para fabricar la droga sintética—, y luego la introducían a Estados Unidos.

El Jefe del Centro de Coordinación Internacional de la Policía Federal, Luiz Cravo Dorea, explicó que este mexicano se movía con un bajo perfil y que no utilizaba documentos apócrifos.

En México se ha dicho que las procuradurías de los estados no tenían conocimiento de que Díaz Barajas tuviera averiguaciones previas en su contra, pero ya se están investigando sus antecedentes.

Permanecerá en una cárcel de Brasil mientras se le sigue el proceso judicial, y al mismo tiempo Estados Unidos ya reclama su extradición.

La pasión por los deportes ha hecho que otros criminales también caigan en la mirada de las autoridades. En los juegos olímpicos en Sydney 2000, se encontraban tres sujetos que eran buscados por la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA). Se les acusaba de haber introducido entre 1996 y 2000 más de 60 toneladas de mariguana a la Unión Americana.

Para su mala suerte, una cámara de televisión los grabó porque lucían un gran sombrero de paja y estaban vestidos con los colores de la bandera de México. Y así fue como la DEA detectó que esos aficionados eran en realidad integrantes de la banda de los Tres de Sierra, y que entre ellos estaba Gracielo Gardea Carrasco, uno de los hombres más buscados en México en ese momento. A él lo detuvieron hasta el 2003 en su casa en Ojinaga, Chihuahua.

También lo acompañaban Francisco Ríos Valderrama y Armando García Quiroz, los dos líderes de la organización, pero ellos sí fueron detenidos en Sidney.

La pasión de estos delincuentes por los deportes los ha llevado a exponerse a ser vistos en lugares públicos y por supuesto a ser detenidos. Aún no entienden que la vida del crimen organizado no es compatible con llevar una vida normal.

bibibelsasso@hotmail.com
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