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Las historias de la Tigresa

Falleció Irma Consuelo Cielo Serrano, mejor conocida como La Tigresa. Una mujer que marcó historia en su época. Fue cantante, actriz y hasta incursionó en la política.

Siempre generando polémica, vivió su vida con desenfado, libertad y empoderada.

Los que la conocieron sabían de su carácter fuerte, que se fue forjando a lo largo de su vida. Le tocó un mundo mucho más difícil para las mujeres del que ahora vivimos.

Algunos la criticaban, otros la admiraban. Lo cierto es que Irma Serrano nunca pasó desapercibida.

Posó desnuda para un cuadro de Diego Rivera.

Llegó a ser una mujer muy poderosa, como actriz y empresaria teatral, pero también por sus relaciones con políticos del más alto nivel. Ella misma, en su autobiografía, contó que fue pareja del entonces Presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz. Corrieron los rumores que durante su amorío con el exmandatario, éste le habría dado objetos de lujo que se encontraban en el Castillo de Chapultepec y que pertenecían a Maximiliano y Carlota de Habsburgo.

Su casa estaba decorada con pisos de mosaicos blanco y negro, los cuales estuvieron en algún momento en el Castillo de Chapultepec; tenía un piano que perteneció a Maximiliano y un comedor que estuvo en Los Pinos.

Una mujer que causó polémica, dividió opiniones y marcó un estilo singular con su maquillaje y su forma de vestir, su folklore era parte de ella. Pasó de los reflectores y el escenario a un asiento en el Congreso de la Unión en más de una ocasión.

Era el México de 1960, cuando comenzaba a manifestar cambios a nivel social y La Tigresa fue parte de esa generación de mujeres que buscó expresar su libertad a través del cuerpo, la llamada “revolución sexual”. Fue parte de esa época que se abrió paso entre los tabúes y mitos. Pero también trabajó y mostró que las mujeres tienen intelecto y cultura. Fue una mujer que se preparó y mostró que el físico no está peleado con el intelecto.

Nació el 9 de diciembre de 1933, en el municipio Las Margaritas, en Chiapas, pero a los 14 años ya sabía que su destino era la capital del país, donde fue recibida por su prima, la escritora Rosario Castellanos. El mundo de esta literata le abrió las puertas a La Tigresa desde muy temprano para incursionar en la música ranchera, donde se hizo popular con temas como “El amor de la paloma” y “Nada gano con quererte”.

Esto le abrió puertas en el mundo del cine, donde llegó a aparecer en películas como Santo contra los zombies, con la cual debutó en 1962, además de El hijo de Gabino Barrera y Los amores de Juan Charrasqueado.

Llegó a compartir la pantalla grande con Emilio El Indio Fernández en el filme Las amantes del Señor de la Noche.

Su carrera la llevó a ser identificada como una de las vedettes más relevantes de la época, y su mundo no se quedó estático. El medio artístico la llevó a conocer otro: el de la política, al cual, sin lugar a dudas, le sacó provecho.

Genio y figura

Y es que hablar de Irma Serrano es hablar de políticos, debido a sus constantes relaciones sentimentales con más de un servidor público, además de que gracias al parentesco con Rosario Castellanos pudo conocer a personajes como el pintor Diego Rivera.

Con tan sólo 17 años, sostuvo una relación sentimental con Fernando Casas Alemán, de quien dicen, fue amante. Un hombre que llegó a ser gobernador de Veracruz, subsecretario de Gobierno de Manuel Ávila Camacho y jefe del Departamento del Distrito Federal.

De Díaz Ordaz asegura que sí se enamoró: “Llegó a ser el gusano mayor para regir los destinos del país durante seis años. Descubrí que era más atractivo de lo que me imaginaba, no de su físico, del cual han hecho tantas bromas, sino por su intelecto”.

Tras seis años, terminaron su relación. Ella contaba que fue por culpa de Guadalupe Borja, esposa del expresidente, quien comenzó a boicotear sus proyectos a través del secretario de Gobernación, Luis Echeverría.

Pero antes de terminar, el mandatario le regaló una casa en Jardines del Pedregal para tener encuentros y además, también la llevaba a Los Pinos.

Para 1973 adquirió el teatro Fru-Frú, ubicado en la calle Donceles, en la Ciudad de México, que antes de llamarse así llevó el nombre de Virginia Fábregas y el Teatro del Renacimiento. Con Irma Serrano a la cabeza, en este lugar se exhibieron obras de temas polémicos en esa época, como la homosexualidad, la prostitución y los desnudos.

El recinto fue reinaugurado con la obra teatral Naná, basada en la novela homónima de Emile Zola. En este mismo período trabajó con Alejandro Jodorowsky para producir la obra Lucrecia Borgia.

Dos décadas después, el nombre de Irma Serrano volvió a los reflectores, pero no en el escenario, sino en el Congreso de la Unión, donde ocupó un lugar en la LVII Legislatura del Senado, representando al estado de Chiapas.

Estuvo en ese cargo hasta el año 2000 y se integró al Partido de la Revolución Democrática, incluso en ese momento Andrés Manuel López Obrador era candidato a gobernador de Tabasco y la actriz apoyó su candidatura, asistiendo a eventos, lo mismo hizo para las elecciones de 2018, cuando utilizó su cuenta de Twitter para apoyar la postulación de López Obrador.

También fue partidaria de la política de Cuauhtémoc Cárdenas e insultó al expresidente Carlos Salinas de Gortari, argumentando que hizo un muy mal trabajo como mandatario.

Así era Irma Serrano, una mujer auténtica, polémica, muchas veces altanera y, sin duda, adelantada a su época.