El acoso no prescribe
Toma años a un menor de edad que ha sufrido algún tipo de abuso sexual, poder, primero, identificar qué fue lo que sucedió, y luego, poderlo externar.
Aquí es lo más grave de todo: una vez que un menor puede expresar lo que pasó, en la mayoría de los casos el delito prescribió y el abusador nunca tendrá castigo.
El pasado miércoles 19 de enero, padres de familia y activistas tuvieron una cita en la Suprema Corte de Justicia de la Nación para revisar el tema de prescripción de abuso sexual infantil.
La primera sala indicó que analizará el asunto, será a través del caso de una pequeña de nueve años, de iniciales A.M.A.R., quien sufrió abuso sexual por parte del entonces director del Colegio Liceo de León, en Guanajuato, entre febrero y marzo de 2018.
Roberto “N” tenía por costumbre recibir a los alumnos en la puerta cuando ingresaban por las mañanas. A.M.A.R. declaró que cuando llegaba a dicha institución y se acercaba a saludar al entonces director, éste le volteaba la cara, sujetándola con sus manos, en lugar de darle el “beso” en la mejilla, le daba un beso en la boca, realizando esta conducta al menos en tres ocasiones, diciéndole que “era su preferida”.
La madre de la menor se percató de estos hechos, y de forma inmediata reclamó al director, quien se limitó a hablar sobre la religión y la moral.
Ante esta situación, los padres de la menor denunciaron los hechos ante las autoridades.
Se inició una carpeta de investigación con número 111275/2020, radicada ante la Unidad de Atención Integral a las Mujeres de la Fiscalía Regional “A” del estado de Guanajuato. Y fue ante esta Fiscalía, porque actualmente 31 de las 32 entidades del país no cuentan con una fiscalía especializada para delitos contra menores de edad, para atender casos de abusos sexuales o violaciones.
Roberto “N” promovió y obtuvo un amparo indirecto contra la orden de aprehensión en su contra; sin embargo, al resolverse el fondo del asunto, el Juez Décimo Segundo de Distrito de Guanajuato determinó el 30 de abril de 2021 negar el Amparo y la Protección a este hombre, al considerar que al tratarse de un menor de edad deben prevalecer los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
El caso de A.M.A.R no era el único, Roberto “N” usó el mismo método con otro menor de edad, con las iniciales R.N.M., por ello, se encuentra vigente otra orden de aprehensión en su contra, derivada de la causa penal 1P2020-1238, radicada ante el Juzgado de Oralidad Penal de León, Guanajuato.
Este hombre volvió a interponer un recurso con el argumento de que el delito prescribió, pero ¿cuándo puede prescribir la agresión contra un menor, si ésta marca de por vida a la víctima, no sólo física, sino de forma psicológica?
En Guanajuato el abuso sexual contra menores tiene una pena que va de seis meses a dos años de cárcel. En 2020, las autoridades indicaron que el abuso contra menores no debe prescribir, pero el caso de esta pequeña ocurrió antes del pronunciamiento.
Fin a la impunidad
La decisión de la Corte abrirá la puerta para que otras víctimas puedan obtener un mejor proceso y evitar que sus casos sean olvidados por la prescripción del delito.
Se calcula que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños sufren violación antes de cumplir la mayoría de edad. Lo más preocupante de todo es que los principales agresores sexuales de los menores son familiares, luego maestros y después sacerdotes: un 30 por ciento, por abuelos o padrastros; 13 por ciento por tíos; 11, por padres biológicos; 10, por los primos; ocho, por vecinos; siete, por maestros, y tres por ciento, hermanos.
El enemigo está en casa. El hogar es donde suceden casi seis de cada 10 agresiones, y cuatro de 10 son contra menores de 15 años.
En México, más de 50 mujeres son abusadas sexualmente al día. Cuando son mayores de edad, el riesgo a sufrir una agresión cambia y es fuera de casa.
En este espacio, hace tiempo les contaba del testimonio de Ana Lucía Salazar, quien fue abusada sexualmente, durante un año, por el sacerdote Fernando Martínez, en el Colegio Cumbres de Cancún.
Ana Lu asegura que ella sentía cuando iba a ser abusada. Platica que había una maestra, Aurora Morales, que era prefecta de disciplina, y aparte daba clase de moral, y ella se encargaba de sacarla del salón y llevarla con Fernando Martínez para que el sacerdote la violara en el confesionario o en la oficina.
Era muy chiquita, tenía tan sólo ocho años cuando empezaron los abusos. Finalmente, habló con su mamá y fue cuando dejaron de abusar sexualmente de ella.
El delito, cuando por fin Ana Lu pudo expresar lo que le había sucedido, había prescrito, su violador nunca enfrentó la justicia, solamente le escribió una carta de disculpas, obligado por los Legionarios.
Un niño toma en promedio 20 años en poder hablar de la violación que sufrió, de acuerdo con psicólogos especialistas del tema. Pero los códigos penales de México permiten que este delito prescriba a lo mucho entre los cinco o 10 años, dependiendo del estado de la república. Por eso, muy pocos violadores son sentenciados.
En el caso de Ana Lu, el sacerdote Fernando Martínez, quien abuso de ella, su único castigo fue que el Santo Padre había aceptado la salida de Martínez del estado clerical, por el bien de la Iglesia.
México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Se habla de que son 4.5 millones de víctimas, pero la realidad es que sólo se denuncian uno de cada 10 casos. Y más de 80 por ciento de los ataques se producen en el entorno cercano al niño o la niña.
Todos los días son violadas 50 mujeres. Hay que intentar prevenir estos abusos, pero también exigir que no haya violación que quede en la impunidad.
Son miles de padres de familia y de víctimas de acoso y abuso sexual, quienes esperan que la SCJN dé un fallo a favor de sus pequeños y que se haga justicia.
Urge reformar esos códigos penales estatales para que un violador o acosador no se sienta impune, que esos delitos no prescriban y que se haga justicia. Es la única manera de disuadirlos a que sigan cometiendo abusos.