El vandalismo no apoya causas justas
Siempre el arte ha sido parte de las disputas políticas y, aunque algunas corrientes estén bañadas de buenas intenciones, éstas se lastiman cuando se destruyen las expresiones artísticas.
No es nuevo, durante muchísimo tiempo se quemaron libros, pinturas y se prohibieron obras de arte. Podemos irnos, por ejemplo, a la Inquisición española que quemó no sólo arte, sino hasta gente, algunos artistas. Recordemos en la misma Inquisición cómo Galileo Galilei fue amenazado o Copérnico, quien también fue reprimido.
Podemos irnos después hasta el movimiento nazi, cómo también destruyeron todo tipo de obras. Están las imágenes de los nazis quemando libros o pinturas, las que no se robaron porque muchas decían detestarlas y después las robaron.
Vemos en tiempos más recientes al islamismo radical destruyendo monumentos de todo tipo y prohibiendo muchas expresiones. ¿Por qué comparar acciones bien intencionadas con estos seres tan negativos en la historia?
Lo que han hecho un grupo de jóvenes en días pasados arrojando pintura, aunque por causas justas, se están comportando de la misma manera. El domingo pasado, el arte, de nuevo, fue blanco de los activistas anti-cambio climático que buscan a través del vandalismo ser escuchados.
En la mira estaba Les Meules (Los Almiares) de Monet (1889-1891), una obra que está en el Museo Barberini de Potsdam, al sur de Berlín, Alemania.Los activistas le lanzaron puré de papa y después pegaron sus manos al muro y suelo donde está la pintura, en total participaron cuatro personas, incluidas las dos que lanzaron la masa viscosa.
El grupo responsable denominado Letzte Generation publicó en Twitter un video del ataque y exigió a la clase política tomar medidas efectivas para limitar el cambio climático. El museo dijo que, gracias a que la pintura estaba cubierta por un cristal, el puré de papa no le causó ningún daño. Se prevé que la obra vuelva a exhibirse el miércoles.
Los manifestantes dijeron que el ataque fue diseñado como una llamada de atención ante una catástrofe climática, porque “la gente se muere de hambre, se congela, se muere”.
El año pasado, miembros de Letzte Generation realizaron una huelga de hambre frente al edificio del Reichstag, en Berlín, para protestar por la falta de acción política ante la emergencia climática, y a principios de este año se pegaron a algunas de las autopistas más transitadas de Alemania.
Otro caso reciente sucedió el 14 de octubre, Anna Holland, de 20 años, y Phoebe Plummer, de 21, pertenecientes al grupo civil Just Stop Oil, entraron en la National Gallery y arrojaron dos latas de sopa sobre el cuadro Los Girasoles de Vincent van Gogh.
Destruyen obras para alzar la voz
El lienzo, pintado en 1888 por el maestro impresionista holandés y valorado en 84.2 millones de dólares, no sufrió daños porque estaba protegido con un vidrio; sin embargo, el marco sí tuvo afectaciones.
Las jóvenes se declararon inocentes ante las acusaciones de daños criminales, por lo que un juez las dejó libres bajo fianza a la espera de su juicio el 13 de diciembre, en Londres.
Y otros integrantes de Just Stop Oil también se manifestaron este lunes 24 de octubre, cuando lanzaron pasteles de chocolate en la cara de la figura de cera del rey Carlos III en el Madame Tussauds de Londres.
Con estas acciones, el grupo indicó que buscaba exigir al gobierno británico detener todos los nuevos proyectos de explotación de hidrocarburos en el país. Para estas personas es impensable que la humanidad proteja más una obra de arte y no a otro ser humano, que no tiene los recursos para lidiar, con lo que el mismo hombre provoca al destruir el planeta.
El tratar de alzar la voz para proteger al planeta, es muy válido, es una causa con la que estoy comprometida, pero este tipo de acciones desvirtúan el fondo real de lo que se busca. Se podrá decir que son jóvenes que en última instancia son bien intencionados, aunque la forma de expresarse, salvo hacerse virales no reditúa a su causa.
Yo no puedo estar más de acuerdo con las causas feministas, y que se exija justicia para las más de 10 mujeres asesinadas en nuestro país y las decenas que sufren acoso todos los días. Lo que estamos viviendo en México de violencia hacia las mujeres es un horror.
Pero lastimar un mural de Siqueiros tras la manifestación en Rectoría de la Universidad Nacional Autonóma de México, el pasado lunes, no me parece la forma para exigir una causa justa.
Hay que alzar la voz, por supuesto que sí, y claro que hay que manifestarse cada vez que una mujer es atacada.
Algunas alumnas del CCH Sur protestaron por el abuso sexual contra una de sus compañeras. Se hizo a través de actos vandálicos perpetrados la tarde de este lunes contra el mural de David Alfaro Siqueiros.
En un comunicado, la UNAM indicó que “siempre ha sido sensible y respetuosa ante la protesta pacífica de los y las universitarias, más aún cuando se realiza por motivos tan sensibles como la violencia de género y en demanda de mayor seguridad.
Atacando obras de arte no va a hacer que los distintos gobiernos no contaminen el planeta, o que haya más seguridad y justicia para las mujeres.
Pero para hablar del cambio climático no es necesario destruir obras de arte, en 2019, el Museo del Prado y la ONG World Wildlife Fund (WWF) se sumaron a la exigencia de contrarrestar los efectos del cambio climático, fue a través de obras pictóricas de los grandes maestros: Velázquez, Goya, Sorolla y Patinir, que representaron los efectos de no actuar a tiempo para frenar la crisis climática. En concreto, advertir sobre qué pasaría si la temperatura del planeta subiera 1.5ºC.
Los cuadros fueron replicados y modificados para mostrar la desaparición entera de peces, el incremento de sequías y más de mil millones de refugiados, el Museo del Prado demostró que pueden ser una ventana para la denuncia de causas.
Cuando se tiene una causa justa, no se debe exigir justicia destruyendo lo que es patrimonio de la humanidad, pero sí encontrar otras formas para alzar la voz.