Notre Dame en llamas
El día de ayer, alrededor de las 18:50, hora de la capital francesa, se declaró un incendio en la catedral de Notre Dame. El humo era visible a varios kilómetros de distancia.
La catedral de Notre Dame, el monumento más visitado de Europa, sede de la Arquidiócesis de París, la capital de Francia, dedicado a María, madre de Jesucristo, situado en la pequeña isla de la Cité, rodeada por las aguas del río Sena, estaba en llamas.
La construcción, que se empezó a edificar en el año 1163 y estaba casi concluida en 1260, aunque se terminó hasta 1345, de estilo gótico, y una de las catedrales más hermosas del mundo, fue consumida por el fuego.
Un incendio que inició en el espacio en remodelación del recinto. Las llamas provocaron el colapso de la estructura conocida como “la aguja de Notre Dame”, una torre representativa de la catedral que terminaba en pináculo. Según las autoridades francesas, el incendio estaba “potencialmente vinculado” a las obras de renovación del edificio, el monumento histórico más visitado de Europa. Durante estas obras, varias estatuas habían sido retiradas previamente con grúa para su restauración.
Además del derrumbe de la aguja que coronaba el edificio, las llamas también se propagaron al ático de la catedral y colapsaron parte del techo.
A altas horas de la noche de ayer, la noticia más esperada se confirmó: la estructura del edificio “está salvada en su conjunto”. Además se logró rescatar parte del tesoro, como la corona de espinas y la túnica de San Luis.
No es la primera desgracia que le ocurre a Notre Dame. Durante la década de 1790, tras la Revolución Francesa, Notre Dame sufrió la profanación de parte de su imaginería religiosa, la cual quedó muy lastimada. Para 1845 empezó la primera restauración, que se prolongó durante un cuarto de siglo. En 1963 se hizo otra rehabilitación para recuperar su color original, mismo proceso que se repitió entre 1991 y 2000.
Notre Dame es, junto a la Torre Eiffel, uno de los grandes atractivos de la ciudad y una de las obras maestras del arte gótico, con más de 800 años de historia.
Durante un tiempo fue el edificio cristiano más grande del mundo occidental y símbolo de la riqueza y la potencia de la capital.
Su historia ha estado estrechamente asociada a la de la ciudad y a la de toda Francia, con algunos momentos que han dejado huella.
En 1793, en una de las fases de mayor anticlericalismo de la Revolución Francesa, fue transformada en “Templo de la Razón”.
Años más tarde fue el lugar escogido por Napoleón para su coronación como emperador, en diciembre de 1804.
La catedral fue también escenario de las celebraciones de la liberación de París de los nazis, con un oficio religioso el 26 de agosto de 1944, al que asistió el general Charles de Gaulle, después de descender por los Campos Elíseos entre cientos de miles de personas.
También allí se oficiaron funerales nacionales para personalidades políticas, como el propio Charles de Gaulle y los también presidentes Georges Pompidou y François Mitterrand.
El 15 de noviembre de 2015, dos días después de la oleada de atentados yihadistas en París, en los que fueron asesinadas 130 personas y varios cientos más resultaron heridas, tuvo lugar en Notre Dame una misa en homenaje a las víctimas.
El 6 de junio de 2017 un hombre armado con un martillo agredió a un policía al grito de “¡esto es por Siria!”, junto a la catedral, antes de ser herido por otro agente, en lo que se consideró un atentado terrorista.
Actualmente se realizaban obras de restauración, con un costo estimado de seis millones de euros, que debían prolongarse hasta 2022 y que necesitaron de la instalación de unos enormes andamios que llegaban a 100 metros de altura.
En 2017, el rotativo estadounidense The New York Times se refería a la deficiente restauración del monumento:
Las gárgolas rotas y los balaustres caídos son reemplazados por tubos de plástico y tablones de madera. Arcos arbotantes oscurecidos por la contaminación y erosionados por la lluvia. Pináculos sostenidos con vigas y unidos con cuerdas.
Poco de ese deterioro es inmediatamente visible para los millones de asombrados turistas que visitan la Catedral de Notre Dame en París todos los años; muchos de ellos demasiado ocupados en admirar el frente esculpido intrincadamente, como para notar el desgaste por uso.
En el sentido de las manecillas, desde la izquierda, mampostería erosionada; tubería de plástico que reemplaza una gárgola caída; gárgolas desgastadas y los arcos erosionados que soportan el peso de la catedral.
Usualmente el agua gotea por entre el chapitel cubierto de plomo, debilitando su estructura de madera. La lluvia, en parte ácida, está erosionando lentamente los arcos arbotantes y sus pináculos decorativos, construidos con delicada piedra caliza.
Las gárgolas se han caído al piso y han sido reemplazadas con tubos de PVC. En un pequeño jardín, a espaldas de la catedral, se han apilado ordenadamente trozos de mampostería que se han roto o quitado como medida precautoria a lo largo de los años.
Piedras caídas en el techo de la catedral. Unos expertos afirman que el mantenimiento de rutina no es suficiente para evitar que la lluvia, el viento y la contaminación causen daño permanente.
Los pináculos, por ejemplo, sirven para anclar y estabilizar los arcos arbotantes, que reciben el peso de la catedral. Las caras retorcidas y burlonas de las gárgolas sirven tanto para decorar como para drenar la lluvia.
Si quitas alguno de esos elementos habrá un desequilibrio en alguna parte. No es que se vaya a caer todo el edificio porque pierdas tres pináculos, pero sí va a desequilibrarlo.
En ese entonces, sin los estragos del fuego que terminaron por devastar la catedral, la fundación Amigos de Notre Dame calculaba que se requerían cerca de 40 millones de dólares para reparaciones urgentes. Hoy, para poder restaurar la catedral, el costo todavía es incalculable.
Esta catedral ha sobrevivido a las guerras francesas, incluyendo las religiosas y la Revolución, la guerra Franco-Prusiana, la Primera y Segunda Guerra Mundial y a la ocupación nazi.
Hoy, ante la tragedia, el mundo se ha unido para buscar la forma de rescatar y restaurar lo posible. La Unesco expresó que trabajará junto a Francia para salvaguardar y rehabilitar Notre Dame, patrimonio invaluable.
François–Henri Pinault, uno de los hombres más ricos de Francia, anunció que donará 100 millones de euros para su restauración.
Y a estas voces se han sumado muchas más que no quieren que las campanas de Notre Dame, que son el espíritu de esa gran ciudad que es París, dejen de sonar. Más temprano que tarde, aunque los estragos causados por el fuego no se puedan borrar, las campanas de Notre Dame volverán a repicar.
Tesoro de la humanidad
Para combatir el siniestro en Notre Dame, laboraron más de 400 bomberos, quienes rechazaron usar medios aéreos para sofocar las llamas, pues temían que la maniobra pudiera causar el derrumbe completo de la catedral o dañar colateralmente a edificios vecinos. Un portavoz dijo que la mayoría de los tesoros no resultaron afectados porque estaban en la sacristía.