En Morelos la muerte tiene permiso
El viernes 17 de mayo, durante un sepelio, unos delincuentes dieron un “cristalazo” y robaron las pertenencias que se encontraban al interior de un automóvil estacionado en el Panteón La Paz, en Cuernavaca. El automóvil pertenecía a la familia de Humberto Adame Castillo, hermano de Marco Antonio, exgobernador de Morelos.
Lo del robo del automóvil era lo de menos, pero constituía el epílogo de una verdadera historia de terror, como muchas de las que vivimos en México cotidianamente. Humberto había sido secuestrado cuando salía de su casa la semana anterior. Era un hombre discreto y trabajador quien se dedicaba a la ganadería. Los secuestradores exigieron por su rescate una cantidad ridícula: cincuenta mil pesos, que fueron pagados inmediatamente. Pero Humberto nunca regresó con los suyos. Fue encontrado días después en una fosa clandestina cuando sus plagiarios fueron detenidos. Lo habían matado poco después de privarlo de la libertad. Nadie sabe, al día de hoy, si fue realmente un secuestro o si éste disfrazó un vil asesinato.
Humberto era el hermano menor del exgobernador de Morelos Marco Antonio Adame, y había sido plagiado el 3 de mayo pasado en Yautepec y fue hallado muerto en una fosa clandestina en Xochitepec.
Su caso, terrible, se pierde en la estadística de uno de los estados que sufren no sólo uno de los mayores índices de inseguridad y violencia, sino también un auténtico vacío de poder.
Pocos días después de que Humberto fuera secuestrado, el 8 de mayo, un sicario, un joven cantante de rap de 21 años, apodado Max, mató al líder de comerciantes de Cuernavaca Jesús García y a otro dirigente cetemista, dejando algunos heridos, entre ellos un reportero. Fue en el Zócalo de la ciudad, frente a la Casa de Gobierno, poco después de las 10 de la mañana y delante de las cámaras de televisión. A unos metros se realizaba una conferencia de prensa con el titular de la Secretaría de Desarrollo Social local, Gilberto Alcalá Pineda. Si un crimen de esas características puede ocurrir frente al Palacio de Gobierno en pleno día, frente a reporteros y cámaras, imaginemos el grado de impunidad que se vive en el resto del estado.
El líder asesinado, Jesús García, era el padre de un joven asesinado en abril de 2017: el empresario Juan Manuel García Bejarano, organizador de la Feria de Cuernavaca 2017, acribillado cuando participaba en una cabalgata para promocionar el inicio de ese evento. Durante el gobierno de Cuauhtémoc Blanco en esa ciudad, la Feria fue parte de una disputa política, económica y de grupos criminales. Cuauhtémoc le había entregado la organización de la Feria de manera directa a García Bejarano; la mayoría de los empresarios locales se disgustaron con esa decisión, pero también algunos grupos criminales. García Bejarano terminó asesinado.
El viernes 17, en pleno centro comercial Diana, ubicado en Cuernavaca, el dueño del Bar Manhattan, Alejandro Esponda, fue atacado a tiros por sujetos armados. Pasadas las 10 de la noche en el estacionamiento del centro comercial más importante de la capital morelense, al menos dos hombres dispararon contra Esponda en seis ocasiones.
Todo mundo lo vio. Videos subidos en las redes sociales muestran cómo el dueño del bar permanece en el suelo, herido por los impactos de bala. Momentos más tarde fue trasladado a un hospital donde recibió atención médica de urgencia; sin embargo, la mañana del sábado murió.
Horas antes, en Xochitepec, un taller mecánico fue atacado por un comando que abrió fuego en contra de los trabajadores del establecimiento ubicado en la calle Copa de Oro, de la Segunda Sección de la Unidad Morelos, en ese municipio. Al llegar los policías al lugar encontraron una persona muerta y otra más herida, quien fue trasladada a un hospital en Temixco.
El incremento de los hechos violentos en Morelos va de la mano con la guerra declarada entre grupos criminales. Al menos dos cárteles y cinco grupos criminales se disputan el estado. Los dos principales son el cártel de Los Rojos, encabezados por Santiago Mazari Hernández, alias El Carrete o El Señor de los Caballos, y el Cártel Jalisco Nueva Generación, liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en los primeros tres meses de 2019 se cometieron 236 homicidios, 59 más que los registrados el año anterior. Las cifras también muestran que el secuestro aumentó 375 por ciento, al pasar de cuatro a 19 hechos denunciados (los casos reales, no denunciados, son muchos más); mientras que el robo en transporte público colectivo incrementó un 29 por ciento, y el robo de vehículo automotor un 12 por ciento.
Desde el pasado 1 de octubre, cuando Cuauhtémoc Blanco asumió la Gubernatura de Morelos, hasta el 31 de marzo, se registraron 423 homicidios dolosos.
La principal disputa en el estado es entre Los Rojos y el CJNG. Este último sería liderado por Raymundo Isidro Castro Salgado, El Ray, quien fue detenido la semana pasada en Puebla; así como por Irving Eduardo Solano Vera, El Gato, un expolicía ministerial. Mazari Hernández es originario de San Gabriel Las Palmas, municipio de Amacuzac, en el sur de Morelos. Los Rojos son muy poderosos en la entidad y en Guerrero, y están directamente ligados con la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa, e innumerables actos de violencia en ambas entidades. Uno de los hermanos de El Carrete fue incluso diputado local y presidente de la Comisión de Seguridad del Congreso local. Este fin de semana fue detenido en el sur del estado de Morelos Manuel “P”, alias Manolo, jefe de plaza de Los Rojos. Supuestamente era el responsable de coordinar el cobro de piso y las extorsiones a comerciantes y empresarios en esa zona, así como de cooptar a funcionarios municipales.
Aunque parezca mentira, mientras todo esto ocurre en su estado, Cuauhtémoc Blanco quiere ser candidato presidencial en 2024. Quien sabe si lo logre, por lo pronto ha logrado ser el gobernador de uno de los estados más violentos e inseguros del país.
En alerta permanente
Manuel “P”, Manolo (foto 1), presunto jefe de plaza de Los Rojos en Morelos fue detenido ayer. El 10 de mayo, en Puente de Ixtla, cuatro custodios de una prisión femenil fueron acribillados mientras esperaban el transporte de su trabajo.