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#CambiaelNúmero

A finales de enero se filtró la información personal de más de 300 periodistas mexicanos, quienes habían asistido a la conferencia matutina del Presidente López Obrador.

La información apareció en una página de Internet que después fue borrada. Pero el daño ya estaba hecho: se dieron a conocer copias de la credencial de elector, en muchos casos con el domicilio de las personas, fechas de nacimiento, foto de la persona, e incluso, la CURP. La información robada también incluye correos electrónicos y comprobantes de domicilio. Con esos datos cualquier persona, además, puede ser víctima de un robo de identidad y ser víctima de un fraude.

Pero también vulnera la seguridad de los periodistas. México es el segundo más peligroso del mundo para ejercer la profesión, sólo debajo de Palestina. Son 43 periodistas asesinados en estos últimos 6 años, y también hay desaparecidos del gremio.

La Presidencia de la República no se hizo responsable de esta filtración, cuando estos datos habían sido recabados por la oficina de Comunicación Social y de la Vocería de la Presidencia de México. El no resguardar de forma correcta esa información es ilegal.

Lo que se supo después, por lo menos eso es lo que trascendió, es que con la política de austeridad no se compraron las licencias para poder tener un sistema de cómputo seguro y éste fue hackeado.

A los pocos días, también en la conferencia matutina, el Presidente López Obrador mostró una carta que había enviado Natalie Kitroeff, corresponsal del New York Times en México. En ese documento privado, se le informaba al Presidente que se estaba trabajando en un reportaje de investigación en donde se decía que, para la campaña presidencial de Morena, se habían recibido recursos del Cártel de Sinaloa y se involucraba al Presidente y a sus hijos mayores, y le solicitaba su postura ante esa investigación antes de que se publicara el reportaje.

Como respuesta, en la conferencia matutina, López Obrador expuso el documento con el teléfono de la comunicadora.

Y al ser cuestionado que por qué se había dado esta información, López Obrador aseguró que no se había compartido el teléfono por error, sino que había sido con toda la conciencia porque la reportera lo estaba calumniando.

“La periodista del New York Times me calumnió a mí y a mi familia con el narcotráfico, sin pruebas”, acusó el primer mandatario. “¿Quién me va a reparar el daño a mí o a mis hijos, por ser investigados de recibir dinero del narco?”, se defendió tras ser cuestionado por su acto.

Pero, además, al ser cuestionado de estar violando la ley al compartir el teléfono de la corresponsal, dijo muy seguro que por encima de una ley está su autoridad moral, que si le generaba problemas a la periodista, que ésta cambiara su teléfono.

Ya con este preámbulo y viendo lo vulnerables que somos los ciudadanos en México, Opinión 51, un grupo de más de 100 mujeres periodistas, muchas con posiciones encontradas —y eso es lo que nutre y enriquece este grupo—, realizó la campaña #CambiaelNúmero.

Las periodistas, en la lista me incluyó, salimos con un mensaje sobre la preocupación de la filtración de datos personales y la agresión al gremio. Dimos un número de teléfono. Al marcar, una grabación contesta este mensaje:

“En los últimos 6 años, 43 periodistas han sido asesinados en México, a diferencia de este teléfono, hay números que no se pueden cambiar. Ayúdanos a decir la verdad. Cambia el Número”.

La idea de este ejercicio de comunicación es crear conciencia de la gravedad de filtrar datos personales y, como se dijo en el caso de la periodista del New York Times, “Que  cambie su número”, no es tan fácil. Pero, además, estamos en una coyuntura en México en donde ser periodista es muy difícil, hay muchas presiones.

Y es que solamente cada asesinato es una estadística. Imagínese usted a 43 familias destrozadas, a padres que han perdido a sus hijos, y a hijos que se han quedado huérfanos por la profesión de sus padres.

Hay que solidarizarnos con nuestros compañeros, y esta campaña ha sido para eso, para crear conciencia.

Les voy a contar mi experiencia personal y es muy similar a lo que vivieron muchas de mis compañeras al exponer sus videos.

Publicamos los videos, el mío en Twitter lleva más de 30 mil vistas. Los primeros mensajes que recibí fueron muy solidarios y al poco tiempo me llegaron más de 200 recados, todos muy parecidos, con los mismos insultos. Llama la atención, porque normalmente no tengo esos números de respuesta, y muchos menos, todos negativos.

Parece que a alguien no le gustó que se visibilice la problemática de la violencia en contra de periodistas. Esta respuesta fue una campaña para tratar de contrarrestar un reclamo legítimo y real que tenemos no sólo como periodistas, sino como ciudadanas.

Como periodista, no estamos atacando a nadie. Lo que se busca es tener un país más pacífico donde se pueda trabajar, en donde se respete la libertad de expresión y en donde no se nos exponga.

La organización Artículo 19 asegura que la filtración de datos pone en riesgo la vida y la integridad de los periodistas. Y de eso se trata esta campaña #CambiaelNúmero, que se cuiden los datos personales de todas las personas.

También estoy en total desacuerdo con la guerra polarizada que se dio hace unos días, cuando se filtraron teléfonos y datos personales de funcionarios públicos; candidatos; del hijo del Presidente, José Ramón López Beltrán; del vocero Jesús Ramírez, entre muchos otros. Ellos también han sido víctimas de la exposición de datos.

El publicar mi supuesto número ha sido una campaña que no es política. Lo que se busca es que nadie tenga que cambiar su número.