“Al mexicano le cuesta reconocer la libertad en sus actos cotidianos”
¿Qué concepto tenemos los mexicanos de la libertad? ¿Qué tipo de libertad queremos? ¿Es indispensable para nuestra vida la libertad o cómo la entendemos? La libertad puede ser desde expresión hasta religiosa. ¿Hacia a dónde podemos ejercerla?
Platicamos con Othón García, fundador de Bitácora Social, que es un grupo amplísimo de más de 300 antropólogos que se dedican a estudiar el comportamiento de la gente, para hablarnos de un estudio que se hizo sobre los mexicanos y la libertad.
OTHÓN GARCÍA (OG): Si tenemos actos de libertad cotidianos, no los identificamos como tales, es algo que simplemente no tenemos en el radar.
BB: En la conferencia que te escuché pusiste un ejemplo de las personas que nacieron y vivieron en la URSS, antes de que se diera todo este rompimiento, y los jóvenes de hoy tienen conceptos de libertad distintos.
OG: Sí, lo mencionaba, esto viene en uno de los libros de Svetlana Aleksiévich, cuando está hablando de los soviéticos y ella menciona que uno de los grandes choques culturales en esta generación de padres soviéticos que nacieron en la Unión Soviética, pero con hijos que ya crecieron en la Rusia capitalista y, sobre todo, en los años 90, que era un capitalismo salvaje, era precisamente hablar del concepto de libertad, porque para los hijos rusos, libertad significaba tener opciones, mientras que para los padres soviéticos libertad significaba no tener miedo, y son dos cosas completamente diferentes. A mí se me quedó muy grabado, tengo que confesarlo, se me quedó muy grabado esto cuando lo leí porque yo comparto ese concepto de libertad soviético; para mí, libertad es no tener miedo y en esta sociedad, a veces, yo no me siento libre porque tengo miedo. A veces viajo a otros países y me sorprendo caminando en la calle sin miedo, ergo, me siento libre, de ahí que recuerdo esa comparación, eso que menciona Svetlana Aleksiévich.
BB: La libertad viene con responsabilidad y a muchos de los jóvenes eso no les gusta.
OG: Sí, hablábamos de que, para los jóvenes, ellos quieren tener una libertad que vive en el presente, desgraciadamente la sociedad les dice que la libertad llegará en el futuro cuando sean adultos. Los jóvenes piensan que la libertad llega con la independencia, pero cuando se enteran que la independencia conlleva responsabilidades, entonces ya no les gusta tampoco tanto, y al final, también los jóvenes quieren ser “libres” simplemente por el hecho de ser jóvenes, y no les gusta que les pongan etiquetas de rol, son hijos o son estudiantes o son trabajadores: “no, soy libre porque tengo 17 años, no porque sea un buen hijo o porque esté en la prepa”, etcétera, etcétera. Entonces, sí, ahora, parte de lo que hablamos y que se relaciona con los jóvenes, es que pareciera ser que, en la sociedad, libertad se asume como poder hacerlo porque me da la gana, cuando me da la gana, sin tener consecuencias; sí hay un concepto muy adolescente, por así decirlo, sobre qué significa la libertad en una sociedad como la mexicana.
BB: ¿Cómo definirías tú el comportamiento de los adolescentes mexicanos en este momento, comparado con los adolescentes mexicanos de hace 20 años?
OG: Yo creo que una de las cosas que está cambiando son los tiempos, la proyección de futuro que puede tener un joven de hace 20 años a la proyección de futuro que puede tener un joven hoy ha cambiado, y todo se ha vuelto mucho más inmediato, mucho más inmediato, en cuestiones tan banales como la típica promoción de marca que antes te pedía que mandaras el papelito y el sorteo iba a ser tal día, uno tenía que esperar para ver si se había ganado algo, hoy es: “a ver, dámelo ahorita, quiero saberlo ahorita”, esos tiempos se han acortado. Los chicos, y no sólo los chicos, vamos, va uno en el transporte público y puedes ver también a adultos que están consumiendo una serie de historias que duran cinco, seis o siete segundos, está viendo uno cómo están pasando historias e historias e historias por su móvil, creo que esta inmediatez nos afecta a todos, no sólo a los jóvenes.
BB: ¿Eso ha cambiado también en el aspecto laboral con las nuevas generaciones?
OG: Sí, lo que pasa es que antes había un concepto de carrera y había una promesa, ¿no?, para poder tener una familia y poder cumplir con los cánones sociales necesitas pasar por todos estos pasos y durante algún tiempo así fue. La generación de mis padres, aquellos que empezaron a hacer familias en los años 50 y quizá 60, pues vivieron una época bastante interesante, donde alguien con licenciatura o con una ingeniería del Poli podía sostener una familia de seis hijos, o sea, yo recuerdo mis épocas de primaria, casi todos mis compañeros éramos de familias grandes, nadie era millonario, por cierto, y ahorita, la idea de poder tener seis hijos, híjole, económicamente empieza a ser difícil, además de que, simplemente tener una licenciatura o una ingeniería tampoco empieza a ser la mejor de las propuestas, no rinde para tanto, entonces sí ha cambiado.
BB: Los jóvenes en esta inmediatez buscan resultados muy rápidos. ¿Qué pasa cuando entran a la vida laboral?
OG: El estímulo lo quieren ya, la experiencia la quieren ya, no quieren una carrera, quieren una experiencia, y cuando tú llegas y me prometes que dentro de 20 años voy a empezar a cortar las flores del jardín, dicen: “no, no tengo 20 años, yo quiero ahorita”. No sé cómo van a ser estos jóvenes cuando tengan nuestra edad, va a ser interesante, porque eventualmente la realidad los va a alcanzar, pero ahorita quiero asumir que se la están pasando bien brincando de un lado al otro; no voy a decir que eso es malo, tampoco voy a decir que eso es bueno, simplemente es.
BB: Ha bajado el índice de matrimonios.
OG: Sí, pero habría que ver si en realidad hay una ventaja tangible entre estar casados formalmente versus simplemente juntarnos, cuando la sociedad ya te permite juntarte.
BB: Ahora, regresando a la libertad, ¿qué fue lo que encontraste en este estudio?
OG: Nosotros lo que encontramos es que los adultos, cuando se habla de libertad, tienden a ver al pasado, la libertad no forma parte de su presente y no forma parte de su futuro, si la tuvieron fue algo pasajero. Fue algo muy individual, insisto, esto es lo interesante del estudio, el mexicano no requiere la palabra “libertad” para autodefinirse, y no estoy diciendo, nuevamente, parte de lo bonito de la antropología es que la antropología no juzga, no te dice si es bueno o es malo, simplemente es. El mexicano no requiere de la libertad para autodefinirse, ¿esto significa que no la tiene?, no, sí la tiene, pero la tiene de una forma amarrada a cosas muy cotidianas que se alejan mucho de la libertad idealizada que le han vendido en los medios o que los grandes opinólogos manejan, entonces esa libertad conceptual está demasiado alejada de la libertad de todos los días, entonces ya cuesta trabajo reconocer esos actos cotidianos de libertad de todos los días, como verdaderas manifestaciones de libertad.