Destruir antes de construir
El cáncer es una enfermedad que va en aumento y es considerada como una de las principales causas de muerte. En el mundo en 2018 se registraron 14 millones de casos nuevos, de los cuales 8.2 millones de personas fallecieron.
En el caso de los hombres, el más mortífero fue el de próstata, mientras que en las mujeres, el de mama.
Las cifras oficiales son crudas al respecto: una de cada cuatro mujeres con cáncer tiene un tumor mamario. En dos décadas este padecimiento aumentó 30 por ciento en México y la mortalidad subió 18 por ciento en el mismo periodo.
La incidencia en mujeres hace pocos años era en promedio los 40 años, ahora muchos casos son en mujeres muy jóvenes.
Y la detección de cáncer mamario en estados del sur, los más pobres del país, ha aumentado dramáticamente.
La detección temprana de esta enfermedad, hace que se pueda salvar la vida y que el tratamiento sea mucho más sencillo y económico.
Esta semana se anunció la cancelación de los servicios gratuitos en la Fucam, una fundación que recibe a 200 personas para diagnóstico y consulta al día. Diariamente se realizan ocho cirugías, 60 tratamientos de radioterapia y 20 de quimioterapia.
En un comunicado, la Fucam aseguró que con la cancelación del Seguro Popular no habían podido llegar a un acuerdo con el Insabi.
El vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez, respondió que de 2017 a 2019, la Fucam recibió 776 millones de pesos, olvidó explicar que cada peso se destinó al tratamiento de tres mil 884 pacientes con cáncer de mama.
Es decir, destinó 199 mil 794 pesos por persona, demostrando la eficiencia en la utilización de recursos, ya que el costo promedio del tratamiento es superior a esa cifra.
Ramírez dijo que las pacientes podrían terminar su tratamiento en los hospitales públicos. El problema es que el sistema de salud no se da abasto con la cantidad de pacientes que tienen, y también se les han reducido recursos de forma dramática.
Finalmente, después de mucha presión social, se llegó a un acuerdo con la Fucam, pero es parcial, sólo para concluir los tratamientos de las pacientes que ya los iniciaron. A las nuevas pacientes les otorgará tratamiento médico por medio de cuotas de recuperación de acuerdo con un estudio socioeconómico.
Buscan salvar su vida
Y es que, a principios de su administración, el Presidente López Obrador aseguró que durante su Gobierno no se entregarían recursos a organizaciones o asociaciones de la sociedad civil, ni a fundaciones, con el fin de que no haya intermediarios que manejen los programas.
“Nosotros ya no vamos a entregar recursos a organizaciones ni a fundaciones, para eso es el Gobierno, esto debe quedar muy claro”, aseguró.
Y así se han ido cancelando los programas que recibían fondos públicos y que han funcionado muy bien para la sociedad, sobre todo los más necesitados.
En ese camino se eliminaron los recursos para las estancias infantiles, sustituyéndolo por un programa de entrega de efectivo a las madres de 900 pesos al mes.
Una cifra que no alcanza para pagar una estancia, pero además las madres utilizan ese dinero para otras prioridades en la familia, por lo que muchos niños dejaron de asistir a sus escuelitas. Más de 50 por ciento ha tenido que cerrar.
Esos son espacios donde los niños son cuidados y protegidos. Donde estaban seguros, aprendían y tenían una buena alimentación, mientras sus madres trabajan. Recordemos que más de 29 por ciento de las mujeres en este país, lleva la carga total, económica y de cuidado de los hijos, en sus hogares.
Otro programa que tuvo la misma suerte que las estancias infantiles, fue el de los albergues para mujeres violentadas, que recibían recursos públicos y que trabajaban para resguardar a aquellas que habían sido amenazadas por sus parejas.
México es el segundo país a nivel mundial per cápita donde las mujeres son más violentadas por sus parejas, y en casi todos los casos de feminicidios ha habido años de violencia detrás.
También se canceló el Seguro Popular, un mecanismo de atención médica importantísimo para aquellos que no tienen otra posibilidad, sobre todo con enfermedades largas y costosas, como un cáncer. Hemos visto manifestaciones de padres con hijos con cáncer, que sólo buscan que se les garantice tener sus medicamentos. Y ha sido sustituido por el Insabi, que, a la fecha, no está ni remotamente funcionando como debería.
Es una tragedia que se quiera centralizar estos programas, sobre todo los de la sociedad civil y destruir lo que se ha logrado a lo largo de muchísimos años, sin tener siquiera una alternativa resuelta.
Lo hemos visto: o hay medicinas, no alcanzan los tratamientos para cáncer, sobre todo en mujeres y niños, no funciona el Insabi, los niños y niñas están más inseguros en la calle o en sus casas que en las estancias infantiles. Pero no importa. Estos programas y fundaciones son suprimidos quizás porque no le dan votos al Gobierno, aunque salven muchas vidas. Pero eso no importa.