Violencia e inseguridad: un siglo y medio
Para mi querido Ulises Schmill, qué enriquecedor es escucharte
Pasan los años y la situación en el país parece no cambiar ni un ápice. La semana pasada Ulises Schmill Ordóñez, ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, recibió la presea Ignacio Manuel Altamirano 2014.
Para preparar el discurso que pronunció al recibir la presea, investigó a fondo algunas obras literarias de este famoso autor y fue así como llegó al capítulo dos de la novela El Zarco, titulado “Terror”.
Es una novela escrita en 1861, pero si la leyéramos hoy, sin saber que nos referimos a un texto de hace más de 150 años, no dudaríamos en pensar que es una nota de coyuntura.
En esos tiempos ya la Tierra Caliente vivía azotada por la violencia. Y se utilizaban las mismas prácticas delincuenciales. Éste es un fragmento del texto de Altamirano.
“Apenas acaba de ponerse el sol, un día de agosto de 1861 y ya el pueblo de Yautepec parecía estar envuelto en las sombras de la noche. Tal era el silencio que reinaba en él. Los vecinos, que regularmente, en estas bellas horas de la tarde, después de concluir sus tareas diurnas acostumbraban siempre a salir a respirar el aire fresco de las calles, o tomar un baño en las pozas y remansos del río o de discurrir por la plaza o por las huertas, en busca de solaz, hoy no se atrevían a traspasar los dinteles de su casa, y por el contrario antes de que sonara en el campanario de la parroquia el toque de oración, hacían sus provisiones de prisa y se encerraban en sus casas como si hubiese epidemia, palpitando el terror o cada ruido que oían.”
Continúa el texto de Manuel Altamirano:
“El peligro de un asalto de bandidos con los horrores consiguientes de matanza, de raptos, incendio y exterminio. Los bandidos de la Tierra Caliente eran sobre todo crueles.”
Al igual que ahora, los bandidos de Tierra Caliente siguen siendo particularmente crueles, sobre todo un cártel que se llama Los Rojos y que opera en toda esa zona.
En ese momento, en 1861, se vivía una crisis muy seria de inseguridad. Se empezaban a reunir las personas en grupos para crear lo que hoy conocemos como delincuencia organizada. Había cobro de piso, extorsiones, robos y secuestros. Es explícito en el texto de Altamirano.
“Los bandidos, envalentonados por esta situación, pillados en la dificultad que tenía el gobierno para perseguirlos… se habían organizado en grandes partidas de 100, 200 y hasta 500 hombres, y así recorrían impunemente toda la comarca. Viviendo sobre el país, imponiendo fuertes contribuciones a las haciendas, a los pueblos, estableciendo por su cuenta peajes en los caminos y poniendo en práctica todos los días el plazo, es decir el secuestro de personas a quienes no soltaban sino mediante un fuerte rescate.”
Lo más grave de todo es darnos cuenta de que la violencia que vivimos en estos momentos en México no es de nuestros tiempos. Ha sido cíclica a lo largo de muchísimos años y nunca se ha acabado del todo. ¿Cómo es posible que no se haya podido frenar? Hoy en día una de las zonas más conflictivas del país se encuentra precisamente en Tierra Caliente, el mismo sitio donde hace ya 150 años nos contaba Altamirano que la gente vivía en el terror… como ahora.
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