Van 30 años de políticas fallidas contra la violencia de género
En México ser mujer es un riesgo. Diez son asesinadas todos los días y en promedio 50 son agredidas sexualmente. Es un tema que no queremos que se diluya u olvide hasta que las mujeres no estemos seguras en este país.
Hace unos días escribía en este espacio, que casi veinte años después de los terribles hechos en donde decenas de mujeres fueron secuestradas, torturadas y asesinadas en Ciudad Juárez, hoy nuevamente la violencia azota a este municipio.
Mientras el gobernador de Veracruz lleva enfrascado desde que inició su mandato en una guerra de poder personal para destituir al fiscal del estado, Jorge Winckler, los feminicidios en esa entidad no sólo no cesan, sino que aumentan todos los días.Y así podemos ir recorriendo muchos estados del país.
Entrevisté a Tania Reneaum Panszi (TRP), quien está al frente de Amnistía Internacional (AI) México, sobre la violencia hacia las mujeres.
TRP: Nosotros creemos, desde Amnistía Internacional, que el foco se puso en las pintas al Ángel de la Independencia, en el golpe que recibió el periodista por un hombre, y que no se terminó de analizar el fondo; y creo que el fondo tiene que ver con una violencia extrema en contra de las mujeres, que es constante y que el Estado responde únicamente con un ciclo de impunidad. El Estado que tiene que cuidar la integridad y la vida de las mujeres no ha tenido la capacidad de llevar a la justicia a las personas que matan a las mujeres, que las lastiman en el ámbito público y privado cotidianamente, y creo que lo que hicieron esas jóvenes fue hacer un grito desesperado de hartazgo y de hacer visible la violencia en contra de las mujeres.
Es una parte de la crisis de derechos humanos y el Estado lo tiene que tomar con seriedad y compromiso, como con el que toma cualquier otro asunto de carácter económico, ambiental, etcétera.
BB: Nuevamente regresa la violencia a Ciudad Juárez con los asesinatos a mujeres.
TRP: Efectivamente, hoy no solamente podemos hablar de las muertas de Juárez, como lo empezamos a hablar desde mediados de 1990, donde las mujeres empezaron a ser una estrategia de incidencia nacional e internacional; hoy hablamos de las muertas en Guanajuato, en la Ciudad de México, en el Estado de México, Veracruz; en entidades federativas donde antes no se hablaba como un tema de emergencia, hoy se habla. Hemos pasado prácticamente 30 años de políticas públicas que hemos de reconocer que son fallidas, porque se ha apostado mucho en que el sistema penal resuelva un problema social, cuando el sistema penal solamente es para castigar a los responsables y el problema social de fondo sigue sin discutirse con seriedad y sin resolverse en verdad.
BB: ¿Qué tendríamos que hacer las mujeres para seguir alzando la voz? Hemos intentado alzarla, se dio la marcha, pero también de alguna manera no quieren que nos hagamos escuchar.
TRP: A mí me encanta esta pregunta. Fíjate, Bibiana, que una de las cosas en que yo siempre he estado muy preocupada es el reemplazo generacional de quienes hemos estado luchando por una vía libre sin violencias desde hace 25 años; nosotras, esta generación mía, tuya, constituimos el reemplazo generacional de otras mujeres, y hoy estoy muy contenta de ver jóvenes que han salido a las calles, que inundan las redes sociales con reflexiones muy profundas. Creo que las jóvenes nos han enseñado dos cosas: lo primero es que tenemos que apostar por un modelo educativo donde estos temas se hablen, donde tengamos que hablar de nuestras relaciones de género de forma diferente. Lo segundo que nos han enseñado es que hay que romper en ocasiones el control social informal. Es decir, la sociedad nos gestiona y nos controla las normas jurídicas y el deber ser —que es el control social formal— y el control social informal es el comportamiento que se espera de los hombres y de las mujeres, y las mujeres jóvenes han roto el comportamiento que se espera de las mujeres para ser mujeres que salen, que gritan, que protestan con la voz muy en alto y que hacen cosas muy disruptivas que probablemente generaciones antes no nos atrevíamos.
BB: Ser mujer es peligroso en México, pero también ser periodista. Después de Afganistán, nuestro país es el más riesgoso para ejercer esta profesión.
TRP: Sí, efectivamente, creo que no nos está funcionando como queremos que nos funcione hoy día, pero a mí me parece que hemos dejado de hacer la incidencia, digamos, en los organismos internacionales, en las altas esferas del gobierno, para ser un movimiento social de conciencia. No nos ha funcionado porque a veces, en muchísimas ocasiones, hemos hablado solamente con las autoridades y hoy lo que las mujeres jóvenes nos han enseñado es que hay que hablar con nuestras pares y nuestros pares diciendo: “La violencia es un hecho, la violencia existe”, y creo que este movimiento ha sido un parteaguas para ponerlo sobre la mesa de discusión en nuestras casas, en las relaciones de diálogo cotidianas, esto es lo que este movimiento ha hecho y yo apuesto porque estas conversaciones que tengamos desde otros sitios nos ayuden a entender colectivamente que la violencia contra las mujeres, aunque sea cotidiana, no es normal y que además, aunque la impunidad del Estado también sea cotidiana en la violencia contra las mujeres, tiene una connotación distinta.
BB: ¿Qué tendría que pasar para que efectivamente viéramos una disminución de la violencia hacia las mujeres?
TRP: Creo que una de las primeras cosas que hay que apostar es a políticas de largo plazo. Las políticas cortoplacistas que muchos gobiernos han implementado y que fundamentalmente están basadas en modificar el Código Penal y decir que ya se va a sancionar a todos los responsables no han funcionado; las políticas a largo plazo implican revisar los modelos educativos en la escuela, revisar los programas sociales, revisar las formas en cómo las mujeres nos relacionamos con el Estado y con eso me refiero también a cómo las autoridades del Estado se relacionan con las mujeres. Amnistía Internacional en 2016 hizo una investigación muy interesante que se llama Sobrevivir a la Muerte, en donde entrevistó a más de 100 mujeres que estaban en cárceles federales del país; de las 100 mujeres entrevistadas 100 dijeron que habían sido víctimas de violencia verbal, 72 por ciento, o sea 72 mujeres, dijeron que habían sido víctimas de violencia sexual, habían sido violadas, habían sido tocadas o se les habían introducido objetos en sus partes íntimas, y 97 por ciento manifestó haber sido golpeada. Eso también tiene que ver con la relación que las mujeres tenemos con las personas que ejercen el poder y la autoridad en el Estado, por eso creo que tenemos que revisar, ya no es suficiente políticas cortoplacistas, hay que hacer políticas intergeneracionales que no dan un rendimiento político rápido, pero que sí pueden cambiar una realidad.