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Si nos ayudamos, salimos todos

Miles de niños y niñas que viven en nuestro país están en riesgo de caer en adicciones, ser cooptados por el crimen organizado o simplemente dejar de estudiar, todo esto marca su futuro.

 En un proyecto donde se trabaja de forma conjunta entre sociedad civil, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno federal y ciudadanos con liderazgo en las comunidades donde viven, se está haciendo una labor para que se distribuya a las zonas vulnerables de la República mexicana.

La idea es que se designe a una familia para que acoja a varios niños y niñas. Que ahí puedan desayunar, comer, jugar, hacer ejercicio y que tengan luz e Internet para poder estudiar.

Crear espacios seguros para los menores de edad es importantísimo, más ahora que han sido eliminadas las escuelas de tiempo completo.

De esta forma los niños y niñas se encuentran en un lugar seguro, sobre todo en este momento de pandemia, donde la violencia intrafamiliar ha crecido de forma exponencial.

Estuvimos en Tepeapulco, en el estado de Hidalgo. Visitamos la casa de Julieta García Delgadillo, quien hace dos años alberga a varios niños y niñas. Llegan desde la mañana y ahí hacen todas sus actividades. Son pequeños de muy bajos recursos. Algunos de ellos antes de llegar a casa de Julieta se la pasaban todo el día solos, en el mercado o en la calle.

Benjamín Córdova encabeza este proyecto: “es importantísimo que hagamos esa simbiosis Gobierno-sociedad civil, la comunidad en general yo creo que tiene muchas fortalezas que a veces no se aprovechan, y la idea que estamos haciendo junto con Procomún, ahorita, Gobierno, justamente la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, es unirnos con la comunidad, unirnos con aquellos líderes que ya están haciendo cosas y potenciar lo que ellos hacen, no es “descubrir el hilo negro”, es aprovechar lo que ellos ya hacen y aprovecharlo bien”.

La comunidad de Hidalgo, que visitamos hace unos años, estuvo azotada por Los Zetas, afortunadamente encontraron otra ruta y dejaron en paz a la comunidad en donde hubo muertos y cooptaron a adolescentes para engrosar sus filas.

Esto me dijo Benjamín: “sí, eso está cañón, porque están muy expuestos por la vulnerabilidad social en la que viven, o sea, tienen unos ingresos muy precarios, su salud está muy vulnerada, como te diste cuenta, tenemos pequeños con alguna discapacidad, y no puedes atender la discapacidad porque están en un lugar donde no hay servicios de esas cosas, pero en la comunidad hay doctores, en la comunidad hay terapeutas, en la comunidad hay psicólogos, en la comunidad hay mucha riqueza, y Procomún lo que hace es rescatar esa riqueza. Me parece que es el camino más exitoso porque lo toma la comunidad y el más exitoso para el Gobierno, porque no estás erogando una cantidad de recursos que te deja con los bolsillos vacíos, porque no se acaba de hacer, no se acaba”.

Para Benjamín si estos niños están resguardados en un lugar seguro garantizan su vida, su alimentación y educación: “una célula Procomún debe tener cinco ingredientes: uno, conectar las fortalezas de la comunidad; dos, aprovechar los liderazgos locales; tres, formar a los niños en habilidades psicosociales; cuatro, formar a los próximos jóvenes productivos en habilidades para el empleo; cinco, darles las herramientas para que cada célula se pueda replicar una vez más. Lo ideal sería que cada célula se multiplique tres veces en estos tres años”.

Los niños y niñas que son acogidos de esta manera, no serán cooptados por el crimen organizado, por delincuentes para utilizarlos de halcones y después de sicarios, porque eso es lo que sucede en muchas de las comunidades.

Benjamín Córdova responde: “ese el tema importante de las células Procomún, que se alimenta de la voluntad de las personas en donde viven, y no es algo que llegas a imponerles, justamente es llegar a inspirar, porque yo no vengo a hacer mucho, lo que vengo a hacer es inspirar lo que ellos ya están haciendo y darles un mecanismo metodológico para que ellos lo hagan mejor”.

Platicamos también con Julieta, quien alberga a estos pequeños en su hogar.

“A lo largo del tiempo se han ido sumando otras personas, directa e indirectamente para apoyar a varios niños que están en situaciones de riesgo por sus condiciones particulares familiares y también por la situación que se ha vivido por la pandemia, desde dejar de estudiar, que no tienen acceso a los medios de información, que no tienen los recursos económicos, de hecho ahorita en el estado de Hidalgo y, particularmente en Tepeapulco, entraron la semana pasada a clases, sin embargo, les están pidiendo que lleven algunas cosas que los niños no tienen, como uniforme, porque el uniforme se los dieron el año pasado, que no hubo clases, pero ahorita ya no les queda, y pues ellos tampoco tienen los recursos económicos para poderlos comprar, útiles escolares sí les dieron, pero son familias que a veces no tienen los recursos para poder comer”.

Julieta nos platica un día en la vida de estos niños que tiene en su casa:

“Diario tenemos clases, de hecho, yo estoy en contacto con sus maestros para que ellos nos manden por Internet las hojas de las actividades que tienen que realizar y ellos hacen sus tareas y ya se las mandamos por el celular, les mandamos las fotografías de lo que han estado trabajando y bueno, realmente ha sido para ellos yo creo que también difícil, porque no es lo mismo estar yendo a la escuela y jugar con otros niños, la ventaja de ellos es que como son varios niños, pueden jugar entre ellos, juegan, también se pelean, pero también se contentan como cualquier niño, realizan sus tareas, sus actividades entre ellos, eso es lo padre también, como son de diferentes grados van aprendiendo unos de otros porque les damos las clases juntos, y entonces unos a otros se van apoyando también en sus clases”.

En casa de Julieta también hay unos pequeños que son indígenas y les ha costado mucho trabajo aprender español, “incluso tengo un niño que está en sexto de primaria y no sabe leer y escribir, y es que es difícil, porque el sistema que les están enseñando es por medio de palabras, palabras en español y las palabras en español ellos no las conocen, entonces hemos tenido que enseñarles con el método silábico y eso les ha ayudado mucho para aprender a leer y a escribir”.

Platicamos también con los niños y las niñas, quienes nos contaron que corren y juegan, pero también estudian y toman clases.

Un chiquito me pregunta las tablas de multiplicar, él ya se las sabe, mientras me platica que en su casa estaba solo sin hacer nada hasta que llego a la casa de Julieta.

Me cuentan que Julieta hace la comida, pero entre todos ponen la mesa, es parte de su formación, aprender a apoyarse en comunidad y a disfrutar la mesa con una rica plática.

Una de las niñas ya entró a la secundaria y estudia informática. En casa de Julieta tiene Internet.

A estos chiquitos tener un lugar seguro les ha cambiado la vida. Restablecer el tejido social es la única manera de proteger a los niños y de tener una sociedad con muchas más posibilidades, desde seguridad hasta económicas.