Los pozos de la muerte
Son decenas las minas o pocitos, en donde trabajan cientos de trabajadores, que no están reguladas o que no han actualizado sus documentos y planos para verificar que cumplan con la seguridad de sus empleados.
Generalmente, no son las grandes empresas mineras, porque a ésas las regulan bastante bien, el tema son las mineras más pequeñas, son muchas como la mina ubicada en el poblado de Villa Agujita, en Sabinas, Coahuila, donde siguen atrapados 10 mineros y hasta ahora no hay rastro de ellos, tras la inundación de un pozo. No hay planos actualizados para ni siquiera saber en qué zona de la mina se encuentran los desaparecidos.
Y esto vuelve a replantear un tema que muchas veces queda olvidado, pero que ha dejado 300 accidentes y tres mil muertos en más de 20 años, de acuerdo con lo recabado por organizaciones no gubernamentales.
La historia se repite una y otra vez, la falta de medidas de seguridad e higiene en estas minas de México vuelve a ser noticia, pese al constante reporte de organizaciones civiles sobre la situación por la que a diario atraviesan los mineros.
Por menos de 11 mil pesos al mes, estos hombres arriesgan su vida para llevar comida a sus casas, hablamos de personas que llevan años haciendo ese trabajo, que les fue enseñado por sus padres, abuelos o tíos y que, en sus propias palabras: es lo único que saben hacer, extraer carbón de las profundidades. Muchas veces encuentran un pozo y bajan por su cuenta con el apoyo de unos cuantos compañeros.
Estos últimos días esposas, hijos, madres y padres de los 10 mineros desaparecidos en Villa Agujita, en Sabinas, Coahuila, permanecen en la zona, cada minuto que pasa se pierde tiempo valioso y la esperanza de encontrar a sus seres queridos con vida.
En el pozo 1, con una profundidad de 60 metros, estaban los mineros; sin embargo, su desuso ocasionó el derrumbe en las paredes de los túneles, lo que resultó en la inundación de los tres pozos, así lo describió el subsecretario de la Defensa Nacional (Sedena), el general Agustín Radilla.
El equipo de rescate está integrado por cuatro binomios caninos del Ejército mexicano, seis buzos de fuerzas especiales, 95 elementos entre la Guardia Nacional y militares, así como 35 elementos de Protección Civil.
La situación en esos pozos, también llamados “pocitos”, ha sido documentada. Se trata de tiros verticales que miden hasta 200 metros de profundidad, los cuales deben estar permanentemente ventilados debido a los gases, aunque en la realidad los dueños de las minas no cuentan con esta medida de seguridad.
En muchas ocasiones por ahorrarse el sistema de ventilación, los dueños lo omiten o simplemente colocan pocos aparatos y casi siempre no cuentan con las herramientas y equipo de seguridad, a lo mucho cuentan con botiquines para primeros auxilios caseros, pero no para trabajos de alto riesgo.
Hace años, en ADN40 presentamos un reportaje que mi compañero reportero Víctor Ronquillo hizo precisamente en esa zona. Es impresionante ver cómo esos mineros bajan con poco equipo, un casco a lo mucho y de deslizan por medio de cuerdas en un agujero bastante estrecho de poco menos de un metro. Sus compañeros los van descendiendo a las profundidades. Pero además y sobre todo en estos pozos la ventilación es escasa. No hay condiciones de higiene adecuadas, ni protección en caso de un accidente, sus derechos laborales son casi nulos ante los ojos de las autoridades estatales y federales. Me impactó cómo trabajan estos hombres.
Trabajadores, bajo riesgo latente
La gran mayoría de estos mineros que laboran por su cuenta o en pequeñas minas no tienen acceso a seguridad social, ni al derecho de una vivienda, esto pese a que pasan más de 10 horas en posiciones incómodas, confinamiento extenso, ventilación inadecuada y exceso de humedad.
Los riesgos laborales siempre están presentes desde un derrumbe, una explosión, ser electrocutados hasta quedar atrapados, pero a largo plazo repercuten en la salud del minero, debido al polvo que inhalan, principalmente en las minas de carbón y pueden tener enfermedades relacionadas con las vías respiratorias, pulmonar obstructiva crónica (EPOC), bronquitis crónica, enfisema, entre otras.
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), existen en el país 24 mil 066 concesiones mineras, distribuidas a lo largo de más de 16 millones de hectáreas, equivalentes al 8.59% del territorio nacional.
El sector minero-metalúrgico en nuestro país representó el 9.62% del Producto Interno Bruto (PIB) industrial y el 3.06% del PIB nacional, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2021.
La minería es fundamental para el país, pero el tema es que tiene que estar regulada, los trabajadores deben tener prestaciones de ley, la seguridad social es importantísima por el riesgo de tener complicaciones de salud y también para dejar protegidos a sus dependientes económicos porque es un trabajo de alto riesgo.
Pero dentro de esa problemática, los peligros se pueden disminuir, incluso controlar si la mina tiene supervisión adecuada y los permisos en regla. Si la autoridad revisa las minas, por ejemplo, la de Sabinas, que claramente no tenía los permisos en regla, y lo digo por el simple hecho que no tenían ni siquiera los planos actualizados, la posibilidad de tener un accidente disminuye.
Pero además de esta mina hay que recordar que tristemente muchos de los que trabajan en los pocitos lo hacen por su cuenta, lo cual aumenta la probabilidad de que algo grave les pueda suceder.