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“No tengo miedo, ni días tristes, soy actor, felizmente actor”

El protagonista de Macario comparte que aprendió la disciplina en el Seminario y después en el Ejército; un accidente lo llevó a las artes, donde compartió créditos con María Félix y Dolores del Río.

Este fin de semana falleció Ignacio López Tarso a los 98 años, pilar del cine de oro mexicano.  Tuve el privilegio de entrevistarlo hace un par de años. Con más de 90 años, tenía una memoria privilegiada. Platicar con López Tarso era escuchar la historia de México atreves de su historia personal. Hoy les comparto esta plática.

Bibiana Belsasso: Desde muy chiquito descubre que le gusta el teatro, pero no tenía los recursos para hacerlo y se mete a estudiar al Seminario.

Ignacio López Tarso: Sí, estuve unos años en el Seminario, fue muy útil. Hubiera pensado que si te metes a un seminario, sin vocación para ser sacerdote, sería tiempo perdido; la idea general es que estás perdiendo el tiempo. A mí no me sucedió eso, fue muy provechoso porque el Seminario fue la primera institución que me enseñó la disciplina, el cumplimiento exacto de los horarios, la puntualidad, que es importantísima. De manera que ser puntual y lo disciplinado lo aprendí ahí.

BB: Y una cultura importante…

ILT: Cultura, el griego, el latín y sobre todo el conocerte a ti mismo, que ahí es una práctica diaria indispensable. El meditar, el guardar silencio absoluto, el saber estar contigo mismo y estar solo aunque estés rodeado de compañeros y que haya ruido. Concentrarte en ti mismo, reconocerte.

BB ¿Se imaginaba que el Seminario sería fundamental para su carrera como actor?

ILT: En mi carrera y en mi vida personal, desde luego. Y, después, otra institución que me enseñó también disciplina y puntualidad, el Ejército. Como estábamos en guerra en la época en que fui al Servicio Militar obligatorio, que no era cosa de marchar los domingos, sino un año completo metido en un cuartel bajo la estricta disciplina militar y prácticas de guerra, de tiro, en fin, una vida muy activa. Me encantó la disciplina del Ejército y quise quedarme, ya que había decidido meterme al Colegio Militar y seguir la carrera, porque durante ese año fui soldado, luego cabo —el primer grado después de soldado—, después sargento segundo y luego sargento primero. Llegué a sargento primero en ese año.

BB: ¿En un solo año llegó a ascender de esa manera?

ILT: Sí. El General del Onceavo Regimiento de Infantería, un hombre muy culto me dijo: ‘te recomiendo, te impulso en tu carrera militar’, y no lo quise hacer.

BB: De esa época del Seminario surge su nombre artístico, ¿no? Porque usted ha dicho que viene del apóstol San Pablo, que era San Pablo de la ciudad de Tarso.

ILT: Saulo de Tarso se llamaba este soldado romano, y de cristiano se convirtió en San Pablo.

BB: ¿Cómo empieza usted en la carrera de la actuación?

ILT: A los 18 años en el Ejército; a los 12, 13 años al Seminario; salí de ahí a los 17. A los 20 años me fui de brasero, contratado a un campo agrícola en California, en Merced, California.

BB: Ahí tuvo usted un accidente que le cambió la vida.

ILT: Así es, ahí descubrí a Xavier Villaurrutia como poeta, porque tuve un año de inmovilidad absoluta y mi mejor distracción era la lectura y oír música; tenía un radio junto a mí.

Pero sobre todo leí a Villaurrutia, que me gustó muchísimo como poeta. Fue mi primer maestro de teatro, estuve con él dos años, él murió muy joven; tenía 47 años cuando murió de un infarto, una Navidad, en 1950. Yo había estado ya dos años con el maestro Villaurrutia. Villaurrutia me enseñó a pisar el escenario, a estar cómodo, a no tenerle miedo.

BB: Y Salvador Novo, ¿qué le enseñó?

ILT: También, sí, básicamente mis maestros fueron ellos dos, Novo y Villaurrutia, pero también José Gorostiza, Clementina Otero, Fernando Wagner.

BB: ¿Cómo fue trabajar con María Félix, La Doña?

ILT: Uy, maravilloso, fue un gran descubrimiento para mí. Primero una maravilla que Gabriel Figueroa me dijera: ‘Vengo a invitarte a una película con María, porque ella quiere trabajar contigo’.

BB: ¿Qué hace cuando una mujerona así le dice quiero trabajar con usted?

ILT: Sí, me presentó con ella Gabriel Figueroa, por él conseguí Macario, por él conseguí La Cucaracha; por él conseguí trabajar por primera vez con María, por él conseguí la amistad con Dolores del Río, con Pedro Armendáriz, todo a través de Gabriel Figueroa, que fue un gran amigo mío, quien me ayudó muchísimo, al que le debo gran parte de mi carrera como actor de cine.

BB: Platíqueme alguna anécdota con La Doña, con Dolores del Río, con Carmen Montejo…

ILT: Con Dolores tuve la gran fortuna de trabajar en teatro, después de haber hecho con ella La Cucaracha, que estuve con las dos ahí. En La Cucaracha estuve con los “meros, meros”, con el Indio Fernández, ahí estaba Pedro Armendáriz, María Félix, Dolores del Río.

BB: ¿Se enamoró de alguna de sus compañeras?

ILT: De todas yo creo (risas).

BB: ¿Se consumó ese amor en algún momento?

ILT: Sí, claro que sí, estaba yo enamoradísimo.

BB: Pues platíqueme.

ILT: Hice ocho películas con María, siempre fui su ayudante.

BB: Pero, ¿lo pelaba María o no?

ILT: Sí como no, éramos muy buenos amigos.

BB: ¡Qué maravilla!

ILT: Un día aceptó la invitación de ir en tren a la filmación en Zacatecas, ella iba a ir en el avión privado de no sé quién y se vino en el tren porque yo la invité.

BB; Era mucho más romántico ir en el tren con usted. ¿De qué platicaban?

ILT: Hablábamos del cine, de nuestros personajes. A ella le gustaba hablar de su trabajo; me invitaba después de las filmaciones a hablar, después de la cena, después del descanso, entre la filmación y la cena, a tomar una copa y platicábamos de los personajes. Divina y muy auténtica. Una gran, gran actriz, a mí me parece. Dolores también, las dos muy diferentes y las dos hermosísimas. Con Dolores tuve la oportunidad de tenerla en una obra de teatro, una obra de dos personajes que estrenamos en Los Insurgentes, estuvimos ahí ocho meses, luego en el Teatro Hidalgo, después en una gira por la república, ella y yo solos en el escenario todos los días, porque entonces el teatro se hacía de martes a domingo, no como ahora, viernes, sábado y domingo.

BB: Y era una época en que usted como actor tenía que prepararse desde su vestuario, su caracterización, era mucho más trabajo.

ILT: Claro, pero Dolores me enseñó muchas cosas, era una mujer con una gran disciplina y una gran vida interior, con una mirada maravillosa, comía pétalos de rosa, ¡era una mujer extraordinaria!

BB: ¿Cómo ha vivido y cómo vive Ignacio López Tarso para estar con esa vitalidad, con esa fuerza y con esa lucidez?

ILT: Sigo siendo muy disciplinado, eso es fundamental en tu vida, me disciplino en todo. Un día me dijeron: “No tomes tanto café”, dejé el café. “No tomes tanto tequila”, dejé el tequila. “No debes fumar tanto”, dejé el cigarro. No hay otra manera.

BB: Platíqueme de su familia.

ILT: Tengo nietos ejemplares. Tengo una nieta, Mariana, que es psicóloga, maestra, dedicada a la enseñanza, que es un ejemplo. Otra nieta, Karina, que fue bailarina de baile clásico y ahora de tango, está en Buenos Aires compitiendo con los mejores bailarines argentinos, ella es una bailarina extraordinaria que ha destacado en todos lados, sobresale en Buenos Aires bailando con los mejores. Y tengo un nieto famoso en el mundo entero menos en México, es un baterista, Antonio Sánchez, que se fue a estudiar desde los 12 años, solo, en Boston; hablaba apenas un poco el inglés cuando se fue a Boston, a Berklee, que es la mejor escuela de Música que hay en el mundo, ahí estudió mi nieto Antonio, ocho años. Ahí la disciplina también tuvo escuela, salió siendo un músico estupendo, tenía una gran disposición para la música, nació haciendo ruiditos por todos lados, con los vasos, con lo que tenía a la mano; es un baterista sensacional, trabaja con los más grandes jazzistas que hay en este momento, con Pat Metheny, un guitarrista famosísimo que toca en un concierto diez o doce guitarras diferentes, de todos tamaños, de diferentes cuerdas, de diferentes estilos, un guitarrista extraordinario, y su baterista consentido es Antonio. Ya le ha dado la vuelta al mundo, diez veces por lo menos, con los más grandes músicos del jazz moderno. Y ahora está siendo famoso además porque González Iñárritu lo invitó, para que hiciera ruido con su batería en su película, que los de la Academia de Cine dicen que no puede competir porque la batería no es música…

BB: Por supuesto que sí.

ILT: …Pero es un ruido tan perfectamente hecho que acompaña la acción de toda la película, en donde sólo hay unas pequeñas intervenciones de música clásica, porque lo pide el asunto, la película se llama El Hombre Pájaro, Birdman, que ha ganado premios, que está postulada para los Oscar, que ha ganado los Globos de Oro. Pero, bueno, ahí están esos nietos que le digo que son ejemplares para mí. Este muchacho ha hecho una carrera formidable a base de un gran esfuerzo personal y ha conseguido ser de los 10 mejores bateristas del mundo, las revistas especializadas lo nombran siempre como de los mejores. Acaba de cumplir 40 años, fue a los 12 en Berklee y después con los pequeños grupos hasta ir avanzando y llegar a lo mejor que se puede llegar.

BB: ¿A qué le tiene miedo?

ILT: ¿Miedo?, no le tengo miedo a nada.

BB: ¿Cuál ha sido el día más triste de su vida?

ILT: Tampoco, no he tenido días tristes, mis días son muy felices en general.

BB: ¿Tiene alguno que recuerde?

ILT: Mi vida es feliz, cuando me han dado el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Guadalajara, cuando me han dado el Ariel de Oro por el cine, cuando me han dado la Medalla de Bellas Artes.

BB: Don Ignacio, por favor compléteme esta frase: Don Ignacio López Tarso es…

ILT: Actor, fundamentalmente actor, felizmente actor.