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Preparándose para la travesía

PARTE 1. PERDIDO EN UN BARCO: LA HISTORIA DE TIMOTHY SHADDOK

Timothy Shaddok logró sobrevivir estando 90 días perdido en altamar cuando su catamarán perdió las velas y se quedó a la deriva. Su historia es como de película.

A principios de los años 2000, Tim fue diagnosticado con cáncer de colon, en ese momento decidió cambiar su vida. Buscaba estar en soledad alejado de la civilización.

Con la enfermedad en etapa cuatro, ya avanzada y decidió cambiar su vida, dejó de trabajar como especialista en tecnologías para IBM y buscó curarse con métodos alternativos, con una vida holística, naturista y en solitario.

Emprendió un viaje por China, la India y llegó a México poco antes de que iniciara la pandemia. Su plan original era regresar a Australia, de donde es originario, e internarse en los bosques de su país. Llegó la pandemia por Covid-19 y Australia cerró sus fronteras, miles de australianos no pudieron regresar a su país y Tim fue uno de ellos.

Compró un pequeño catamarán, vivió en Puerto Vallarta casi dos años, y se preparó para lo que sería su gran travesía: cruzar el océano Pacífico y llegar a la Polinesia Francesa.

Desde que fue diagnosticado con cáncer, Tim cambió su alimentación, durante años se basó en comer crudo, muchas verduras y pescado. También realizaba ayunos prolongados donde solamente consumía jugos verdes, quizá acostumbrado a esa alimentación, logró sobrevivir en altamar 90 días, sin vela, sin motor, pescando su comida y con poca agua de lluvia que fue recolectando.

“Sí, mi intención era estar muy tranquilo y estar en la naturaleza, ése era el lugar más sanador para mí, pero eso me llevó a muchos lugares, me encontré en todo el mundo y en lugares muy remotos de Australia también.

“La pandemia fue un shock para todo mundo, especialmente para los australianos que estábamos fuera porque no pudimos regresar a casa, había cerca de 20 mil australianos que no pudimos regresar a casa. Eso me cambió mucho”, relata.

Su primer contacto con México fue en San Miguel de Allende, donde conoce a Bella, la perra que lo acompañó en el naufragio. Él es un nómada y sabía que no podía darle una buena vida a la perra, trató de buscarle hogar, pero ella se escapaba de donde estuviera para alcanzarlo.

“A Bella le gustaba escalar en las montañas, ella me seguía continuamente y así fue como nos conocimos, ella me dio mucho amor puro. Los dos somos un poco como gitanos en este mundo, ella estaba rodando sin una casa y yo también.

“Ésta es la parte interesante, yo me sentía mal de que nadie cuidara a Bella, aun cuando sabía que venía de un lugar difícil, yo sentía que un perro como ella necesitaba un hogar mejor del que yo podía darle especialmente en un bote pequeño, así que le busqué hogares y ella se escapaba y me encontraba y fue cuando sentí que debíamos estar juntos.

“Fue en San Miguel de Allende, la dejé lejos en las montañas donde ella tenía una gran comunidad de perros, probablemente de su camada, ella todavía era un cachorro y ahí estaba siguiéndome y me siguió de regreso a otro lugar, que era donde yo rentaba un departamento”, detalla.

Tim decide dejar San Miguel de Allende para viajar en coche a Puerto Vallarta. La perra no dejó que nadie la bajara del vehículo, y así es como después de horas en carretera ambos llegaron a Puerto Vallarta, donde Tim compró el catamarán. En ese barco vivieron Tim y la perra casi dos años, mientras él hacía pruebas y se preparaba para cruzar el océano Pacífico.

“Ella es una perra muy fuerte, se hace amiga de todo mundo, pero no a todo mundo le gustan los perros grandes, algunas personas tienen chihuahuas u otros diferentes, a ella le gusta todo el mundo, pero ella no le gusta a todo el mundo. Y compré un catamarán de 30 pies, que es pequeño para este tipo de embarcaciones y vivimos en él todas las noches por dos años, así que ya habíamos estado en el agua por dos años antes de adentrarnos en el Pacífico”, expresa.

Las pruebas se hicieron primero cruzando el mar de Cortés y es así como llegó a La Paz que sería el puerto de salida para intentar llegar desde México hasta la Polinesia Francesa.

“Mi destino original era rodear el mundo, es interesante porque en términos marinos, muchos navegantes dicen…, especialmente los navegantes solitarios dicen que ‘puede que cambies tu destino dependiendo de los vientos’, pero la Polinesia Francesa era una de las primeras islas, pero yo lo que quería era cruzar el Pacífico con los vientos alisios e ir con una ruta diferente en diferentes puntos del viaje”, dice.

Tim se preparó para el viaje, llevaba un desalinizador de agua, muchas latas de alimento y una pequeña hornilla para cocinar que perdió en una marejada intensa, un arpón para pescar que también perdió en el mar y varias líneas para pescar que con el tiempo se fueron rompiendo por los tiburones.

“Intenté con muchas provisiones, porque mi bote no podía llevar mucho más de lo que podía llevar yo, así que terminé llevando mucha comida enlatada, pez enlatado, comida seca, cultivé brotes, me gusta la comida cruda, los vegetales crudos, así que fue una manera de tener ensaladas frescas mientras estaba en el mar”, cuenta.

Las primeras seis semanas del viaje, Tim asegura que fueron maravillosas, en soledad, viendo el mar más hermoso y el cielo con estrellas. Diariamente pescaba un pez para que él y la perra comieran. Sus aparatos de navegación funcionaban perfecto y Shaddok estaba feliz, hasta que quedó atrapado en una tormenta:

“Fueron como unas seis semanas de buena navegación antes de estar a la deriva, pero estaba a la deriva con la corriente a favor, así que eso fue positivo, la corriente y los vientos alisios se movían en la misma dirección hasta que…, como salí tarde en la temporada, los huracanes, pero quedé atrapado en una corriente que es bien conocida, el Ecuador”.

El náufrago no esperaba que la tormenta le arrebatara las velas de su barco, ni las hornillas para cocinar ni los instrumentos para saber dónde estaba. Se perdió en altamar casi tres meses y logró sobrevivir.

Mañana, lo que vivió el náufrago en altamar.