Adiós al héroe
Miami, 7 de septiembre. El grupo extremista Estado Islámico ha cumplido sus amenazas asesinando a periodistas norteamericanos para enviar mensajes al gobierno de Estados Unidos y buscar aterrar a la sociedad de ese país. El primer video, difundido el pasado 19 de agosto, exhibe la decapitación de Jim Foley, periodista norteamericano secuestrado en Siria en 2012.
En el video se observa a Jim con una vestimenta anaranjada y a su verdugo con una túnica negra. El verdugo (en realidad un terrorista de origen inglés que antes había sido un frustrado cantante de rap) reta al gobierno de Estados Unidos mientras Jim envía un mensaje a su familia y culpa al presidente Barack Obama de su muerte por haber iniciado la guerra en Irak.
Pocas semanas después los yihadistas volvieron a mandar un mensaje con el asesinato de Steven Sotloff. No se sabía nada de Sotloff desde que fue secuestrado, también en Siria, pero su imagen fue mostrada en el video del asesinato de Jim. Ahí el verdugo dijo que Steven seria el próximo ejecutado.
Ahora, al momento de su sacrificio, al igual que en el video de Jim, Steven aparece vestido con una túnica anaranjada y da un discurso similar al que dio el otro periodista americano. Se despide de su familia y culpa al gobierno de Estados Unidos por la guerra, dice, contra el Islam.
Me encuentro en Florida y este fin de semana se dieron las ceremonias de honor para Steven Sotloff en Pinecrest, una colonia de Miami de donde el periodista era originario. Al servicio fúnebre llegaron más de mil personas para despedirlo como héroe. Durante la ceremonia no se habló de la forma en que había sido ejecutado, sino del gran ser humano que fue. Se recordó el último mensaje que envió a su familia, por medio de otro compañero que también estuvo secuestrado y logró salir con vida del cautiverio. “Vivan la vida al máximo y traten de ser felices; por favor sepan que estoy bien”, fue su mensaje. Se supo que durante su cautiverio estudió español e italiano para mantener las esperanzas y que se mantuvo positivo hasta sus últimos días.
La percepción de la sociedad estadounidense, en su gran mayoría, no es contraria a las políticas de Estados Unidos en este tema, y menos ahora que se están conmemorando 13 años del trágico 11 de septiembre del 2001, cuando fueron atacadas las Torres Gemelas y el Pentágono. Los norteamericanos se solidarizan en ese tema con Obama, aunque muchos creen que ha sido demasiado tibio y otros que no planificó bien la salida de Irak, y ahora no sabe bien cómo volver a intervenir. No es casual que los índices más altos de popularidad de Barack Obama en la presidencia se dieron cuando anunció que había sido abatido Osama bin Laden.
Pero las amenazas de los yihadistas no han cesado: se sabe que la siguiente víctima será el británico David Cawthorne, capturado en marzo del 2013 en la frontera de Turquía con Siria. Al mismo tiempo el Estado Islámico está también utilizando niños y mujeres como botín de guerra: según la comisión de las Naciones Unidas para el tema, más de dos mil niños y mujeres se encuentran secuestrados en Irak por el EI: las mujeres son vendidas a sus militantes o a quien quiera comprarlas como esposas (o esclavas) por un precio entre 100 y 250 dólares.
El mundo no ha vuelto a ser el mismo desde los ataques terroristas del 11-S. Y sobre todo en los últimos meses se ha inclinado hacia una lucha de civilización contra barbarie que parece trascender todos los principios que se han construido a lo largo de décadas. Los grupos extremistas, educados en la propaganda antioccidental, creen que la sociedad estadounidense es débil y se doblegará ante ataques brutales como los que hemos visto. En realidad ni la conocen y la subestiman: con todos sus aciertos y errores, la sociedad estadounidense (y la de Occidente en general) es mucho más fuerte de lo que se cree y esa fortaleza proviene, en muy buena medida, de su integración, sus instituciones y sus libertades.
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