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¿Fin de la monarquía británica?

“Pretendemos dar un paso atrás en nuestro papel de miembros sénior de la familia real y trabajar para ser económicamente independientes (…) Planeamos equilibrar nuestro tiempo entre el Reino Unido y América del Norte y seguir cumpliendo con nuestros deberes respecto a la reina, la Commonwealth [Comunidad de Naciones] y las organizaciones de nuestro patronazgo”.

Fue así, por televisión, como la reina Isabel se enteró de la retirada de los duques de Sussex, y es que la pareja no le contó a la reina ni a los príncipes Carlos y Guillermo, sobre su determinación.

La noticia dada a conocer el pasado miércoles 8 de enero no sólo tomó por sorpresa a la familia real, sino a toda una nación. Esta decisión ha provocado una crisis no sólo dentro de la Familia Real Británica, sino para la monarquía de ese país. La reina Isabel II ha analizado, junto a su familia, en su residencia de Sandringham esta crisis.

Tras la reunión, Isabel II ha anunciado que respeta la decisión del príncipe Harry de separarse parcialmente de la familia real junto a su mujer, Meghan Markle. Ha asegurado que se vivirá una etapa de transición de la pareja entre Inglaterra y Canadá, e impuso un periodo de transición y una reducción gradual de los ingresos públicos que reciben.

Es así como a partir de ahora, en el Palacio de Buckingham, Carlos de Inglaterra y el príncipe Guillermo, junto al Gobierno británico y el Gobierno de Canadá, discutirán las obligaciones de representación, los ingresos que deberán percibir, la disposición que podrán tener de los servicios diplomáticos del Reino Unido, así como los desplazamientos, costos y seguridad de la pareja.

La renuncia de Harry y su esposa Meghan para cumplir labores de la corona británica volvió a poner en el centro del debate, para unos sectores, la razón de ser de una de las monarquías más tradicionales, importantes y antiguas del mundo: la británica.

De acuerdo con Graham Smith, vocero de la organización Republic, que aboga porque el cargo de jefe de Estado que ocupa la reina Isabel II no sea hereditario, sino elegido democráticamente, la decisión de Harry y Meghan levanta serios cuestionamientos sobre el futuro de la monarquía.

“¿Quién va a pagar por sus gastos y su estilo de vida cuando no estén en Reino Unido? Ellos sugieren que no van a ser parte de la realeza, pero siguen recibiendo dinero del pueblo británico mientras encuentran otras formas de financiación”.

Fueron reacciones como éstas de los medios británicos que han tratado el asunto con la dimensión de una crisis constitucional superior incluso al Brexit, las que obligaron a Isabel II a actuar con celeridad.

A últimas fechas ya se analizaba el momento en el que la reina Isabel II, la monarca más longeva del mundo, cedería el trono a su hijo, el príncipe Carlos, quien es el primero en la línea de sucesión, pero también se ha analizado la posibilidad de ver la forma en que el heredero de la corona pudiera ser el príncipe William, por su popularidad.

Crisis familiar

Pero este movimiento real representa un cambio que podría poner en riesgo a la monarquía británica.

De acuerdo con una encuesta de Yougov, 69 por ciento de la población apoya la continuidad de la realeza, pero con Isabel al frente; sin embargo, con el tiempo ha crecido el rechazo a la corona, por lo que cientos de ciudadanos piden la abolición de la monarquía por la postura “Brexit duro” del primer ministro Boris Johnson, a quien califican como el “brazo ejecutor de la reina”.

Es la organización Republic la que más insiste en replantearse el futuro para considerar abolir la monarquía, pero lo cierto es que, si bien es una organización nacional, no tiene excesiva fuerza.

Pero además, enfrenta un obstáculo mayor: ningún partido político británico con representación lleva la república en su programa electoral, ni siquiera los independentistas escoceses del SNP son abiertamente republicanos.

Pero no es la primera vez que la Corona se tambalea.

A sólo unos meses de iniciar su reinado, el rey Eduardo, hermano del papá de la Reina Isabel II, causó una crisis constitucional cuando le propuso matrimonio a la celebridad estadounidense y dos veces divorciada Wallis Simpson. Los primeros ministros del Reino Unido y los dominios se opusieron al matrimonio, argumentando que el pueblo nunca la aceptaría como reina.

Eduardo sabía que el gobierno, encabezado por el primer ministro Stanley Baldwin, renunciaría si los planes de matrimonio seguían adelante, lo que obligaría a convocar nuevas elecciones generales y podría arruinar irremediablemente su condición de monarca constitucional, políticamente neutral.

En lugar de renunciar a su amor por la señora Simpson, Eduardo decidió abdicar. Fue sucedido por su hermano menor, Alberto, que eligió usar el nombre de Jorge VI.

Conociendo esta historia, la reina Isabel II no se opuso al matrimonio de Harry con Meghan.

La monarquía también enfrentó en los años 90 la situación entre Carlos y Camilla, el accidente mortal de Lady Di, entre otros hechos, que dejó en entredicho su imagen. Fue la primera vez en la que varios medios se plantearon si era hora de cambiar el sistema.

Fue entonces que comenzaron los debates para considerar girar a la república; o el referéndum que pidió el diario The Guardian en el año 2000 sobre la continuidad de la monarquía, fueron hechos que marcaron los peores años para los Windsor.

La respuesta de Isabel fue mostrarse más cercana con la gente; además con hechos como la boda civil de 2005 entre Carlos y Camilla, con el consentimiento de la reina, puso el primer paso en este cambio de visión y posturas.

Fue el romance de cuento de hadas entre el príncipe William y Kate Middleton el que bastó para rehabilitar el gusto de los británicos por la monarquía. Su boda en 2011 vino acompañada de un cambio en la opinión pública: sólo 13 por ciento pensaba que la monarquía debía acabar tras el reinado de Isabel II.

En el último gran sondeo, sólo 37 por ciento quería a Carlos como rey tras la abdicación planeada para 2021 o la muerte de su madre.

El 46 por ciento prefería a “otra persona”, no específicamente su hijo William, sino “otra persona”; cualquiera antes que Carlos.

La gente de Reino Unido se empieza a cuestionar si vale la pena pagar tanto para tener una monarquía. Pero también tener un reinado popular genera ingresos importantes. 

¿Se acerca el fin de la monarquía británica?