Back

Engañan a los más vulnerables con llegar a la “tierra prometida”

El martes pasado llegamos a la plaza central del municipio de Huixtla, Chiapas. Queríamos constatar qué hay detrás de la caravana migrante, en la que peregrinan más de cinco mil personas, y se espera que en los próximos días se sumen más.

 

La imagen que vimos al llegar a esta explanada es desgarradora. Muchísimos niños y mujeres. Algunas personas de las iglesias y del municipio dan apoyo a la gente.

Se escucha en el altavoz que acuden a ayudar a una mujer que tiene tan sólo dos meses de embarazo y que se ha desvanecido.

A los pocos minutos una madre que se identifica como Gloria, desesperada, busca a su pequeño Ansel Salinas, de tres años. En las pocas más de tres horas que estuvimos en la plaza, cinco niños se encontraban extraviados. Me cuentan que un día antes también se habían perdido otros dos. No hay un registro de los migrantes.

Se escucha nuevamente a una persona en el altavoz: “por favor, tomen agua y manténganse en la sombra”.

Los organizadores intentan alertar a los migrantes de sufrir deshidratación o golpes de calor. La temperatura es altísima, 32 grados, pero por efecto de la inversión térmica la sensación de calor es mucho mayor.

Otras dos mujeres se desvanecen, a ellas se les sube a una ambulancia para nivelarlas.

Hay servicios de salud, a muchos de los niños los están vacunando. Una bebita de dos meses no para de llorar por el piquete. Es importantísimo aplicar las vacunas, pues se puede generar una verdadera crisis de salud, tanto para los migrantes como para los mexicanos.

Las medidas de higiene son escasas, los niños hacen pipí libremente en la plaza, que es el mismo lugar donde comen y duermen.

Algunos reciben tortas, otros están formados en un pequeño restaurante, el cual está abierto para alimentar a los viajeros.

En una esquina me topo con cuatro jóvenes y un hombre como de 45 años. Ellos no se ven exhaustos, tratan de camuflarse con los migrantes, pero en realidad son algunos de los muchos organizadores que hay para lograr que la gente se una a este trayecto. Ellos sí tienen dinero, y entran a las tiendas de autoservicio para abastecerse. Les cuestiono quiénes son y me responden que migrantes. Efectivamente, son de Honduras, pero no viven ni remotamente lo que los más vulnerables.

 

Les pregunto que cómo se pusieron de acuerdo para empezar el recorrido, me contestan que por medio de Whatsapp. Es mentira, de la gente que está resguardada del sol, bajo plásticos, casi nadie tiene celular.

En las calles aledañas también hay muchos migrantes. La mayoría son personas de muy bajos recursos. Hay otros: hombres fuertes que son parte de los organizadores. Sabemos que algunos tienen cadenas y picos. En algún momento buscarán las confrontaciones.

Los conflictos se empiezan a dar entre ellos mismos. Se escucha gritar a uno desde una trifulca que un compañero intentó pegarle a una mujer y jalar a un niño.

Los migrantes, los que realmente buscan llegar a Estados Unidos, a pesar de las circunstancias se ven felices. El porqué lo sabemos cuando escuchamos a uno de los pastores decirles: “éste es un éxodo que nos llevará a la tierra prometida”. Se utilizan pasajes de la Biblia para poder adoctrinar y manipular a la gente.

Ellos están realmente convencidos de que están viviendo en pésimas condiciones, pero que llegarán a la tierra prometida. Una absoluta mentira.

Y es que este movimiento no es espontáneo, aquí se unen muchos intereses. Por ejemplo, se ha dicho que este movimiento se solidariza con los migrantes y se exige que las elecciones de ese país se adelanten.

Pero hay otros grupos que se están beneficiando de los más vulnerables. Son muchas las ONG que están llegando, muchas legítimas y que están haciendo un gran trabajo de apoyo para estas personas. Otras se hacen pasar por organizaciones, y en realidad son reclutadores del crimen organizado, traficantes de niños y tratantes de blancas.

Este movimiento es tierra fértil para el crimen organizado.

Te parte el corazón, sobre todo escuchar a la gente que tiene una fe ciega y esto es aprovechado y manipulado por algunos de los organizadores.

Platiqué con Milán, de cinco años. Estaba muy emocionado por llegar a Estados Unidos, me decía que ahí por fin se iba a poder bañar. Su hermanita mayor me cuenta que Dios les tiende el camino y que van a ser muy felices.

Me imagino que pocos llegarán a la frontera y seguramente será días antes de las próximas elecciones intermedias en Estados Unidos con un fin meramente político.

Muchos otros, los más vulnerables, se quedarán en el camino con el alto riesgo de perder lo único que tienen: sus hijos o su vida.

Éste es un movimiento estructurado, dirigido y manipulado, en donde los que más pierden son nuevamente los que no tienen nada, quienes han sido usados para darle fuerza a la caravana.

Con ellos pueden ejercer presión política y continuar alimentando las filas del crimen organizado.

 

Una verdadera tragedia.