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Daniela perdida en la red

 24-03-14 Daniela Alvarado tiene 14 años.

Su madre todos los días revisaba su cuenta de Facebook. No encontraba nada extraño, pero empezó a sentir un cambio en la actitud de su hija y fue cuando descubrió que en realidad tenía otra cuenta en la red social, a la que subía fotos en las que lucía muy maquillada y con ropa escotada y además empleaba un lenguaje obsceno.

Por eso la regañó, pero al día siguiente la menor escapó de casa.

Su madre suponía que hacía bien al estar al pendiente del comportamiento de sus hijos en las redes sociales, sin saber que hay adolescentes que tienen dos o tres cuentas, sin conocimiento de sus padres, a través de las cuales pueden contactarse con extraños. Y que es en ellas donde corren el riesgo de ser enganchados por personas u organizaciones criminales, que pueden someterlos a explotación sexual o laboral.

En esta sociedad, donde la autoestima muchas veces se basa en la popularidad en las redes sociales, en la cantidad de followers y el número de likes que se da a la fotos o en la cantidad de amigos y contactos de Facebook, el riesgo se torna mucho mayor.

Las investigaciones sobre el caso permitieron saber que Daniela, en un principio, fue enganchada a través de “buenos tratos” que recibía de parte de hombres que le decían que ellos sí la comprendían y que si se salía de su casa tendría un trabajo y una vida exitosa sin que sus padres la molestaran. Un discurso que suele funcionar con los adolescentes.

Sin embargo, después fue amenazada por otros contactos. Le decían que, si dejaba de ser su novia en la red, sabría lo que hace una pistola, y le enviaban fotos de tipos con armas largas.

Daniela, quien tenía una buena relación con su padres, es una niña preciosa. Cuando viste la ropa con la que va a la escuela incluso se ve más pequeña, como de unos 12 años. Pero en su cuenta alterna se transformaba.

La investigación después descubrió que no tenía una cuenta alterna, sino dos, con casi dos mil seguidores cada una. También que le gustaba el reguetón y en fotos que subió a sus perfiles aparece haciendo señas con las que se comunican los jóvenes que gustan de ese estilo musical.

En Facebook Daniela también hablaba de asistir a bares como El Caos, en el Estado de México.

Según clientes de ese tipo de lugares, jóvenes le dicen a sus padres que están en una tardeada, y así es. Sin embargo, hay casos en los que las niñas llegan vestidas con jeans, playeras y tenis, como salieron de sus casas, y antes de entrar se ponen minifaldas, tops tipo brassiere y tacón de aguja.

En la pista hacen el baile del perreo, que implica movimientos que simulan una relación sexual… Incluso se habla de que circulan drogas.

Jóvenes que se introducen en dinámicas como la de Daniela amplían el riesgo de caer en manos de redes criminales. Éstas saben hacer su trabajo y están conscientes de que los menores que salieron voluntariamente de su casa no empezarán a ser buscados hasta horas o días después.

En el DF si el desaparecido es menor de 14 años se puede presentar una denuncia de inmediato. En otras entidades, como el Estado de México, la carpeta de investigación se inicia a las 72 horas posteriores a la desaparición. Se pierde un tiempo crítico para poder rescatar a una víctima.

Datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones señalan que cuatro de cada 10 menores de edad que navegan en internet llegan a ser contactados por pederastas. Además, México ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial en pornografía infantil. Éstos son los mayores riesgos a los que están expuestos los adolescentes.

Hoy la madre de Daniela lo único que quiere es que regrese a su casa, y la espera con los brazos abiertos. Nadie sabe si algún día volverá.

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