México arde
México arde, y no es solamente por 18 estados de la república que están literalmente en llamas por los incendios, zonas enteras que han tenido que ser evacuadas por las llamas. En este último sexenio se redujo el presupuesto para la Comisión Nacional Forestal, del Gobierno federal, en poco más del 50 por ciento de su presupuesto. Desde esta reducción se han dado casi 35,000 incendios que no han podido ser atendidos correctamente.
Y sí, la gente que está cerca del fuego se siente en una indefensión absoluta. Igual que se sienten muchos mexicanos ante la pérdida de muchas cosas que antes dábamos por hecho.
La falta de seguridad y la sensación de impunidad es aterradora. Así se siente y se vive el ambiente que tenemos en un México más violento y polarizado de la historia, donde la mayoría de los políticos están concentrados en las campañas electorales y no en lo que la gente necesita.
Estuve unos días de vacaciones intentando no ver tragedias. Pero es imposible no voltear a ver, por ejemplo, lo que pasó en Taxco, una noticia que le dio la vuelta al mundo por terrorífica, donde una pequeñita, Camila, de tan sólo 8 años, por personas que la conocían, cercanas a su madre, la secuestraron y mataron. Metieron su cuerpecito en una bolsa de plástico que aventaron a la carretera.
En México la impunidad ha generado mucho coraje en la gente, en promedio sólo cuatro de cada 100 delitos son investigados y pasan a un proceso de vinculación.
Por eso se da la barbarie como el linchamiento que se dio como reacción de los pobladores de Taxco, Guerrero, ante el secuestro y asesinato de Camila. La desconfianza en las autoridades es por falta de eficiencia que ha generado un hartazgo social.
En Taxco, los policías municipales no detenían a los presuntos responsables, sabiendo que estaban en la casa donde la menor de ocho años fue torturada y asesinada. Y entonces llegó la gente enardecida, entró por la fuerza a la casa de donde sacaron a dos hombres y una mujer. Por más de media hora fueron golpeados por más de 100 pobladores. Ana Rosa Díaz Aguilar, quien se había llevado a la niña, fue arrancada de la custodia de los policías para golpearla hasta la muerte.
Elementos federales intentaron controlar la situación, pero fue imposible.
Los familiares de Camila habían conseguido los videos de cámaras de seguridad, donde se veía a Ana Rosa y a otro hombre meter una bolsa negra a la cajuela de un taxi local. La familia investigó, las autoridades no.
Fue un taxista detenido quien los llevó a donde habían abandonado los restos de Camila, por quien habían pedido 250 mil pesos de rescate, y una vecina, quien mostró las imágenes donde se ve a la pequeña Camila entrar a la casa de su amiguita, de donde nunca salió con vida.
Pero eso sí, el secretario de seguridad de Taxco, Doroteo Vázquez, culpó a la mamá de Camila por su muerte. Dijo que ella era parte de la culpa porque existió una “responsabilidad maternal” y una “omisión” al permitir que la menor saliera de casa sin las medidas de seguridad adecuadas.
¿Acaso las autoridades de Taxco no debieron garantizar la seguridad?
Después de esto la Fiscalía del Estado de Guerrero atrajo el caso e informó que ya tienen detenidos por el caso Camila. En total, suman tres vinculados con el asesinato de la niña. Uno de los implicados, Alfredo “N”, fue diagnosticado con muerte cerebral por los golpes.
Este caso es de una gravedad enorme, además del asesinato de la menor, el que la gente esté dejando de confiar en las instituciones y busque hacer justicia por propia mano.
Por ejemplo, el jueves pasado, cuando se dio el asesinato de Camila, en la Ciudad de México la policía capitalina rescató a un hombre de 24 años de ser linchado en el mercado de la Nueva Viga, alcaldía Iztapalapa, luego de que una turba comenzó a señalarlo de intentar robar un celular a una mujer de origen chino. Los policías de la capital del país tuvieron una mejor reacción, el presunto agresor pudo ser rescatado de la multitud y presentado ante la justicia, donde fue acusado de robo.
La realidad es que, ante la certeza de seguridad, cada día hay más linchamientos, en muchos casos inocentes son confundidos por la turba enardecida y son golpeados hasta la muerte.
No existen datos oficiales de cuántos linchamientos o intentos de linchamiento existen en el país porque difícilmente se registran o denuncian.
La organización Causa en Común reporta que, en 2023, ocurrieron 19 casos de linchamiento y 129 intentos.
Principalmente ocurrieron en Guerrero, Puebla, Estado de México, Michoacán, Veracruz y Oaxaca, donde los principales motivos son robo en un 60%, luego atropellamiento, secuestro y violación sexual, la mayoría de los presuntos culpables mueren quemados frente a cientos de personas que pocas veces reciben castigo.
Pero existen casos en los que prevalece la confusión y los presuntos agresores en realidad no son ladrones o secuestradores de menores, y terminan en medio de una turba que lo único que busca es sacar su furia, sin tener pruebas de que en realidad existió un delito.
Como el caso del 18 de octubre de 2015 en Ajalpan, Puebla, donde los hermanos José Abraham Copado Molina y Rey David Copado Molina, estudiantes universitarios, fueron contratados para realizar encuestas, pero terminaron linchados.
Cerca de 300 pobladores acusaron falsamente a los hermanos Copado Molina de ser secuestradores, aunque en realidad eran encuestadores de la agencia Marketing Research & Services.
La multitud tomó la presidencia municipal, saqueó el inmueble y le prendieron fuego a patrullas municipales y vehículos particulares. Uno de ellos murió quemado y el segundo a golpes y machetazos.
Y el 15 de marzo de 2019, en San Pedro Tlaltizapán, Tianguistenco, una persona acusada de ser secuestrador de menores fue golpeada y quemada por 800 pobladores en la plaza principal.
Otro caso que estremeció a la sociedad se dio el 10 de junio de 2022, cuando pobladores de la comunidad de Papatlazolco, en el municipio de Huauchinango, Puebla, retuvieron a Daniel Picazo, abogado y funcionario de la Cámara de Diputados, al que golpearon y quemaron vivo.
Se ha intentado tipificar los linchamientos en el Código Penal Federal, no lo están. Pero si no hubiera tanta agresión y delitos impunes, no se llegaría a que la gente intente hacer justicia en propia mano.
Hoy las autoridades nos están quedando mucho a deber y muchos ciudadanos están en la indefensión, intentando hacer justicia por su cuenta.