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El secuestro dejó de ser para la élite

 

The Washington Post publicó un extenso reportaje sobre el secuestro en México. Le dice al mundo que nuestro país está enfrentando el mayor número de plagios registrados en la historia.

Relatan el caso de Adriana Carillo, una joven de Ecatepec cuya familia está formada por comerciantes que trabajan en un mercado de ese municipio. Ella fue secuestrada en dos ocasiones en los últimos dos años. La primera vez fueron policías que portaban incluso sus placas: la subieron a un coche y la mantuvieron atada de manos y pies en la parte trasera de un automóvil Nissan por más de 37 horas. Su padre negoció el pago del rescate en 12 mil dólares y la dejaron en libertad. A los tres días, Adriana regresó al trabajo como cajera en el negocio de su padre, donde laboraba desde los ocho años vendiendo mercancía a granel. No quería vivir como víctima.

El segundo plagio fue el 28 de mayo del 2013, pero esa vez sí la llevaron a una casa de seguridad y fue golpeada. Finalmente después de nueve días la dejaron en libertad. En esa ocasión sus familiares denunciaron el secuestro. Son cientos de secuestros los que se dan en el entorno de los comerciantes de los principales mercados.

Las estadísticas dicen que 20 por ciento de las víctimas pierden la vida durante el plagio. Muchas son mutiladas y abusadas sexualmente. The Washington Post da una cifra de mil 698 plagios denunciados el año pasado, pero también dicen que por cada plagio denunciado pueden ser 10 los cometidos.

La asociación de Isabel Miranda reportó tres mil 38 secuestros el año pasado, y la asociación que encabeza Fernando Ruiz Canales dice que en México se dieron 76 secuestros diarios en todo el país.

En lo que sí coinciden todos los expertos en el tema, entrevistados para este artículo del Post, es que el perfil de personas secuestradas ya no es el de personajes ricos que pueden pagar rescates elevados. Hoy, en México, los plagios se dan al azar y los comerciantes y las personas que trabajan en la economía informal, sin importar el extracto socioeconómico, son los más vulnerables. Son los que tienen dinero en efectivo para pagar el rescate: personas que atienden negocios, choferes de taxis, los que trabajan en estacionamientos públicos y los vendedores de tacos, por ejemplo.

También ha aumentado el número de estudiantes plagiados al azar, cuyos padres están dispuestos a pagar el rescate. Los secuestradores ya no buscan que se les paguen cantidades millonarias, sino poco, pero de una manera rápida.

Tenemos que recordar que, recientemente, se han dado fuertes golpes al crimen organizado, cuyos mandos bajos se están dedicando a delitos alternos como secuestro, robo, y extorsión, que sin duda son los delitos que más lastiman a la sociedad.

Tenemos un zar antisecuestros nombrado recientemente en México: Renato Sales Heredia, un hombre capaz. Esperemos que pronto pueda controlar la situación tan grave que se vive en el país en este sentido, porque es una vergüenza que ahora México esté en las principales planas de los diarios internacionales por el incremento de los secuestros.

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