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Educación zapatista

 

Han pasado 20 años y el domingo pasado el subcomandante Marcos anunció que deja de existir, de acuerdo con los cambios internos que ha tenido y tiene el EZLN.

Señaló que después de años de funcionamiento de las escuelas zapatistas que operan en las regiones bajo control de ese movimiento, hay una nueva generación que no requiere de un personaje para luchar por una mejor forma de vida.

No necesitarán un vocero… pero las escuelas zapatistas no son tan autónomas como dice Marcos.

Las manejan las distintas comunidades indígenas, bajo la supervisión y el mando de los dirigentes zapatistas, y la educación es muy distinta a la tradicional. Uno de los principales objetivos es educar a las nuevas generaciones en la lógica del EZLN.

Está muy bien conservar cultura y raíces. Pero aunque el arraigo es muy importante, esos niños, que hoy son adolescentes y muchos ya adultos, únicamente con la educación zapatista están lejos de poder buscar una mejor calidad de vida.

A finales de los años 90, las comunidades que pertenecen a los municipios autónomos zapatistas de Chiapas pusieron en práctica el derecho de los pueblos indígenas a construir y administrar sus escuelas, según sus propios usos y costumbres.

Esto implica que las familias militantes tienen la capacidad de seleccionar, formar y evaluar a los profesores que imparten las clases.

Lo hacen mediante prácticas de asamblea y delegaciones de cargos comunitarios. En oposición al centralismo de la política indigenista nacional, tienen en sus manos el control local de la educación “formal” en los territorios rebeldes del sureste mexicano.

En la escuela autónoma no se manejan calificaciones ni se hacen evaluaciones. Los alumnos son evaluados por la propia comunidad, pero no por sus conocimientos o rendimiento. Una de las comisiones autónomas de Chiapas ha subrayado que “los niños van a la escuela para servir al pueblo, no para ir a trabajar luego para el capitalismo”.

“Aquí —dicen— nadie sabe más, nadie sabe menos.”

Les enseñan en su lengua materna y son muchos los dialectos según la zona. No aprenden español correctamente. Les enseñan supuestamente el cuidado y la conservación de la tierra y la naturaleza, aunque muchos de los conflictos regionales provienen de luchas de grupos, zapatistas y no zapatistas, que trafican con maderas y animales.

Aprenden matemáticas, pero a partir de los números de la explotación de los pueblos indígenas, para que no los sigan explotando. Está muy bien, pero no saben matemáticas básicas.

Como casi toda esta educación está centrada en el proceso de lucha, ha sido un tipo de adoctrinamiento para que a lo largo de las generaciones aquélla continúe.

Es cierto, ésta ha sido durante muchísimos años una de las zonas más marginadas del país. Las oportunidades para tener una mejor calidad de vida han sido pocas, pero con el movimiento zapatista, apoyar a estos indígenas en ocasiones se ha tornado mucho más complicado. No aceptan, por ejemplo, la ayuda y los programas de desarrollo social, ni tampoco los mecanismos de educación formal.

Si el movimiento zapatista sirvió de algo fue para que el mundo pusiera los ojos en esa comunidad, pero han pasado 20 años y la calidad de vida de éstas sigue siendo tan pobre como entonces.

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