Médico en México: profesión de alto riesgo
En México, ser médico es una profesión de alto riesgo. Son secuestrados algunas veces para obtener una recompensa económica, pero en otros casos para que puedan atender a los criminales heridos.
La gran mayoría de los casos se atribuyen a que algunos médicos trabajan en lugares de violencia extrema, pero esta práctica criminal está llegando ya a las grandes ciudades del país.
Delincuentes que resultan lesionados en algún enfrentamiento y que no pueden ir a un hospital público por temor a ser detenidos, simplemente levantan a los especialistas. En otros casos llegan a cerrar clínicas con comandos fuertemente armados para que los atiendan.
Este problema no es reciente, pero sí se ha intensificado y crecido con el aumento de la violencia en nuestro país.
En diciembre de 2010, doctores y enfermeras de Ciudad Juárez, Chihuahua, pararon labores durante 24 horas en protesta por la falta de seguridad; ese año, fueron secuestrados 15 médicos, cuatro de ellos asesinados, mientras que otros fueron víctimas de extorsión.
En 2011, personal del Hospital General Jerez en Zacatecas denunció que miembros del cártel de Los Zetas secuestraron durante 8 horas a dos médicos y una enfermera para que atendieran a los heridos de un enfrentamiento entre sicarios y la policía estatal.
En noviembre de 2013, el entonces secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del IMSS, sección XVIII, Enrique Salinas García, denunció que al menos tres médicos del instituto habían sido secuestrados por miembros de la delincuencia organizada en la zona del Altiplano y la Huasteca de San Luis Potosí.
En esos años, al menos 50 doctores del IMSS solicitaron su cambio de hospital, debido a que los delincuentes les exigían presuntas cuotas de protección o eran secuestrados para atender a los sicarios heridos, sobre todo en estados como Baja California, Chihuahua, Durango, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas.
Exigen mejores condiciones
Pasan los años y con el recrudecimiento de la violencia, las amenazas contra los médicos y pasantes, los secuestros y asesinatos también se recrudecen.
Este fenómeno ha provocado que se registre una carencia de médicos como en el Hospital Regional de Guadalupe y Calvo, en Chihuahua, donde hace unos días se denunció que esta falta de médicos ha ocasionado que se presenten muertes maternas e infantiles.
De acuerdo con el líder sindical de los trabajadores del nosocomio, Juan Villalba, anteriormente contaban con 20 doctores de especialidad y hoy tienen únicamente seis: uno en el área de ginecología, dos anestesiólogos, un pediatra y dos cirujanos.
A finales de 2019, dos doctores de la comunidad Las Pomas fueron secuestrados por integrantes del crimen organizado en el municipio de Madera, Chihuahua, para curar a los presuntos sicarios heridos durante un enfrentamiento entre el grupo criminal La Línea, brazo armado del Cártel de Juárez, y Gente Nueva, del Cártel de Sinaloa.
Pero este caso se repite una y otra vez, donde personal de Salud es llevado a la fuerza para atender a sicarios de los cárteles que operan en la zona. Ante esta situación, médicos y personal de enfermería han rechazado brindar sus servicios en municipios donde prevalece la inseguridad, por miedo de ser víctimas de un ataque o levantón por parte de grupos delictivos.
En septiembre, en el municipio de Madera fue cerrada de forma temporal la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, ubicada en la comunidad Mesa del Huracán, debido a las condiciones de inseguridad.
Pero esto no sólo ocurre en el norte del país, el fin de semana pasado, durante la celebración de los 50 años del Colegio de Médicos Cirujanos del Estado de Morelos, su presidenta, Blanca Andrea Vega Vargas, señaló que el año pasado estuvo marcado por las llamadas de extorsión, cobro de piso en consultorios y hospitales y amenazas de muerte.
En los casos más graves, un médico tuvo que salir del estado y quizá del país, al no contar con las garantías suficientes para el resguardo de su integridad física, mientras que de 20 médicos que recibieron amenazas directas, ocho optaron por abandonar su fuente de trabajo; pero eso no fue todo, de los más de 220 afiliados al Colegio de Médicos, presuntamente todos recibieron al menos una llamada de extorsión.
Otro ejemplo, el año pasado se denunció que, en los municipios del sur del Estado de México, decenas de médicos, enfermeros, paramédicos y funcionarios han sido amenazados y extorsionados por integrantes del crimen organizado que opera en la zona.
En Puebla se denunció que supuestos integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) amenazan a los médicos a través de mensajes vía WhatsApp y llamadas a sus números telefónicos privados, así como a sus despachos e incluso a los centros de salud y hospitales públicos donde dan consulta.
Y así hay denuncias en muchas zonas del país.
Lamentablemente este acoso y violencia contra el gremio médico no siempre se denuncia ante el miedo a represiones de un crimen organizado que parece haberle tomado la medida al Gobierno federal.
Si todo esto no fuera de por si una tragedia, ahora los médicos deben soportar acusaciones injustas desde distintos ámbitos de poder.