Robo a casa-habitación, crece y se moderniza
El robo a casa-habitación es uno de los delitos que más nos afectan por varias razones, una de ellas es porque se realiza en nuestro hogar, en donde suponemos que estamos más seguros, en donde vive nuestra familia.
El atraco nos deja vulnerables, ya no nos sentimos seguros en ningún lugar, creemos que violaron nuestro espacio y que a partir de ese momento toda nuestra familia y pertenencias están en constante y real riesgo.
De acuerdo con datos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, entre enero y noviembre de 2018 se registraron 6 mil 924 denuncias por robo a casa-habitación, de las cuales, 93 por ciento fue sin violencia.
Esto significa que cada mes robaron en 629 casas, 21 por día, o casi un hurto cada hora.
Pero comenzó el año y las cosas no mejoraron. Durante el primer cuatrimestre del Gobierno de Claudia Sheinbaum, de diciembre de 2018 a marzo de 2019, se registró un alza de 83 por ciento en el robo con violencia a casa-habitación, con relación al periodo similar anterior.
Y no sólo fue en la capital, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el primer cuatrimestre de 2019 el robo a casa-habitación con violencia creció 11 por ciento en todo el territorio nacional.
Entre los estados con mayor incidencia, el primer lugar lo ocupó el Estado de México, con 354 casos, seguido de la Ciudad de México, con 263.
Ante el aumento de los casos, las autoridades capitalinas identificaron que se incrementó la participación de mujeres y extranjeros, principalmente de colombianos, en la comisión de este ilícito.
Ahora los delincuentes realizan “inteligencia criminal” para tener mayor efectividad en los robos.
Se identificó que actualmente utilizan a mujeres, que incluso llevan niños para pasar desapercibidas entre los vecinos, pero son quienes seleccionan los domicilios, les sacan fotografías y dan luz verde a sus cómplices.
Generalmente éstas viajan en automóviles de modelos recientes.
Pero la manera en la que operan estos criminales va evolucionando día con día, por lo que encontramos casos que en ocasiones son difíciles de comprender como en Puebla, en donde los delincuentes arrojan gatos muertos.
Se preguntará para qué; bueno, pues los rateros arrojan los cuerpos de los animales muertos para detectar si hay sensores de movimiento en la casa o para saber si alguien está en el inmueble.
Golpe a productor
En otras regiones y ante la falta de alumbrado público y seguridad, los vecinos decidieron adoptar a perros de la calle para que, ante la presencia de gente extraña, los alertaran con sus ladridos; sin embargo, los canes fueron envenenados al tiempo que aumentó el robo de casas.
Otra de las tácticas que usan estos criminales es hacerse pasar por elementos policiacos.
Es en la Ciudad de México en donde se ha identificado este modo de robo. Los sujetos se hacen pasar como elementos de la extinta Procuraduría General de la República para irrumpir en la casa, someter a los habitantes y efectuar el robo.
Como le comenté ayer, otro de los modos de operar que utilizan los colombianos consiste en ir a ciertas colonias y aleatoriamente comienzan a tocar a las casas para ver cuál está sola, preferentemente lo hacen durante el fin de semana, que es cuando tienen más probabilidades que sus dueños no estén.
Regularmente la que hace la labor de tocar en los domicilios es una mujer bien vestida, mientras sus cómplices vigilan a los lejos en autos, que son regularmente rentados.
Tras identificar que el domicilio está solo, fuerzan las chapas para entrar. Regularmente escogen un botín valioso, pero que no sea grande para que puedan salir con maletas, dando la impresión de que salen de vacaciones.
Estas bandas de colombianos viajan a varios estados los fines de semana, para operar bajo el mismo sistema.
De manera similar se ha identificado a una banda en la Ciudad de México conocida como Los Mirreyes.
Son hombres vestidos con ropa de marca, relojes caros, perfumados y manejando camionetas o vehículos de lujo. Lo hacen para pasar desapercibidos en las colonias en las que atracan.
Los Mirreyes eligen un departamento o casa de zonas selectas de la capital, previamente realizan recorridos y revisan la vigilancia del lugar para saber los horarios en los que los dueños no están, cuando tienen la información, realizan el robo.
Estos ladrones buscan laptops, tabletas, relojes, joyas y dinero en efectivo. Los montos que obtienen por cada hurto superan los 50 mil pesos.
Se sabe que este grupo delictivo es encabezado por mexicanos; sin embargo, se han identificado a cómplices colombianos y venezolanos.
Pero existe otra variación de estos atracos en los que también están involucrados criminales sudamericanos.
En estos casos, los integrantes de estos grupos estudian a las víctimas a través de las redes sociales, quienes son elegidas por las publicaciones que realizan de sus vacaciones o visitas a lugares lujosos.
Después sus domicilios, ubicados en zonas residenciales exclusivas, son vigilados día tras día para saber cuándo no están los ocupantes.
Los delincuentes llegan en vehículos de reciente modelo y vestimenta fina, por lo que pasan desapercibidos ante guardias y vecinos. Al llegar a las casas roban cajas de seguridad, dinero en efectivo, joyas y vehículos de último modelo.
El botín es trasladado a otras ciudades a través de empresas de mensajería, autos e incluso avionetas de alquiler, donde es revendido con documentos falsos.
Esta organización criminal opera en Brasil, Argentina, Ecuador y algunos países europeos, así como en varios estados de la República Mexicana, teniendo su base de operaciones en Jalisco.
Pero los robos no sólo se realizan cuando los dueños de las viviendas no están; también hay criminales que realizan los atracos a altas horas de la noche para cerciorarse de que los habitantes estén dormidos.
Este tipo de hurtos se ha incrementado en Chiapas. Los rateros entran por las ventanas y por increíble que parezca, en varios casos los inquilinos no se dan cuenta del atraco hasta que despiertan, incluso con mascotas en la casa.