¿En México?, imposible
Han pasado ya 50 años desde la primera visita de un Papa de la Iglesia Católica a Tierra Santa. La realizó Pablo VI y, en aquel entonces, se levantaron la excomunión entre ortodoxos y católicos.
Del 24 al 26 de mayo, Francisco realizó una gira a Tierra Santa que podría traer un cambio importante en las relaciones políticas en Medio Oriente.
El proceso de paz en esa zona está detenido. La violencia es incesante.
La gira de tres días, que inició en Jordania pasó por Belén y término en Jerusalén, tuvo como principal objetivo buscar la paz.
El Papa invitó al presidente de Israel Shimon Peres y al de Palestina Mahmud Abbas a realizar una valoración sobre el tema y ofreció el Vaticano para el encuentro. A las pocas horas, ambos mandatarios habían aceptado la invitación. Algo que era prácticamente impensable.
Si bien es cierto que el líder católico emprendió ese viaje a Tierra Santa como un encuentro religioso, lo más destacado fue su participación en la política de toda esa zona para tratar de llegar a acuerdos. Realizó en su recorrido todo tipo de gestos de fraternidad y convivencia con judíos y musulmanes.
Hizo un llamado a las personas que fabrican las armas y dijo que la raíz del problema está en el odio y la avaricia. Además de las distintas creencias que se tienen y la pelea por el control de los territorios, hay muchos que están utilizando este momento para tener una ganancia económica.
Es un avance político importante. Muchos han hecho esfuerzos para tratar de llegar a acuerdos de paz, como el secretario de Estados de los Estados Unidos, John Kerry, pero no lo han logrado.
El Papa hace la propuesta como un líder religioso, y ha dicho que hay que mostrar que la paz se construye con distintos gestos para poder lograr un avance. Es enfático cuando dice que el diálogo sólo se da con respeto y enriquecimiento.
Para Francisco las diferencias en las maneras de pensar son válidas: “nos pueden enriquecer mucho pero tenemos que vivirlas buscando la verdad de la caridad”.
Ha dicho que no se impongan condiciones religiosas a nadie, que no se discrimine independientemente que sean judíos, cristianos o musulmanes.
Si el Papa ha logrado que el presidente de Israel y el de Palestina acepten sentarse a dialogar, por qué no tomamos en México parte de estas enseñanzas.
Que se junten los distintos grupos políticos del país para llegar a acuerdos. Como dice el Papa, las diferencias nos pueden enriquecer mucho, pero tenemos que vivirlas buscando la verdad de la claridad.
¿Por qué no tomar el mensaje para dejar de hacer armas o traficar con ellas para un fin económico?
O bien, que los distintos grupos del crimen organizado dejen de pelear territorios.
En México esto sería prácticamente imposible. Es más fácil que se junten los presidentes de Palestina e Israel, a que nosotros trabajemos por un México mejor.
Como dijo el Papa: “Construir la paz es verdaderamente difícil, pero vivir sin ella es un auténtico tormento”.
bibibelsasso@hotmail.com
Twitter: @bibianabelsasso