El pecado de Juan Pablo II
Hace unos días me encontraba en Roma. Ya todo estaba listo para las canonizaciones de Juan XXIII, cuyo pontificado duró de 1958 a 1963, y de Juan Pablo II, quien estuvo al frente del Vaticano 26 años y medio. Se sentía la felicidad de la gente de poder estar presente en el magno evento. En todas las esquinas se vendían recuerdos de los ahora santos. Sobre todo de Karol Wojtyla, quien fue canonizado muy pronto después de su muerte.
Juan XVIII será recordado por ser un hombre adelantado en su tiempo, moderno, inteligente y quien convocó al modernizador Concilio Vaticano II. Juan Pablo II, por los 104 viajes que realizó fuera de la santa sede y la manera que tuvo de unificar a la Iglesia Católica.
Ayer, más de un millón de personas inundó las calles de Roma y unos 800 mil la Plaza de San Pedro, para participar en la ceremonia en la cual el Papa Francisco elevó a dos de sus predecesores a lo que la Iglesia denomina “la gloria de los altares”.
Éstos son los dos milagros probados, dice la santa sede, que realizó Juan Pablo II: hace cuatro años una mujer costarricense, a la que los médicos daban un mes de vida, se salvó de un aneurisma en el lado izquierdo del cerebro. Dice que un día amaneció sin dolor de cabeza, y por un milagro se curó de esta letal enfermedad. Lo mismo le sucedió a una monja francesa, quien padecía Parkinson, y también, dice, se curó por su fe en el también llamado Papa viajero.
Sin embargo, siempre ha quedado como su sombra el vergonzoso tema de Marcial Maciel Degollado.
Dos días antes de la canonización, el ex vocero de Wojtyla, Joaquín Navarro Valls, apareció en la sala de prensa del Vaticano para tener un encuentro con periodistas y recordar a su antiguo jefe. Ahí aprovechó para hablar del tema de Marcial Maciel y decir que a finales del pontificado de Juan Pablo II éste sabía de las investigaciones en contra de Maciel, pero que el proceso no había concluido a su muerte.
Mi amigo y especialista en asuntos religiosos Fred Álvarez conoce muy bien el tema y ha escrito sobre él. Dice que, sin duda, Juan Pablo II conocía del caso y le había encomendado el asunto al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, quien a su vez se lo asignó a una persona de toda su confianza, el sacerdote maltés Charles Scicluna.
Lo más grave de todo esto es que, ya con las acusaciones en marcha, Juan Pablo II le realizó un homenaje a Maciel: una misa de acción de gracias a la que asistieron unas cuatro mil personas, en la Basílica de San Paolo Fuori le Mura. Durante los festejos el fundador de los Legionarios de Cristo agradeció el apoyo que le había brindado el Papa, durante su pontificado.
Lo cierto es que Joseph Ratzinger no acudió a ninguno de los festejos del padre Maciel, que a muchos sorprendió.
Dos días después de estos homenajes reabrió el caso y un mes después, en enero del 2005, ya muy enfermo Juan Pablo II, Marcial Maciel dejaba de dirigir a los Legionarios de Cristo con 64 años de edad. Un cargo que debería haber sido vitalicio.
Fue hasta después de que el Papa Juan Pablo falleciera que Maciel Degollado fue “invitado” a “retirarse a una vida de oración y penitencia”, sin llevarlo a un proceso canónico, debido a su avanzada edad.
Esto se dio por la presión de por lo menos 30 denunciantes. Y aunque esta decisión dio cierta credibilidad a las acusaciones de pederastia en su contra, también cerró a los demandantes cualquier posibilidad de llevarlo a juicio y probar sus dichos ante los tribunales del Vaticano.
Juan Pablo II ya es santo porque se probaron, según la santa sede, los milagros que realizó. Lo que nunca se va a poder castigar son los abusos que cometió Marcial Maciel bajo su mandato al frente del Vaticano.
bibibelsasso@hotmail.com
Twitter: @bibianabelsasso