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Acapulco en llamas

Estos días tiene lugar en Acapulco el Abierto Mexicano de Tenis. Varias de las mejores raquetas del mundo se dan cita en el paradisiaco puerto de Acapulco: Rafael Nadal, Daniil Medvedev y Stefanos Tsitsipas, entre otros grandes, se disputan el torneo.

 Se espera un lleno casi total para el turismo y los ojos del mundo deportivo están puestos en el puerto guerrerense que, mientras tanto… arde en llamas.

Hace unos días, mientras el Presidente López Obrador se encontraba en el estado, fue incendiado el Mercado Central de Acapulco. Las autoridades locales dijeron que se trataba de un accidente, la realidad es que desde hace una semana locatarios del inmueble habían denunciado de forma anónima que recibían amenazas de parte de un grupo criminal.

De acuerdo con esas quejas, los obligan a pagar “derecho de piso”, los secuestran y les exigen realizar protestas para desprestigiar y sacar a las fuerzas armadas del puerto.

Por ello, el jueves 18 de febrero las fuerzas de seguridad, encabezadas por el 58 Batallón de Infantería, comenzaron a realizar rondines en el mercado para sacar al líder que controlaba el mercado.

La intensa vigilancia provocó una movilización del grupo criminal que tiene bajo su yugo a los locatarios y la noche del 19 de febrero mandó a tres hombres al mercado para rociar gasolina y luego prenderle fuego.

Se calcula que entre 50 y 80 locales y puestos fijos y semifijos quedaron calcinados. No hubo heridos, pero los comerciantes no pudieron recuperar nada de su mercancía.

Su patrimonio quedó en pérdida total y hasta el momento no hay autoridad que los busque para entregarles una remuneración, o algún otro tipo de apoyo individual, por estos daños.

Imagínese usted, la gente trabajadora de Acapulco tiene que vivir bajo el control de los criminales, quienes les exigen derecho de piso. Pero además si se salen un poco de la zona costera y diamante, márgenes considerados seguros porque ahí se ha enfocado el trabajo de las fuerzas de seguridad, corren un riesgo altísimo: decenas de niñas y jóvenes han sido violadas o han desaparecido.

El incendio en el mercado es un claro ejemplo de que si la gente no coopera con el crimen organizado, las consecuencias son graves.

De acuerdo con los reportes de seguridad más actualizados, entre los 80 municipios turísticos más violentos del país, Acapulco ocupa actualmente el número 11, con 448 homicidios cometidos en el periodo que va de febrero de 2021 a enero de 2022.

Hasta el cierre del año pasado estaba en el lugar 12, lo cual significa que se aproxima a entrar a la lista de los 10 más peligrosos. Además, concentraba el 37.94 por ciento de los asesinatos que ocurren en Guerrero.

La situación es tan trascendente que, en junio del año pasado, la Secretaría de Gobernación comenzó la primera fase de un plan para promover la cultura de la paz y reconstrucción del tejido social en la ciudad.

Del suceso ocurrido en el mercado quedaron registros fotográficos que no ayudan a mejorar la imagen del puerto: la imagen de una humareda levantándose sobre las llamas, contaminando la usualmente espectacular vista de la bahía al anochecer dio varias vueltas en medios y redes sociales.

Ahora se habla de reparar el Mercado Central, pero la mercancía de los comerciantes tendrá que correr por su cuenta, pues muchos de ellos no poseen un seguro para este tipo de siniestros, donde el responsable, el crimen organizado, queda impune.

Episodios como estos llevan consigo un impacto importante que por supuesto alcanza a las autoridades civiles, las cuales a la mirada de la gente terminan por aparecer con capacidades acotadas y provocan una sensación social de abandono.

Hace unos días, dimos cuenta aquí de lo declarado por la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, en el sentido de que el calor y una mala alimentación pueden ser detonantes de la violencia en el municipio. “Si comes más carbohidratos te acelera”, afirmó ante los medios de comunicación.

Al defender los resultados que dice tener su administración declaró que ella consideraba que sí había bajado el número de homicidios comparado con años anteriores, y que eso era “un trabajo de todos”.

Lo cual también da cuenta de una distancia que hay entre la visión del problema que se tiene desde la Presidencia municipal y la realidad que la mayoría de los acapulqueños aprecia.

Ese día al menos agregó que sería deshonesto de su parte decir que bajó “porque llegó Abelina, pero no —se apuró a aclarar—, es porque está la Guardia Nacional, la Sedena, la Marina, la Fiscalía del estado, y la Policía estatal”.

Y ese es uno de los asuntos que también asoman de los hechos del Mercado Central, ¿con qué parte están contribuyendo las autoridades más locales, pero no por ello desprovistas de capacidades, en la atención del problema de la violencia y la criminalidad?

En Acapulco, por lo pronto, hay mucho por hacer, una vez que termine el Abierto Mexicano de Tenis.