Diez años después
El 27 de junio pero del 2004, hace exactamente 10 años, los mexicanos, más de un cuarto de millón, salieron a las calles, vestidos de blanco y en silencio. A ninguno se le dio dinero o un sándwich para participar, como suele suceder en las grandes marchas. Lo que los unió fue el hartazgo por la inseguridad en nuestro país.
Se exigió castigos más severos y pena de muerte a los secuestradores. Fue una marcha no contra algún órgano de gobierno, sino contra todas las autoridades. Las consignas eran: “Ni uno más” y “Ponerse a trabajar por la seguridad”.
Se pedía, desde ese entonces, establecer un registro de teléfonos móviles y la instalación de bloqueadores de señal celular en los reclusorios, desde donde, hace diez años, operaban muchos secuestradores y extorsionadores telefónicos.
La marcha se replicó en Tijuana, Monterrey, Puebla, Aguascalientes y muchas otras ciudades. Aquí, en la Ciudad de México, duró varias horas. Se veía a la gente que abarcaba casi cuatro kilómetros del Paseo de la Reforma. Al final, sólo los pocos que llegaron al Zócalo, porque la mayoría se quedó en las calles aledañas, ¡tal era la multitud!, cantaron unidos, de una forma muy emotiva, el Himno Nacional.
Se pensó que después de todo este movimiento las cosas cambiarían. Pero no fue así. En estos diez años los secuestros en todo el país se han cuadriplicado, con la agravante de que ahora ha habido casos de niños plagiados. Los asesinatos han crecido 58 por ciento y los robos, un tercio.
Por supuesto que no se han colocado los bloqueadores de celular en los reclusorios y, como consecuencia, el numero de extorsiones telefónicas ha aumentado drásticamente. Justo ayer, mientras dormíamos, sonó el teléfono como a la 1:30 de la madrugada y era una de estas llamadas. Me imagino que a la mayoría le ha sucedido.
Según cifras de Alto al Secuestro, en los últimos 18 meses se han registrado tres mil 868 privaciones de la libertad con su respectiva averiguación previa, mientras que 545 quedaron registradas en alguna institución de seguridad, pero sin averiguación. De cada 100 mil habitantes, el tres por ciento ha sufrido un secuestro. Ocurre uno cada tres horas en el país.
En estos 10 años han surgido nuevas tragedias, que han provocado que se sumen otros activistas a la protesta para lograr un país más seguro, como los casos de los secuestros de Fernando Martí, Silvia Vargas y Hugo Alberto Wallace. Son casos en los cuales sus padres han tenido que enfrentar a un sistema judicial que ha hecho hasta lo imposible por dejar en libertad a los plagiarios.
Si no hemos visto resultados en esta última década es porque algo no se está haciendo bien. Es momento de que nuestras autoridades en verdad tomen conciencia y trabajen para que dentro de diez años el análisis no sea tan negativo, y podamos tener un México más seguro.
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