De Bejarano a Layda: historias de corrupción
Era la mañana del 3 de marzo de 2004. Ese día en el noticiero de Brozo, en Televisa, estaba invitado René Bejarano, entonces líder de la fracción del PRD en la legislatura capitalina y uno de los principales operadores del Jefe de Gobierno, López Obrador. Bejarano pensó que iba a hablar de temas legislativos, en realidad a lo que asistió fue a una exhibición de videos en los que recibía millones de pesos en las oficinas del empresario Carlos Ahumada, que lo había grabado ante las extorsiones que recibía de Bejarano y otros funcionarios locales.
Nuevos videoescándalos
Así, estallaron los llamados videoescándalos, que el lopezobradorismo sigue considerando una pieza de chantaje, cuando en realidad fueron una descarada exhibición de corrupción, videos que modificaron el panorama electoral y la actuación de todos los actores, ante el todavía lejano proceso electoral del 2006.
El PRD, en aquellos días, fue algo más que indulgente con los políticos y funcionarios que aparecían en esos videos. López Obrador inventó aquello de que “todo era un complot”, no asumió responsabilidad alguna ni en el caso Bejarano, ni antes, con su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce Meléndez, captado jugando millones en Las Vegas. Como “todo era un complot”, los políticos y funcionarios corruptos fueron exonerados de facto por el entonces Jefe de Gobierno. En algunos casos, cobraban por pagar una factura, como Ponce, y en otros, decían que ese dinero era para financiar la campaña del propio López Obrador, como Bejarano, aunque algunos fueron aún más cínicos en sus razones.
Lo cierto es que mientras Ahumada fue perseguido y pasó más de mil días preso en condiciones muy estrictas, Bejarano fue “expulsado” del PRD, pasó unos pocos meses en una suerte de spa en el Reclusorio Oriente, y regresó sin mayores problemas a la actividad política y luego a Morena. Ni él ni su esposa, Dolores Padierna, explicaron jamás qué hicieron con el dinero que recibieron de Ahumada, y no pasó absolutamente nada.
Otros, por causas mucho menos espectaculares que los videoescándalos, han tenido que dejar la política, pero Bejarano ahí sigue: en los hechos es un factor de poder dentro de ese partido (entre otras razones, por la cantidad de recursos de los que goza su movimiento), aunque haya perdido, con su esposa Dolores Padierna, la alcaldía Cuauhtémoc, en 2021, y con ella, la capital del país, que tenía entre sus encargos operar.
Esta semana vimos otros videos muy parecidos a aquellos de Bejarano. En ellos, tres personajes muy cercanos a la gobernadora Layda Sansores, están recibiendo dinero en las oficinas de la secretaría de Gobierno del estado de Campeche. Era 2021 y estábamos en plena campaña electoral en ese estado. El gobernador era el priista Carlos Aysa González que, ahora lo sabemos, no apoyó a su partido, pero financió la campaña de la candidata de Morena, Sansores, a través de ésos y otros personajes. Después de las elecciones, el gobernador fue recompensado con la embajada en República Dominicana.
En esos videos aparecen Raúl Pozos, actual secretario de Educación del estado; Armando Toledo Jamit, jefe de la Oficina de la Gobernadora, y la senadora Rocío Abreu. Sansores, en lugar de correr a sus funcionarios por actos de corrupción, dijo que se trata de “montajes”, y alegó que fueron filmados en 2018 (aunque la metadata de los videos confirman que fueron de 2021, en la campaña electoral). Pozos y Abreu, en medio de dudas y trastabilleos que recuerdan aquellos de Bejarano con Brozo, dijeron que ese dinero era para apoyos sociales o para pagar facturas. Toledo ni siquiera ha tomado una llamada. La dirigencia de Morena dijo que “no sería tapadera de nadie”, pero la defensa hecha por la gobernadora ya se ha convertido en una.
El hecho también confirma que, como había aparecido en los chats de la gobernadora, que dio a conocer Proceso hace unas semanas, en su campaña Sansores tenía infiltrado al equipo del PRI y al controvertido exgobernador y dirigente priista, Alejandro Moreno, Alito. Uno de los sobrinos de Sansores, ahora funcionario estatal, y su esposa, trabajaban con Alito, pero en realidad no sólo informaban, sino que hasta manejaban dinero del priista para utilizarlo en la campaña de Sansores. En esos chats, que la gobernadora también ha calificado de falsos, se habla de todo, incluyendo de actos de corrupción con periodistas e incluso del proceso interno de Morena para la selección de candidato presidencial.
Con Bejarano se cubrieron las apariencias, se le dio de baja en el PRD, pero tiempo después y, hasta el día de hoy, reapareció en Morena. Ninguno de los otros personajes que aparecían recibiendo dinero fue sancionado, salvo Gustavo Ponce Meléndez, el secretario de Finanzas que fue videograbado apostando millones en Las Vegas.
Todo indica que, como en muchos otros casos de la actual administración o del entorno del Gobierno, no habrá castigo alguno para los funcionarios de Campeche. Benito Juárez decía que “a los amigos había que darles justicia y gracia, a los enemigos, la justicia a secas”. Parecemos haber tomado lo peor del juarismo.