“Ahí se ven”: El Benjamón
En una casa modesta en la colonia San Gaspar, en Jiutepec Morelos, estaba resguardado Benjamín Mondragón, a quien las autoridades conocen como El Jarras o El Benjamón.
Este hombre era uno de los principales líderes de Guerreros Unidos, la organización criminal conformada por ex sicarios y ex guardaespaldas de los Beltrán Leyva. Dicen las autoridades que la carrera delincuencial de El Benjamón era amplia: se dedicaba al robo, al secuestro y a la extorsión y además al narcotráfico.
Manejaba un muy bajo perfil, sobre todo en los días posteriores a que fueron secuestrados los 43 normalistas de Ayotzinapa y su grupo criminal se puso en los ojos de todo el país. Se encontraba con su mujer, una joven de 35 años originaria de Guerrero, Bertha Paco, quien está embarazada, y dos de sus sobrinos, que actuaban como sus guardaespaldas.
Cuando llegó la Policía Federal se dio un enfrentamiento y Mondragón empezó a disparar contra los agentes. En ese fuego cruzado fue herido un suboficial. La balacera cesó cuando El Benjamón negoció con las autoridades que dejaran salir a su mujer, y a cambio él se entregaría.
Cuando Bertha, su mujer, salió ilesa del inmueble, el narcotraficante se asomó por la ventana y dijo que iba a salir de la casa pero disparando para que lo mataran los policías. Pero ya no salió, solamente gritó “ahí se ven”, y se suicidó de un balazo en la cabeza.
Muy lejos quedaron los años en que los narcotraficantes vivían una vida de glamour y ostentación. En todas las últimas detenciones de capos criminales, ellos estaban prácticamente solos y en lugares muy sencillos.
Qué diferencia con Arturo Beltrán Leyva, líder del cártel del que surgió Guerreros Unidos, quien se encontraba en un departamento en Cuernavaca, con un grupo numeroso de sicarios que recibieron a las autoridades a balazos y dieron pie a una terrible batalla.
En esa ocasión cuando se vieron acorralados y Beltrán Leyva ya había muerto, el único sicario que había sobrevivido se suicidó arrojándose por una ventana. Ninguno salió con vida.
En el caso de Joaquín Guzmán Loera, su detención se dio en un modesto departamento en Mazatlán, donde estaba con su esposa, sus dos gemelitas y un custodio. A diferencia de Beltrán Leyva y El Benjamón, una vez que se vio cercado, El Chapo simplemente se entregó para que no corriera ningún riesgo su familia.
Generalmente, cuando capturan a un narcotraficante, las autoridades nunca lastiman a su familia. Este tema suele ser muy cuidado.
Pero lo cierto es que los narcotraficantes que antes utilizaban las ganancias del crimen organizado para vivir en la opulencia, hoy es prácticamente imposible que lo puedan hacer. Cada vez están siendo más perseguidos tanto por las autoridades como por grupos antagónicos. Los días de la gran mayoría de estos criminales están contados.
Por cierto, y más allá de todo esto, ¿cuántos secretos, incluyendo el destino de los normalistas de Ayotzinapa, se llevó consigo El Benjamón?
bibibelsasso@hotmail.com
Twitter: @bibianabelsasso