Cuando el fentanilo nos alcanzó
Angela Kennecke, periodista estadounidense, dio la peor noticia de su vida. En su noticiero nocturno de la Cadena CBS, que se transmite en Dakota del Sur, informó que Emily, su hija de 21 años, había muerto por sobredosis de fentanilo, un opioide más fuerte que la heroína.
“La epidemia de opiáceos ha llegado a casa de una manera trágica y devastadora para mí”, comentó la presentadora, con lágrimas en los ojos.
La crisis por fentanilo en Estados Unidos es gravísima. Son más los muertos por el consumo de esta droga en aquel país, que todos los asesinatos que tenemos en México a causa del crimen organizado.
En la Unión Americana, en 2016 costó 60 mil vidas y fue la principal causa de mortalidad en menores de 50 años, poniéndola por encima de otros padecimientos, como el cáncer, las defunciones por armas o los accidentes de coche. Este mal ya cobró más vidas que la guerra de Vietnam.
Más gente muere por heroína y sus derivados al año, que aquellos que fallecieron de SIDA en el momento más crítico de la enfermedad.
Y más de la mitad de esas adicciones es a drogas legales controladas que se venden en las farmacias y que contienen opiáceos. Cualquier persona está expuesta a caer en las redes de la adicción, pues puede iniciar debido a un dolor de espalda, una migraña o ansiedad.
Según un estudio de Jama Psychiatry, 75 por ciento de los heroinómanos empezó con estos analgésicos. Pero muchas veces, siendo estos medicamentos costosos, la gente recurre al mercado negro de la heroína.
El fentanilo es un opiáceo sintético que tiene 50 veces más potencia que la heroína, y ahora el carfentanil es 50 veces más fuerte que el fentanilo.
Y es que el fentanilo, que es una droga que había dejado de estar de moda, de nuevo tomó auge en Estados Unidos. Se están muriendo por año 50 mil estadounidenses, casi todos por fentanilo y heroína. ¡50 mil son los que murieron en la guerra de Vietnam! Y la cifra va en aumento.
De acuerdo con el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), más de 64 mil personas murieron en 2016 a causa de sobredosis por drogas; de las cuales, cerca de 42 mil fueron por opiáceos.
Un año después, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos reportaron que en 2017 murieron 72 mil 287 personas por sobredosis de drogas; 49 mil 60 correspondieron a opiáceos en general, mientras que los casos de sobredosis por opiáceos sintéticos, como el fentanilo, alcanzaron la cifra de 29 mil 418 muertes.
De acuerdo con la DEA, los opiáceos sintéticos, como el fentanilo, el carfentanyl y el acetyl, son los que más se consumen en la costa Este de Estados Unidos.
Y es que el problema no es solamente los adictos a los opiáceos sintéticos; la mitad del total de las defunciones han sido por sobredosis de opioides bajo prescripción médica. Esta crisis de opioides está provocando que incluso baje la expectativa de vida.
Por lo pronto, el presidente Donald Trump pidió al Senado aprobar un proyecto de ley para frenar el flujo de opioides sintéticos a su país.
A través de su cuenta de Twitter, Trump calificó de escandaloso que el fentanilo esté fluyendo al Sistema Postal de Estados Unidos desde China.
La propuesta legislativa propone que el Servicio Postal obtenga datos de envíos de correo internacional para identificar paquetes sospechosos.
Reportes indican que el fentanilo también llegaba a México desde China por vía postal. Un kilo de fentanilo comprado en China costaba entre 4 mil y 5 mil dólares, y una vez “cortado” se producían de 16 a 24 kilos, que podían venderse en 80 mil dólares. Cuando llega a las calles alcanza un precio de 1.6 millones de dólares.
De acuerdo con la DEA, los ingredientes para procesar el fentanilo son enviados desde China a los puertos de Mazatlán, Guaymas y Puerto Vallarta, principalmente.
Según el fiscal de Estados Unidos, Jeff Sessions, los cárteles mexicanos tienen desde 2014 produciendo en sus laboratorios el fentanilo, también conocido como China White.
Hasta el momento, ningún capo mexicano extraditado a Estados Unidos ha sido juzgado por tráfico o posesión de fentanilo, ni siquiera Joaquín El Chapo Guzmán; no obstante, se sabe que el CJNG se disputa el mercado de esta droga con el Cártel de Sinaloa.
Hace unos meses, cuando el doctor Manuel Mondragón y Kalb estaba al frente de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), me comentaba que la crisis de los opioides en Estados Unidos podría contaminar a nuestro país y que ése es un gran desafío para los siguientes años.
El doctor Mondragón me explicaba que estaban surgiendo nuevos puntos de consumo de heroína en nuestro país. Según los resultados arrojados por la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017, en cuatro estados no se consume heroína, mientras que en el resto hay casos aislados.
“En la encuesta encontramos dispersos, no abundantes lugares, pero sí dispersos en toda la república. Tenemos una preocupación en algunos lugares de la frontera, específicamente para ver lo de la heroína, y eso lo estamos trabajando en el Conadic”, señaló.
El consumo de heroína es un problema que se nos puede salir de las manos; hoy se necesita mucha prevención para poderlo evitar. Ojalá que México no alcance el número de adictos que hoy tiene Estados Unidos. Es un tema al que, sin duda, se le tiene que dar prioridad.
Amenaza creciente
El fentanilo es un narcótico que se puede usar como anestésico y analgésico. Algunos enfermos de cáncer y con dolor crónico pueden utilizar este opiáceo para tratar los dolores asociados a la enfermedad. Como medicamento tiene un efecto similar a la morfina, y debe ser consumido siempre bajo prescripción médica.
A diferencia del farmaco, la droga elaborada en laboratorios clandestinos se mezcla con heroína y resulta extremadamente peligrosa, siendo la causante de más muertes y sobredosis accidentales. Una de sus características es que su efecto es potente e inmediato, por lo que resulta excesivamente adictivo.
Este opiáceo acabó con la vida del cantante Prince en abril de 2016, pero no es el único: A esta droga se le achaca la muerte también de Tom Petty o el rapero Lil Peep. En julio pasado, la intérprete Demi Lovato sufrió una sobredosis que hizo temer por su vida, y que la orilló a una pausa forzada en su carrera, tras recaer en las adicciones.
En Estados Unidos, el consumo de esta droga y las muertes asociadas a éste, ya son considerados como una epidemia. Incluso el presidente Donald Trump habría sugerido en agosto pasado al fiscal general, Jeff Sessions, que los traficantes de fentanilo deberían ser condenados y sentenciados a muerte.
No es la primera vez que Trump ha contemplado la idea de sentenciar a muerte a los traficantes de drogas. En marzo pasado se informó que la propuesta sería incluida en el plan previsto de la Casa Blanca en respuesta a la crisis de opiáceos.