Drogas y armas en las aulas
No solamente hay armas en las escuelas, cada día hay más droga en las aulas. En la Escuela Primaria “Julián Adame”, ubicada en la calle Allende, en la colonia del Carmen, en Coyoacán, seis niños de 12 años fueron drogados por un compañero que los obligó a comer un polvo de color azul, diciéndoles que eran dulces.
Una de las pequeñas, al llegar a su casa, le dijo a su mamá que se sentía muy mal, tenía dolor de cabeza, sudor y ataques de ansiedad y risa. Al llevarla al doctor se dieron cuenta que la joven estaba drogada por una sustancia desconocida.
Al realizar los estudios médicos se percataron que la niña estaba intoxicada con cristal, una metanfetamina altamente adictiva que estimula el sistema nervioso central (SNC), provocando euforia y excitación.
Esta droga se llama “cristal” debido a la forma que presenta habitualmente, que parecen pequeños trocitos de cristal blanco o azul semitransparente, aunque también se puede encontrar como un polvo blanco o amarillo.
En los últimos años el cristal se ha hecho muy popular y se ha convertido en una de las más adictivas, ya que su consumo aumenta los niveles de dopamina en el cuerpo entre mil y siete mil por ciento (el crac lo aumenta en un 350 por ciento).
La sustancia actúa como un estimulante en todo el cerebro y el cuerpo, provocando una euforia casi al instante, seguido por un aumento de la energía y de alerta. Los efectos en el organismo duran entre seis y 12 horas.
El consumo habitual del cristal de metanfetamina provoca estados de ansiedad severa, paranoia e insomnio. Además, pensamientos de suicidio, o incluso homicidio se han observado en algunos adictos a este enervante.
El aumento de la actividad de la dopamina propicia la adicción a ciertas drogas. Se cree que la sensación positiva de la dopamina es tan fuerte e intensamente gratificante, que refuerza el comportamiento adictivo.
A medida que los usuarios se vuelven más tolerantes a la metanfetamina, necesitarán mayor cantidad de cristal para lograr los efectos deseados, y aumenta el riesgo de sobredosis y dependencia del cuerpo hacia la droga.
Niños vulnerables
Los narcomenudistas que venden droga, lo que intentan es crear adictos lo más rápido posible y eso lo están logrando con este tipo de drogas, a las que además les agregan colorantes y otras sustancias para disfrazarlas que las hacen más peligrosas (como las metanfetaminas azules que mostraban en la serie Breaking Bad).
Con los estudiantes de la escuela en Coyoacán, la droga tenía aditivos color azul para hacerla pasar como dulces, y fue hasta que la madre de una de las menores acudió al colegio para decirles que habían drogado a su hija en el plantel, que se percataron que por lo menos otros cinco niños fueron intoxicados de igual forma.
Que niños en las escuelas les den droga a sus compañeros es cada día más común. El narcomenudeo en Ciudad de México ha alcanzado niveles históricos. Del 2015 a la fecha, el consumo ha aumentado más de 300 por ciento y aumentó casi cinco veces más en la capital del país que la media nacional.
Grupos de narcomenudeo se están peleando la ciudad para vender droga, y cada día buscan nuevos métodos para tener distribuidores y clientes nuevos.
Estos delincuentes han intentado y logrado infiltrarse en algunas escuelas. Da igual si son públicas o privadas.
Relataba en este espacio la historia de Juan, un chavo deportista, con buenas calificaciones y muy educado que fue cooptado por líderes de La Unión Tepito.
Lo invitaron a trabajar y le ofrecieron entre tres mil a cinco mil pesos semanales. Los mismos vendedores de droga, los más peligrosos, le enseñaron cómo hacerlo.
Los narcotraficantes le dieron poca droga las primeras semanas para conocer el mercado. Las primeras dosis se las regalan a los compañeros. A lo largo de los días los estudiantes que recibieron la droga y la probaron empezaron a comprar.
Los narcotraficantes le enseñaron a Juan cómo tenía que dar la droga y a que otros compañeros la resguardaran para no ser descubierto. Al llegar a la escuela, las dosis las distribuía entre alumnos que no son sospechosos, jóvenes de carácter débil a los que tenían amenazados.
Los alumnos que resguardaban la droga la metían a sus mochilas, y cuando Juan vendía alguna dosis se las pedía para entregarla.
Estamos hablando de niños de entre 13 y 17 años a los que se les está dando esta droga.
Las investigaciones para descubrir quienes eran los estudiantes que estaban introduciendo la droga tardaron meses. Es difícil que los estudiantes quieran hablar.
Cada vez es más difícil que los padres nos enteremos qué está pasando con la vida secreta de nuestros hijos. Estos líderes del narcomenudeo muchas veces conocen más la forma de pensar y actuar de los adolescentes que los propios progenitores, aunque éstos sean padres presentes y dedicados.
Al mismo tiempo los líderes de La Unión Tepito, quienes fueron los que reclutaron a Juan en este caso —pero de igual forma, operan los líderes de la Anti-Unión y otros cárteles en la Ciudad de México—, tenían mucha información de Juan. Donde vive, quienes son su familia y hermanos, donde trabajan sus padres. Todos estos datos se los piden antes de empezar a trabajar.
La vida de Juan se convirtió en un infierno. Relata que, a los pocos días de vender la droga, ya no quería seguir haciéndolo, pero estaba amenazado; le decían que iban a matar a toda su familia.
El niño que drogó a sus compañeros en la primaria Julián Adame podría estar ante una situación similar; de manera legal no se le puede hacer nada porque es inimputable para su edad. Lo que sí se puede hacer es investigar quién le dio la droga a ese niño para vender, y protegerlo, porque, sin duda, está siendo amenazado por narcomenudistas.
Son muchos los jóvenes que están en riesgo, y en la medida que aumenta el narcomenudeo se incrementan los adictos y el homicidio doloso, porque es un mecanismo de control de los territorios.