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Así no

las mujeres nos siguen golpeando, torturando, violando y matando. No nos sentimos seguras de caminar por la calle solas, subirnos a un taxi, ni siquiera pedir un transporte por aplicación. Ni en la Ciudad de México, ni en muchos estados de la República.

 

Igual te intentan secuestrar en un taxi o te violan unos policías en la Ciudad de México.

En nuestro país cada día matan a por lo menos tres mujeres y casi 50 sufren abuso sexual; pero durante los primeros seis meses de este año la cifra es todavía más alta, ha subido a casi 10 mujeres asesinadas al día.

Las mujeres tenemos que alzar la voz, estar unidas y manifestarnos. Por supuesto que sí.

No estoy hablando al azar, las cifras son de la organización Amnistía Internacional, y confirman que cada día se cometen en México un promedio de 10 feminicidios.

Con esta realidad a cuestas, miles de mujeres se manifestaron el viernes en la Ciudad de México para exigir seguridad y el fin de la violencia de género; historias como podemos ver, se cuentan por cientos.

 

Nadie puede poner en tela de juicio la legitimidad de esta exigencia; incluso, la rabia con la que mujeres exigieron un ya basta. Pero sí la forma.

Durante su paso, las manifestantes hicieron pintas en monumentos y estructuras urbanas, rociaron gases, pintura en aerosol, rompieron vidrios, dañaron la parada Insurgentes del Metrobús y prendieron fuego a la estación Florencia de la Policía.

Pero además se infiltraron grupos anarquistas, golpeadores profesionales que recibían órdenes para incitar a la violencia.

En la protesta del viernes pasado hubo 34 personas lesionadas, entre ellas 13 policías y un bombero.

Golpearon con alevosía, ventaja y de manera traicionera a varios periodistas que cubrían el evento. Ver las imágenes de cómo agredieron a nuestro compañero reportero Juan Manuel Jiménez, de ADN 40, es indignante. Y está documentando en video cómo un señor le da instrucciones al golpeador para noquear a mi compañero.

El saldo de la protesta

Pero nuevamente es política. Estos grupos piden a gritos, golpes y ocasionan destrozos a monumentos nacionales para que se les reprima. Y saben que reprimirlos tiene un costo político para la Jefa de Gobierno de la ciudad, Claudia Sheinbaum, quien asegura que no habrá investigaciones ni responsables por los actos vandálicos que se registraron durante la protesta.

Sheinbaum afirma que priorizarán el diálogo para que la violencia que se registró no se combata con más violencia; que por los destrozos no habrá responsables y que los daños se pagarán con recursos públicos a través de seguros contratados o presupuesto de las mismas dependencias encargadas.

La pregunta es ¿por qué no priorizan en darle seguridad a los ciudadanos que además son los que pagan impuestos y con eso su sueldo y el seguro para reparar los monumentos?

Por su parte, el secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta, señaló que la Policía capitalina no fue rebasada durante la marcha feminista. Tener golpeadores profesionales lastimando gente y destrozando daños a monumentos históricos no es estar rebasados.

Pero si creen que por no reprimir a estos grupos profesionales de la violencia se van a quedar felices y tranquilos, se equivocan.

Son profesionales de la violencia y lo hacen para desestabilizar. Llevan años haciéndolo.

Recientemente, el 8 de noviembre de 2014, durante una marcha por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, al cierre de la protesta en el Zócalo capitalino, un grupo de alrededor de 15 “anarquistas” vandalizó la puerta de Palacio Nacional y la intentó incendiar.

Doce días después, el 20 de noviembre, un grupo de encapuchados pretendía llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, pero fue interceptado por granaderos; no obstante, a su paso dañaron mobiliario urbano, negocios, bancos y tiendas de conveniencia.

En 2018, un grupo de anarquistas asistió a la movilización “A 50 años del Movimiento Estudiantil del 2 de octubre”, al llegar al centro de la ciudad, comenzaron a agredir a varias personas, incluidos integrantes de los medios de comunicación.

Además, lanzaron piedras y petardos contra diversos edificios que se encuentran sobre la calle 5 de Mayo.

Pero a estas personas las podemos encontrar en todo tipo de manifestaciones, como en las marchas del Orgullo Gay, como en la de 2014, en la que participaron al menos 11 organizaciones anarquistas como Bloque Rosa, Colectiva de Gafas Violetas, Maricas Antiespecistas, Colectivo Anarcoqueerm y Puta Colectiva, las cuales a su paso vandalizaron parabuses y el Hemiciclo a Juárez.

Durante la edición 2017 de la marcha del Orgullo Gay, integrantes del frente autodenominado Fuerza Nacional México (Nazis), quienes se oponen a ésta, se enfrentaron a colectivos anarquistas frente a la Catedral Metropolitana.

Es verdad, las mujeres no hemos sido escuchadas ni se nos ha hecho justicia, en junio pasado la Secretaría de Gobernación rechazó declarar la alerta de violencia de género en la Ciudad de México debido a que, a su consideración, no había “elementos suficientes”, además de que el Gobierno capitalino ya aplicaba “acciones relevantes”.

 

Las mujeres debemos alzar la voz, pero lejos de estos grupos que están deslegitimando la causa.