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Las mujeres de los sacerdotes

 

Hace unos días un grupo de 26 mujeres, parejas o amantes secretas de sacerdotes católicos, le mandó una carta al Papa Francisco para proponerle que se elimine el celibato obligatorio impuesto a los curas, y que sea una opción que éstos decidan por sí mismos.

En el escrito le decían que querían romper el muro del silencio e indiferencia con el que se topan a diario. Sostienen que cada una de ellas quisiera vivir una relación de amor con el hombre del que están enamoradas; en este caso, un sacerdote.

Al no recibir respuesta del Papa Francisco, entregaron la carta a la prensa y apareció publicada en el diario La Stampa y se reprodujo en todo el mundo.

En la carta las mujeres dicen que es poco conocido el sufrimiento al que está sujeta una mujer que vive enamorada de un sacerdote y piden compasión del Santo Padre. Al firmar el documento incluyeron sus números telefónicos e identificaciones, las que fueron eliminadas en la versión para la prensa. O sea que fue un acto abierto, de forma tal que el Papa Francisco pudiera identificar a cada una de ellas.

El celibato sacerdotal inició en el siglo IV y se hizo manifiesto en el concilio de Elvira en el año 306, en el cual se estableció de manera definitiva el celibato sacerdotal obligatorio tal como se le conoce en la actualidad. En realidad hasta bien entrado el siglo XVI el celibato era poco observado entre sacerdotes, clérigos, obispos e incluso Papas, que solían tener hijos y parejas, en algunos casos oficialmente. El endurecimiento en la norma se dio poco después, en respuesta a la reforma protestante que permitía, incluso promovía, el matrimonio de los sacerdotes, al mismo tiempo que suprimía las órdenes religiosas y sus votos.

Se sabe que uno de los principales motivos para mantener el celibato es una cuestión económica. Ya que sin duda el sacerdote se tendría que hacer cargo económicamente de su mujer e hijos. Además, sobre todo en el pasado, al momento de la herencia, ésta, con el celibato, pasaba directamente a la Iglesia y no a la familia.

Aunque el Papa Francisco no ha dado una respuesta concreta a esta carta, sí ha expresado su opinión varias veces sobre el tema.

En el libro Sobre el cielo y la tierra, que escribió conjuntamente con el rabino Abraham Skorka, ha dicho que por el momento la disciplina del celibato se mantiene. Francisco escribió que “algunos dicen, con un cierto pragmatismo, que así se pierde mano de obra, y que cada vez son menos los que quieren ser sacerdotes”. Explica que las experiencias de los últimos 10 siglos han sido positivas más que de errores. “La tradición tiene un peso y una validez. Los ministros católicos han escogido gradualmente el celibato. Hasta el siglo XII algunos lo escogían, otros no. Es una cuestión de disciplina, y podría cambiarse, pero personalmente nunca se me ha ocurrido la idea de casarme”.

En el mismo libro explica cómo reacciona cuando un sacerdote le dice que su mujer está embarazada: “intento tranquilizarle poco a poco, y le hago comprender que el derecho natural está por delante de su derecho como sacerdote. En consecuencia debe dejar su ministerio y hacerse cargo de su hijo, aunque no se case con esa mujer. Porque ese niño, igual que tiene derecho de tener una madre, tiene derecho a tener un padre con rostro. Yo me encargo de arreglar todos los detalles administrativos por parte de Roma. Pero debe dejar su ministerio”.

El Papa ha afirmado en varias ocasiones que llevar una doble vida no es bueno y que no le gusta. Dice que es alimentar la falsedad.

Pero lo cierto es que son muchos los sacerdotes que llevan una doble vida. Como vemos en la carta son 26 mujeres las que se han atrevido abiertamente a pedir que el celibato sea opcional, no obligatorio, porque están enamoradas y quieren disfrutar sus vidas y parejas.

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