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El capítulo final de El Chapo

“El Chapo está tranquilo”, dice su abogado, Eduardo Balarezo; y es que Guzmán Loera ya sólo espera la deliberación del jurado para conocer su destino.

 

Para tomar una decisión los 12 miembros del jurado, más los seis suplentes, recuerdan todos los testimonios y pruebas presentados en la Corte de Brooklyn, Nueva York, para definir su posición. Para que se pueda dictar cadena perpetua, que es lo que espera la Fiscalía, el jurado debe votar de manera unánime. Hoy les presento un recorrido por los momentos más sobresalientes de este caso. 

La Fiscalía presentó durante casi tres meses los testimonios de 56 testigos, de los cuales 14 eran antiguos colaboradores o socios de El Chapo; y es precisamente ahí donde se está atorando la labor del jurado.

Por eso pidieron revisar de nuevo el testimonio de seis testigos clave de la Fiscalía: los hermanos colombianos Jorge y Alex Cifuentes, y el agente de la Patrulla Fronteriza Juan Aguayo; pero es tal el volumen de las transcripciones que pidieron, que se estima que el juicio se prolongue una semana más.

Solicitaron también los testimonios completos de tres de los testigos protegidos más importantes del caso: Jesús El Rey Zambada; Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, y Dámaso López Núñez, El Licenciado, todos ellos piezas clave dentro del Cártel de Sinaloa.

Parece que estas peticiones juegan a favor de la defensa; tal vez por eso se pudo observar el miércoles a un sonriente Chapo, mientras que sus abogados se mostraban relajados.

Desde que el inició del juicio la Fiscalía puso a El Chapo como el hombre que por tres décadas lideró esa multinacional del crimen, la estrategia de la defensa fue ponerlo como un personaje de medio rango dentro del cártel. Por ello, la defensa inició una bomba mediática al asegurar que esa organización sobornó a los expresidentes Enrique Peña y Felipe Calderón para evitar la captura de El Mayo Zambada.

El abogado Jeffrey Lichtman aseguró que los gobiernos de México y EU confabularon con El Mayo para incriminar a El Chapo, y para demostrarlo, señaló que en los últimos dos años, desde que El Chapo fue extraditado a EU el flujo de drogas no ha parado.

Describió a Guzmán como un hombre sin importancia dentro del cártel, cuya imagen se elevó a mito para desviar la atención de El Mayo, quien, dijo, es el verdadero líder de la agrupación, quien nunca ha sido arrestado.

El litigante atacó duramente a los exsocios, empleados y rivales de El Chapo del programa de protección de testigos y que cooperan con el gobierno, a quienes calificó como degenerados, criminales y violentos, por lo que dijo al jurado, su testimonio no debería ser tomado en cuenta.

En la cuarta semana se dieron los testimonios de dos testigos clave de la Fiscalía: el colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía, Chupeta, exlíder del Cártel del Norte del Valle, a quien se identificó como “gerente” de las operaciones de El Chapo, y Miguel Ángel Martínez Martínez, El Tololoche. El primero detalló como El Chapo transportó toneladas de cocaína colombiana a EU. El segundo explicó su labor como piloto, además de recibir los aviones con droga, almacenarlas y pagar.

Otro de los testigos fue Jorge Milton Cifuentes, El JSimón o El Penúltimo, hermano del colombiano colombiano Francisco Pacho Cifuentes, uno de los máximos líderes del Cártel del Norte del Valle. Milton detalló que viajó a México en 1988, enviado por su hermano para coordinar cargamentos de su país. Así armó una relación con gente del capo, hasta que conoce a Damaso López, El Licenciado, con quien acuerda una cita con El Chapo, iniciando una importante relación criminal.

También compareció Alex Cifuentes, cuyo hermano, Pacho, fue piloto de Pablo Escobar; mientras que su otro hermano, Jorge, formó parte del Cártel de Sinaloa. Alex dijo de su relación con Joaquín Guzmán: “Yo era su mano derecha… y su mano izquierda”.

El nexo entre ambos comenzó en 2002, pero fue en 2007, tras el asesinato de Pacho, que los Cifuentes se vieron en problemas debido a que su hermano murió debiendo 10 millones de dólares, por lo que  contactaron a Guzmán, quien los ayudó, lo que consolidó su alianza. Fue tal la confianza que Alex se mudó a las montañas para fungir prácticamente como su asistente personal. También le enseñó al capo a pilotar en caso de que tuviera que escapar de la justicia.

Alex Cifuentes aseguró que El Chapo pagó al expresidente Peña Nieto 100 millones de dólares, luego de que éste último lo buscó poco después de la votación de 2012, en la que fue electo, y le pidió un pago de 250 millones de dólares a cambio de frenar su búsqueda.

En el juicio llamaron la atención las declaraciones de las fugas de El Chapo de penales de alta seguridad. El Licenciado negó haber ayudado a Guzmán a fugarse de Puente Grande, Jalisco, en 2001; sin embargo, reconoció haberle facilitado la vida en prisión.

El Vicentillo contó cómo El Chapo le narró su huida a bordo de un carro de lavandería. De la segunda fuga, el 11 de julio de 2015, de El Altiplano, El Licenciado dijo que fue Emma Coronel la coordinó en reuniones a la que asistían El Licenciado, y los hijos de Guzman; los llamados Chapitos: Jesús Alfredo e Iván Archivaldo, así como Joaquín y Ovidio para informarles las órdenes que mandaba Joaquín desde prisión para orquestar su fuga, y así evitar su extradición a Estados Unidos.

Otro tema que llamó la atención fue la vida sentimental de El Chapo, que  fue contada ante Emma Coronel. La esposa del capo, que apenas faltó cuatro días a las sesiones, tuvo que afrontar la lectura de conversaciones y cartas de amor que Guzmán mandaba a sus amantes; incluso, presenció el testimonio de una de ellas: la de Lucero Sánchez López, exdiputada del PAN. Ella señaló que sus sentimientos hacia él permanecen; después se dijo que, en realidad, El Chapo la habría violado.

Lucero lloró durante su testimonio, situación que pareció disfrutar Coronel; y cuando la Chapodiputada salió de la sala sollozando con su micrófono de solapa aún encendido, se echó a reír.

La relación de Joaquín y Lucero iba más allá del romance: trataban negocios criminales, principalmente el tráfico de mariguana; como se demostró con mensajes entre ambos. Lucero estuvo en la misma casa con El Chapo, desnudos en la cama cuando éste casi fue capturado en 2014 por los marinos. Tuvieron que huir en paños menores.

De la mano con las pasiones amorosas, El Chapo quedó exhibido también en su parte más violenta, casi salvaje, en particular durante los testimonios de Isaías Valdez Ríos, Memín, su guardaespaldas, pues en los anteriores sólo lo señalaban como el que daba las órdenes para cometer asesinatos. Memín narró a detalle tres asesinatos perpetrados por El Chapo. Uno de ellos en Bastantitas, Durango, cuando El Mayo le llamó para decirle que le había enviado un “regalo”: un miembro del Cártel de los Arellano Félix.

El hombre había sido torturado; fue vendado de los ojos y encerrado tres días, luego comenzó el interrogatorio por El Chapo. El hombre respondió. Más tarde, cambiaron de escondite, llevándose a la víctima. Encerraron otros tres días al sujeto hasta que comenzó a oler mal; El Chapo ordenó a sus hombres cavar un hoyo en un cementerio cercano y que le llevaran al hombre. Ahí comenzó de nuevo el interrogatorio y a mitad de una respuesta le disparó… pero el hombre seguía con vida, por lo que ordenó enterrarlo vivo.

Dos zetas en El Dorado, Durango, fueron golpeados por él mismo con un tronco durante tres horas. Quedaron como una muñeca de trapo, relató Memín; sus huesos estaban rotos, no podían moverse. Luego, El Chapo ordenó a sus hombres cavar un agujero, llenarlo de madera y comenzar una fogata.

En casi tres meses del Juicio del Siglo, se evidenció que la mayoría de las drogas que ingresan a EU lo hacen a través de cruces fronterizos terrestres vigilados por agentes. Los túneles fronterizos fueron utilizados varios años; sin embargo, la organización criminal traficó toneladas de cocaína a través de trenes, buquetanques, sumergibles, avionetas y tráileres que cruzaban por la frontera.

Tirso Martínez, El Ingeniero, dijo como él convenció a El Chapo para usar trenes cisterna que recorrían las líneas ferroviarias transfronterizas; así movió hasta mil 800 kilogramos de cocaína entre 2000 y 2003, principalmente por California y Texas, con destino a Chicago, Los Ángeles y Nueva York.

Steven DeMayo, quien hace dos décadas trabajaba para la división de investigación de narcóticos del Servicio de Aduanas, testificó que carros-pipa con fondos falsos salían del Estado de México y cruzaban Tamaulipas rumbo a bodegas de Los Ángeles, Chicago y Nueva York. Juan Carlos Ramírez, Chupeta, la droga en su mayoría iba escondida en latas de chiles jalapeño.

También hubo testimonios que detallaron el uso de aviones para transportar cocaína de Colombia a México, que posteriormente era descargada en camiones para llevarla a través de cruces fronterizos a Los Ángeles y Chicago.

El jurado también vio un video de un submarino del cártel que llevaba cinco mil 900 kilogramos de cocaína con un valor de más de 100 millones de dólares. La Guardia Costera lo interceptó frente a la costa de Guatemala.

Por lo pronto, el jurado sigue lidiando con la “avalancha de evidencia” para cumplir las instrucciones del juez Brian Cogan para llenar un complejo formulario de ocho páginas y 53 casillas que deben marcarse como “culpable o no culpable”, “probado o no probado” o simplemente “sí o no”.

 

En el remoto caso de que el jurado no lo encontrara culpable de ninguno de los 10 cargos que se le imputan, el Gobierno podría volver a iniciar el juicio en otra demarcación, ya sea California, Texas, Illinois, Arizona y Florida, donde también se acusa al capo. En caso de ser condenado, El Chapo podría ser enviado a la prisión federal de Colorado, la más segura del país, situada en medio del desierto.