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Ataque con drones

Las imágenes son terribles: incendios gigantescos en las instalaciones de Abqaiq, a aproximadamente 330 kilómetros al noreste de Riad, la capital saudí.

No es una película de ficción; es la consecuencia de los recientes ataques terroristas que se realizan con nuevas tecnologías. Este fin de semana, por medio de drones, se incendió la procesadora de crudo más grande del mundo.

Rebeldes hutíes, de Yemen, atacaron la instalación, que es un importante campo petrolífero en Arabia Saudita. Los rebeldes utilizaron drones para destrozar las instalaciones estatales de Aramco, en Abqaiq, y Khurais, desatando enormes incendios en una zona crucial para el suministro global de hidrocarburos.

Se trata de la mayor embestida contra las infraestructuras petroleras del país que proporciona 10% del crudo que se consume a escala mundial.

Este atentado no se hizo como el ataque terrorista que se dio a las Torres Gemelas, cuando impactaron dos aviones en el corazón del sistema financiero de Estados Unidos; con nuevas tecnologías burlaron las medidas de seguridad que se han impuesto en el orbe a raíz de la ofensiva del 11 de septiembre de 2001.

Por medio de drones se provocó la explosión.  A través del canal Al-Masirah (de los hutíes), el portavoz militar Yahia Sarie confirmó que los rebeldes lanzaron 10 drones tras recibir respaldo de “inteligencia” de sus elementos desde el interior del reino; además, advirtió que los insurgentes arreciarán sus ataques si continúa la guerra.

Los ataques son parte de una serie de embestidas que se han venido dando desde semanas atrás contra la infraestructura petrolera del reino; pero ninguno había causado los daños que se han tenido ahora.

Sin duda, este atentado podría incrementar las tensiones en el golfo Pérsico, en medio de un agravamiento de la crisis entre Estados Unidos e Irán, después de que Washington se retirara del acuerdo nuclear que el gobierno iraní alcanzó con varias potencias mundiales.

Los hutíes, apoyados por Irán, se adjudicaron los ataques que se suman a su guerra contra una coalición encabezada por Arabia Saudí y que lucha desde 2015 para restaurar en Yemen al gobierno reconocido internacionalmente.

 

Golpe a petrolera

Por lo pronto, Estados Unidos responsabilizó a Irán de los hechos, a través del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien escribió en la red social Twitter: “Irán ha lanzado un ataque sin precedentes contra el suministro de energía del mundo. No hay evidencia de que los ataques vinieran de Yemen”.

Mientras que el presidente Donald Trump llamó al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, para manifestarle su apoyo a la defensa del reino.

El príncipe heredero le aseguró a Trump que Arabia Saudí está “dispuesta y puede confrontar y hacer frente a esta agresión terrorista”.

Si bien es cierto que los rebeldes hutíes han utilizado drones de manera constante en sus acciones de combate desde los inicios de la guerra, los primeros aparatos utilizados parecían modelos de aficionados. Hoy, los drones modernos son muy sofisticados y los utilizados en este ataque son muy similares a los que tienen en su poder los iraníes.

Son artefactos de alta tecnología y por su tamaño, mucho más difíciles de detectar. Investigadores de la ONU informaron que el nuevo dron UAV-X, de los hutíes, tiene un alcance de mil 500 kilómetros; se pueden controlar a distancias muy amplias.

La situación es de extrema tensión. Mientras en Teherán se niega que abastecen armas a los hutíes, en Naciones Unidas, Occidente y países árabes del golfo Pérsico afirman lo contrario.

Después de que se informara que estos incendios habían sido controlados, el ministro de Energía, el príncipe Abdulaziz Bin Salmán, aseguró, mediante un comunicado, que las explosiones habían “provocado la interrupción en el suministro de 5.7 millones de barriles de crudo”, lo que significa 50% de la producción de la compañía (Aramco)”.

Saudi Aramco describe su instalación procesadora de petróleo Abqaiq, en Buqyaq, como “la planta estabilizadora de petróleo crudo más grande del mundo”. Además, la petrolera es responsable de la producción de 10% del crudo de todo el mundo.

Para que usted se dé una idea de la importancia de esta compañía, las autoridades saudíes estiman su valor en dos billones de dólares; el doble de lo que vale el gigante informático Apple.

Tras el ataque, Arabia Saudí ha interrumpido la mitad de su producción de crudo de lo que normalmente maneja.

Y los precios del crudo se han disparado a nivel mundial hasta en 19.5 por ciento; es la mayor alza petrolera desde 1988; y es que los recientes ataques han reducido 5 por ciento el suministro mundial diario.

El ataque de este fin de semana no es el primero. Desde hace años se ha intentado atacar las instalaciones petroleras en ese país; éste es el tercer ataque de este tipo en cinco meses.

Y es que, aunque Arabia Saudí ha adoptado medidas para proteger al país y su infraestructura petrolera, analistas habían advertido que persistía la vulnerabilidad de Abqaiq. Rapidan Energy Group, un grupo asesor con sede en Washington, advirtió en mayo que “un ataque exitoso podría interrumpir durante meses la mayor parte de la producción saudí y la extracción disponible”.

Pese a estos hechos, las exportaciones de crudo no se han interrumpido. Arabia Saudí dispone de una amplia red de almacenamiento, tanto dentro como fuera del país (con depósitos en Holanda, Japón y Egipto), que le permiten abastecer a sus clientes con normalidad durante semanas.

 

Pero este ataque, como ocurrió con los atentados del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, sin duda establecerán nuevas medidas de seguridad y de control; una seguridad que, con las nuevas tecnologías, será cada vez más difícil de controlar.