Las minorías en el congreso
Muchos hacen lo que sea con tal de poder entrar a la Cámara de Diputados o Senadores. Incluso hacerse pasar por afrodescendientes, indígenas o hasta tener una discapacidad.
La intención de que existan estos rubros es para poder tener una representación plural en las cámaras.
Por ejemplo, alguien con alguna discapacidad, que esté en silla de ruedas, conoce bien las necesidades de la gente que padece, por ejemplo, por falta de movilidad y que no se den los accesos necesarios para poderse mover. Y la intención es que se presente una iniciativa de ley que apoyen a esas personas.
Pues ahora, en esta nueva legislatura, uno de los candidatos intentó ocupar ese espacio por discapacidad, argumentando que necesitaba lentes y que era un “discapacitado visual”.
Y es que desde hace varios años los partidos políticos han visto en estas representaciones una forma de acomodar a sus legisladores para alcanzar la mayoría.
En San Lázaro se deben destinar 70 lugares, que se deben repartir 50 a pueblos indígenas y 20 distribuidas en otros grupos.
Son muchos los ejemplos. Ahí está Julia Arcelia Olguín Serna quien ganó en el Distrito 2 para la Cámara de Diputados por la coalición Sigamos Haciendo Historia en Zacatecas.
Julia Olguín es rubia, de tez blanca y de ojo claro, pero se registró como persona perteneciente a la comunidad afromexicana para poder ocupar ese espacio en el congreso, evidentemente no cumple con las características de una mujer afromexicana.
Desde el 2016, esta mujer ha desempeñado múltiples cargos en la administración pública de Zacatecas y además ya contaba en su expediente con otra controversia, y tenía una inhabilitación por 10 años para ocupar cargos públicos, acusada de ejercicio indebido de funciones, abandono de funciones públicas, abuso de autoridad y peculado.
Ahora se suma que representa a un grupo de la población del que en realidad no forma parte, pero que en campaña prometió defender, pese a que varios líderes de este sector de la población han manifestado su descontento de la curul entregada a Olguín.
En Yucatán hay dos casos, Esteban Abraham Macari y Julián Zacarías, quienes son de ascendencia libanesa, buscaron diputaciones federales como representantes de distritos considerados indígenas mayas.
Esteban Abraham Macari reconoció no pertenecer a ningún grupo indígena ni presentó alguna carta de autoadscripción indígena.
Otro suceso fue el del legislador Baltazar Gilberto Martínez Ríos, quien buscaba una diputación en el Congreso de Nuevo León.
En mayo pasado, las presidentas de las comisiones de Derechos Humanos y de Grupos Vulnerables de la Cámara de Diputados pidieron al Instituto Nacional Electoral que explicara cómo fue que se avaló que este legislador accediera a una candidatura para personas con discapacidad, cuando el único impedimento físico que tiene es que necesita usar lentes para ver bien.
Referente a este tema, la diputada Norma Angélica Aceves, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), recordó que, para obtener la diputación, se debe presentar ante las autoridades electorales una constancia que acredite la discapacidad.
Lo mismo sucede con las candidaturas para las diputaciones que representen migrantes, la mayoría de los representantes de migrantes no lo son.
Desde hace varios años se han denunciado que estos “falsos migrantes” muchas veces son líderes de partidos o legisladores locales que, en repetidas ocasiones, son personas muy cercanas a los gobernadores.
Otro caso a nivel local fue del Auditor Superior de Chiapas, Uriel Estrada Martínez, ahora del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), buscó colocarlo en una curul del Congreso estatal como candidato indígena, sin serlo.
En 2018, el PVEM hizo lo mismo con Roberto Rubio Montejo y Humberto Pedrero Moreno, quienes no son ni pertenecen a ningún grupo indígena, pero los postularon para los Distritos Electorales Indígenas 2 y 11 de Chiapas.
Otra candidatura cuestionada fue la de la senadora por la coalición Juntos Seguimos Haciendo Historia, Anahí González Hernández, quien justificó ser indígena presentando una constancia emitida por un sacerdote maya de Felipe Carrillo Puerto y asegura pertenecer a la comunidad de San Juan de Dios en Tulum, Quintana Roo, pero medios locales detallaron que ni en sus redes sociales ni en su curriculum se identificaba como maya.
Otro caso es el de Perfecto Rubio Heredia, quien se enlistó para el Congreso de Oaxaca como miembro de la minoría afromexicano. Pero su aspecto físico no tiene características de serlo.
De las 63 candidaturas que tenía que presentar cada partido político, sólo Movimiento Ciudadano (MC) y el Partido Verde Ecologista de México, lograron cumplir con el número de candidaturas con 176 y 72, respectivamente.
El INE quitó 23 candidaturas indígenas porque los aspirantes no pertenecían a comunidades originarias o éstas las desconocieron.
Pero son muchos los espacios que son ocupados por personas que no pertenecen a esas minorías.
Todavía no se dan a conocer las listas definitivas de quiénes entrarán a la Cámara de Diputados y de Senadores. Pero, definitivamente, no entrarán muchos de los representantes de las verdaderas minorías.