Una operación de rutina
Era la una de la tarde del viernes 31 de octubre y el Jefe de Gobierno capitalino, Miguel Mancera, le dijo a Luis Serna, su jefe de gabinete y más cercano colaborador, que siempre sí se haría la operación que estaba pendiente desde que un mes atrás, se había hecho su chequeo anual.
Era necesaria una intervención que se denomina ablación, y que consiste en una suerte de cauterizaciones en el pericardio, para controlar una arritmia cardíaca que se había detectado. Era un procedimiento de rutina, pero de todas formas se habían tomado todas las precauciones necesarias para evitar sorpresas. Prácticamente nadie sabía que Miguel Ángel Mancera sería intervenido esa tarde.
Quién sabe qué ocurrió pero todo salió mal en el quirófano, entre otros errores médicos le perforaron la aorta. A las tres y media de la tarde se dispararon las alarmas, y durante algunas horas el Jefe de Gobierno se debatió entre la vida y la muerte. Pero se recuperó mucho antes de lo previsto por los propios médicos: no fueron 48 horas como se pensó originalmente, sino menos de doce. La mañana del sábado Mancera ya había despertado y lo habían desentubado. Para sorpresa de sus más cercanos, el Jefe de Gobierno estaba, incluso, haciendo algunas bromas. Preguntó qué hora era, y le dijeron que se había complicado su procedimiento. Estaba consciente de lo sucedido. Su capacidad de oxigenación nunca disminuyó y eso fue lo que evitó que Mancera pudiera tener cualquier daño irreversible. Finalmente, su buena condición física, producto del ejercicio tan arduo que realiza, jugó a favor en su recuperación.
Pero hubo muchos otros factores que intentaron jugarle en contra. Desde que se dio la información de que el Jefe de Gobierno estaba delicado, muchos de sus contrincantes políticos filtraron que se encontraba en agonía; otros afirmaban que había tenido daño cerebral e incluso se dijo que había fallecido. Todo era falso. Mancera está lúcido desde la mañana del sábado, está en control de la situación y todo su gabinete está operando bajo su supervisión desde el hospital, que abandonará, se espera, esta misma semana. Pero no hay intención de acelerar su recuperación. No es necesario.
En la intervención quirúrgica todo salió mal, pero en la vida todo terminó saliendo bien. Y como dice el proverbio chino: la crisis es también oportunidad.
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