A México le están saliendo canas; por eso necesitamos prepararnos: Vázquez Mota
Nadie nos enseña a envejecer. ¿Qué hacemos ahora con 30 o 40 años más de vida que tenemos ahora? Josefina Vázquez Mota, en su reciente libro, Ser grande, nos hace crear conciencia y nos dice que las decisiones que tomemos en nuestra niñez, adolescencia y juventud marcarán los 20 o 30 años finales de nuestra vida.
JVM: Mi querida Bibiana, estoy muy orgullosa particularmente de este libro, Ser grande, que tiene de verdad especialistas en la materia, mujeres y hombres que han dedicado (algunos de ellos su vida) al proceso de envejecimiento y lo que queremos es dar visibilidad en un país donde el muro democrático nos ha obligado a enfocarnos en niños y adolescentes, y hemos ido dejando de lado lo que es el proceso de envejecimiento, en lo personal y también como país.
Déjame contarte que yo nací en 1961 y en 1960 la esperanza de vida de una mujer era de 57 años. La esperanza de vida ha venido aumentando, como lo señala el libro, y la pregunta es ¿cómo queremos llegar? y decía una de las coautoras, Martha Pardo, una cosa es el tiempo, que es cuando renuncias a seguir viviendo, cuando pierdes los sueños, la pasión, la capacidad de seguir adelante, y la otra es ser grande; la propuesta del libro es cómo tener en lo personal, reconocemos que empezamos a envejecer desde el día que nacemos, Bibiana, y el proceso de envejecimiento nos tiene que llevar a muchas decisiones de vida personal.
Primero, éste es un libro que deben leer los jóvenes, no solamente los que nos sentimos que estamos en una edad, porque lo que haces o dejas de hacer cuando eres joven marca tu vida y lo va a marcar de manera inexorable; aquí sí no hay marcha atrás. En segundo lugar tenemos que trabajar en este proceso por nosotros en un país donde el problema de salud es grave; ¿cómo queremos llegar?, ¿con quién queremos llegar?, ¿en qué condición espiritual, material, económica? En un país en el que cuando alguien tiene 45, 50 años, le cuesta mucho trabajo inclusive conseguir un empleo.
BB: Josefina son dos cosas; una es el tema de la actitud, cómo quieres vivir, cómo llevas tu vida para tener una vida saludable. La otra es el bono demográfico; como bien lo dices tú en el prólogo, en 2016 el número de personas de 60 años era más que el número de niños de menos de cinco años; ¿quién va a pagar esas pensiones?, ¿cómo vamos a subsistir estos 35 años de vida sin trabajar, que además de todo, son los más caros?
JVM: Efectivamente, sin duda. En 2050, por cada 100 niños habrá 104 adultos mayores; hoy incluso, se está hablando de una cuarta edad; una cuarta edad porque, yo lo digo un poco en broma, pero con toda seriedad, cuando te casabas decías para toda la vida, porque ibas a vivir 60 años; y hoy son 70, 80, 90 o más. En el tema laboral tenemos que cobrar conciencia de que hay que cambiar muchos mitos y estereotipos; tenemos que ir construyendo la posibilidad, primero, de volver a aprender a estudiar. Uno de los coautores, Eugenio Yarce, que es especialista académico, dice que hay que empezar a abrir escuelas, universidades para los 40 años y más ¿Por qué?, porque muchos de quienes nos formamos en nuestro tiempo en la universidad, en los bachilleratos, no aprendimos tecnología y podemos quedar excluidos en el mercado laboral.
La tanatóloga, extraordinaria, Angelina Pacheco, que escribió otro capítulo del libro, dice: en México celebramos la muerte cada 2 de noviembre, nos reímos de la muerte, tenemos una película extraordinaria que es Coco; pero qué pasa cuando en tu casa, en mi familia, la familia de quien nos está leyendo, alguien dice en la mesa o en la plática “yo quiero contarles cómo quiero que sea mi muerte, quiero decirles…”, e inmediatamente alguien de la familia va a decir “no, no, no, no hables de la muerte, no queremos hablar aquí; de la muerte no queremos saber nada”.
BB: Ahora es más difícil, yo lo veo: a mí me da más miedo pensar en tener 95 años, estar mal de salud, no tener con qué vivir, porque la situación económica se va deteriorando, que morir antes.
JVM: Por supuesto. Lo que te quiero decir con esto es que tenemos muchos estereotipos; por ejemplo, está formado por la Organización Mundial de la Salud y en el libro también se documenta, la mayoría de los mayores son incompetentes, son enojones, no tienen vida sexual, no tienen propósitos; es más, es terrible, así debe haber pasado, seguramente tú conoces muchísimas personas y cuando alguien te presenta una persona y te dice: “en su época fue un gran médico”, “en su época fue una gran escritora”, “en su época fue una gran periodista”, y bueno, tú dices: “perdón, ¿cómo que en su época?; ahorita es su época, es su momento”. Todos estos mitos y estereotipos; te voy a hacer llegar un video, ojalá luego lo puedas describir en tu artículo, de una persona, un adulto mayor español que está sentado en un escenario de teatro con su bata —porque antes, a los 60 años te vestías de 60, caminabas de 60, te ponías una bata de 60, ¿no?, ahora ya no— y de pronto se levanta y muestra un video corriendo un maratón. A mí que me encanta el deporte y que he corrido algún medio maratón, veo que me rebasan personas de 70 años, de 75, de 80, y digo: “¡qué maravilla!, cuando sea más grande quiero ser como ellos”. Es decir, tenemos que acabar estos mitos, estos estereotipos y tenemos que empezar a preparar a México como nación, como país; la infraestructura, la comunidad, las habitaciones, los automóviles, los servicios; tener un mundo de servicios inimaginable, servicio de comida, de todo.
“Es prepararnos para nosotros, a prepararnos para honrar la vida, a prepararnos a ser grandes y no solamente viejos; prepararnos a que seguimos teniendo libertad de tomar nuestras propias decisiones”
BB: Dices que el amor no es suficiente para tratar a alguien de la cuarta edad.
JVM: Hoy quiero invitar a todas y todos, a través de tu espacio, de tu experiencia, de tu voz, de tu reflexión, de tus letras, a que convoques a todos a prepararnos para nosotros, a prepararnos para honrar la vida, a prepararnos para ser grandes y no solamente viejos; y a prepararnos como país y como nación.
BB: Como personas y como país, ¿cómo hay que prepararse?, ¿cómo me tengo que preparar yo para cuando sea vieja?
JVM: Tenemos que preparar, primero, con actitud personal de aliento, de ánimo, de reconocer que ciertas cosas ya no necesariamente las vamos a hacer o ya no nos van a gustar hacer, pero que hay muchísimas otras que finalmente vamos a poder hacer y las vamos a poder disfrutar. A prepararnos a que seguimos teniendo libertad de tomar nuestras propias decisiones. A prepararnos a ser parte dinámica de un envejecimiento, como dicen, antiguo e independiente. A prepararnos a tomar la decisión de si queremos seguir viviendo donde vivimos o nos vamos a una casa a compartir la etapa de la vida con alguien o con algunos más, donde nos sintamos más cómodos y más felices. A prepararnos a ejercer nuestra vida y no, como ahora dicen, que cuiden a sus nietos; habrá quien lo haga por voluntad propia, pero ése no es necesariamente un mandato que todo el mundo quiere cumplir; y todo el mundo es “abuelita” o “abuelito”, siempre es fácil decir: “ay, mira ahí hay un abuelito”, perdón, eh, hay mucha gente que no tiene nietos y que tiene 70, 80, 90 años de edad. Tenemos que trabajar en nosotros, cuidando nuestra salud porque sí nos la cobra, eh, finalmente el cuerpo te las va cobrando si no nos cuidamos con la resiliencia, capacidad de seguir avanzando en la vida, en lo espiritual, en lo emocional. Y yo te diría que como país, reconocer que a México ya le están saliendo canas y que nos hemos ocupado prácticamente o casi nada de los temas de crecimiento en la salud mental, de la infraestructura, de lo que significa la educación, de incorporación al mercado laboral, que tú señalabas de manera tan importante, de cómo también construimos fuentes para adultos mayores y para jóvenes.
BB: Y luego, Josefina, las pensiones, por más que quieran hacer programas sociales en este momento, en 30 años no va a haber quien pueda sostener este sistema de pensiones.
JVM: Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo los invito a leer el libro, porque ahí se explica justamente que si no hacemos cambios radicales en materia legislativa, de orden institucional, no va a haber manera de financiar el envejecimiento de millones de nosotros, que aparte, hemos trabajado toda la vida. Hacía una pregunta Eugenio en la presentación del libro: “¿quién sabe su Afore?, ¿quién sabe en qué capítulo del Seguro Social está?”. La mayoría ni siquiera hemos investigado en dónde están nuestros ahorros y qué está pasando con ellos; por ahí debemos empezar también.