A seis semanas del Juicio del Siglo
El Juicio del Siglo contra Joaquín El Chapo Guzmán entró a su sexta semana con una notable ausencia.
En la segunda fila de la sala del Distrito Federal Este de Nueva York no estaba Emma Coronel, su esposa. Hasta el inicio de esta semana, ella sólo se había perdido dos audiencias preparatorias, a finales de septiembre.
Al entrar a la sala, El Chapo la buscó con la mirada, pero esta vez no la encontró, por lo que se concentró en las acciones del juicio. Éste es, quizá, el golpe anímico más fuerte que recibe Guzmán Loera. Él ha solicitado al juez en ocasiones anteriores que por favor le conceda unos minutos para poder tocar y darle un beso a Emma, y no se le ha concedido.
La semana pasada le conté cómo Tirso Martínez Sánchez El Futbolista, un distribuidor de cocaína en Estados Unidos para cárteles de la droga de México, detalló las inversiones millonarias que realizó en equipos del futbol mexicano. Un día después, el narcotraficante colombiano Jorge Milton Cifuentes Villa aseguró que el capo adquiría cocaína del ahora extinto grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Cifuentes aseguró que entre 2007 y 2008, él comenzó a enviar la cocaína desde Ecuador, debido a su temor de regresar a Colombia y ser asesinado. Desde Ecuador, Cifuentes adquiría la cocaína principalmente del traficante colombiano Gilberto García, alias Serpa, Pastrana o Político, quien compraba la coca en el departamento de Putumayo, en una zona que era controlada por las FARC.
Cifuentes explicó que dado que las FARC controlaban la zona de Colombia limítrofe con Ecuador, ésa era “la única forma” de comprar cocaína.
El jueves pasado, en la sala de la Corte de Brooklyn, el jurado escuchó la grabación de una conversación telefónica ocurrida en mayo de 2010 entre El Chapo Guzmán y un integrante de la guerrilla colombiana FARC, a quien le quería comprar cocaína.
El inicio de la sexta semana del juicio también estuvo marcado por las fuertes revelaciones del colombiano Jorge Milton Cifuentes, hermano de Francisco Pacho Cifuentes, uno de los máximos capos del Cártel del Norte del Valle. El lunes, el narcotraficante reveló que varios elementos de la DEA cometieron actos de corrupción en Colombia.
Cifuentes señaló que un conocido suyo, al que identificó como “Pancho”, afirmó que uno de sus primos era un agente de la DEA y que facilitó datos a narcotraficantes colombianos.
La relación de las FARC con el narcotráfico mexicano es una realidad. Pero también la defensa de El Chapo ha buscado señalar a personajes importantes en México sin prueba alguna, para hacer quedar a su cliente como una víctima de la justicia y no como un poderoso narcotraficante.
Esta semana el exnarcotraficante colombiano aseguró también que sobornó al exprocurador general de México Ignacio Morales Lechuga para obtener protección policial en sus operaciones de tráfico de drogas. Se basa en el dicho de otro personaje que ya falleció.
Ayer, en este espacio le daba la versión del exprocurador, con datos duros que demuestran que él no recibió soborno alguno por parte del narcotraficante; es más: las fechas que Cifuentes da ni siquiera coinciden con el periodo en el que Morales Lechuga estuvo al frente de la PGR.
Mientras tanto, en el juicio, el abogado Lichtman y el testigo Cifuentes cruzaron palabras y subieron los ánimos del interrogatorio.Lichtman intentó mostrar al exnarcotraficante como un hombre sin escrúpulos, que ordenó matar gente y que mintió cuando era necesario.
Cifuentes, en tanto, negó las afirmaciones de la defensa de El Chapo, e incluso confrontó al litigante por errores. Explicó que él le había dicho a El Chapo que no quería meterse en el tráfico de efedrina porque ese negocio era para generar metanfetaminas, a las cuales los jóvenes se hacen adictos.
Sin embargo en 2010, cuando el colombiano huyó a Venezuela tras descubrir que el gobierno de Estados Unidos tenía información de él, se quedó sin dinero y decidió entrar al negocio.
“Con el hambre cambié de parecer”, aseguró Cifuentes, quien reconoció haber traficado en total 220 toneladas de cocaína a EU.
Fue este martes cuando testificó quien dice llamarse Pedro Flores; algunos dicen que se ha cambiado el nombre de Margarito a Pedro. Este personaje es considerado por las autoridades federales estadounidenses el narcotraficante más importante de la ciudad de Chicago, junto con su hermano Margarito.
Flores, el primer exnarcotraficante que testifica en el juicio en inglés, habló de cómo se movía la droga del cártel en Estados Unidos.
Flores detalló que comenzó en el negocio del tráfico de drogas desde los siete u ocho años de edad, cuando ayudaba a su padre a descargar cargamentos de drogas en Chicago.
Los hermanos Flores comenzaron sus actividades en el narcotráfico cerca de 1998 y durante su carrera delictiva distribuyeron 60 toneladas de cocaína y otras drogas.
Nacieron en Chicago y vivieron en barrios de pandillas como Little Village, La Villita y Pilsen. En sus mejores épocas llegaron a distribuir en Chicago entre mil 500 y dos mil kilos de cocaína al mes.
Flores pasó años traficando la droga del cártel desde Chicago, junto a su hermano Margarito. Ambos lo hacían a través de intermediarios que estaban en contacto con El Chapo y otros narcotraficantes que trabajaban con él, como Vicente Carrillo.
En 2004 huyeron a México tras enterarse de que los buscaban las autoridades estadounidenses. Un año después, Flores conoció a El Chapo en su rancho de Culiacán y a partir de ahí empezó a lidiar con él y con El Mayo directamente, sin intermediarios.
Al visitar el rancho de Guzmán por primera vez, Flores dijo estar muy nervioso y ponerse aún más tenso al ver en el camino el cadáver de un hombre desnudo, atado con cadenas a un árbol.
Flores se plantó en la reunión en pantalones cortos, lo que hizo que El Chapo le dijera: “¿Con todo ese dinero que tienes no podías permitirte comprar el resto de los pantalones?”.
El testigo destacó que de 2005 a 2008 recibió 38 toneladas de cocaína de El Chapo y El Mayo. Eso supuso unos 800 millones de dólares en efectivo, que entregó a ambos mexicanos, dijo.
La droga ingresaba a Chicago en los compartimientos secretos del techo de los tráileres, el mismo escondite que era usado luego para llevar de regreso a México el dinero producto de las ventas.
Flores se entregó a finales de 2008 a las autoridades de Estados Unidos y ha sido testigo colaborador en más de 50 juicios. Dijo que su esposa se embarazó ese año y que no quería dar un futuro en el narcotráfico a sus hijos.
Además, en ese momento estaba asustado, ya que había empezado una guerra interna entre Guzmán y Arturo Beltrán en el cártel y que cada bando le pedía lealtad.
Pedro Flores incriminó a uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera en el tráfico de heroína a Estados Unidos.
Desde el banquillo de los testigos, Flores reconoció la grabación de una conversación telefónica que él sostuvo en 2008 con su hermano gemelo y con Alfredo Guzmán Salazar, alias Alfredillo, sobre un cargamento de 18 kilos de heroína destinado a Chicago.
Flores manifestó que la llamada tenía como fin acordar el envío de parte de Guzmán Loera, a quien Flores se refería de manera constante como “the man” (el hombre), y que era “coordinado” directamente por Guzmán Salazar.
En la llamada, de la cual se escucharon en la corte unos 10 segundos, Flores identificó la voz de su hermano, Margarito, y de Guzmán Salazar.
Durante su testimonio, el martes, Flores relató la vez que fue secuestrado y tratado con brutalidad durante varios días por un intermediario suyo, llamado Lupe Ledesma.
Los Flores habían perdido una carga de droga de Ledesma y éste, pensando que se la habían robado, cobró venganza.
Lupe convocó a Pedro a una reunión; sin embargo, cuando llegó al lugar acordado, 20 policías federales mexicanos entraron al sitio, lo esposaron y le vendaron los ojos. Fue detenido en una celda durante dos semanas.
Tras perder varios kilos y sintiéndose morir, lo sacaron de su celda y lo llevaron a un área remota. Esposado y con los ojos vendados, Pedro fue golpeado, mientras una voz le decía: “Tienes suerte, tu hermano te salvó”.
Le dieron la llave de sus esposas y lo abandonaron. Luego de liberarse se dio cuenta de que le dejaron un teléfono en la bolsa, así que llamó a Margarito para que fuera por él.
Margarito Flores no salvó solo a Pedro; lo hizo con ayuda de El Chapo, quien al enterarse del secuestro de uno de sus traficantes preferidos, intervino.
Flores también dijo que más tarde Guzmán Loera ordenó el asesinato de Ledesma. Un sicario identificado como Pocos Pelos realizó el trabajo, dijo Flores.
Tras enterarse del asesinado de Lupe Ledesma, Pedro se reunió con El Chapo, a quien le dijo que la primera vez que se conocieron tenía miedo de que él lo asesinara; el líder del Cártel de Sinaloa soltó carcajadas al escucharlo y le respondió: “El cártel no mata a todos, sólo a los que tenemos que matar”.
Y así es como se dieron las cosas esta semana en la Corte de Brooklyn. Un juicio al que todavía le faltan muchas semanas y tanto el juez como el jurado tendrán que estar muy sensibles para detectar tanta información falsa mezclada con verdades, para definir el futuro jurídico de Guzmán Loera.