Examen profesional
“Sólo aquellos que se atreven a tener grandes fracasos terminan consiguiendo grandes éxitos”.
Robert F. Kennedy
Para graduarse como maestro en Oaxaca se necesita aprender a hacer disturbios, a robar camiones y a secuestrar gente. Son “materias” indispensables de aprobar.
Entre más desmanes se realizan y más rudeza se aplica, los vándalos logran más puntos para obtener una plaza.
La semana pasada los estudiantes normalistas, afiliados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, y a su Sección 22, secuestraron 14 unidades del transporte público cerca del Centro de Educación Normal de Oaxaca y retuvieron vehículos repartidores de alimentos.
Cerraron todos los establecimientos de un centro comercial, realizaron pintas y estaban armados con tubos, bombas molotov y petardos. Encapuchados, agredieron a los que filmaban o fotografiaban los actos vandálicos. Y durante cinco horas mantuvieron secuestradas a más de 600 personas.
Hicieron vallas para impedir el acceso a la policía local que no hizo nada por desalojarlos y al caer la noche, ellos mismos, luego de saquear una tienda y robar celulares, se fueron en los camiones que tenían retenidos.
Todo con el argumento de que las autoridades de Oaxaca no han resuelto favorablemente la exigencia de plazas laborales automáticas: quieren que les regalen unas 740. No nos confundamos: no son maestros, son estudiantes de las once escuelas normales establecidas en el estado de Oaxaca.
Al día siguiente volvieron a robar camiones y los utilizaron para bloquear la entrada de la terminal de ADO. Impidieron durante horas la entrada y salida de autobuses y vandalizaron la terminal.
También tomaron las instalaciones de la gasolinera Fonapas del sistema DIF de Oaxaca para robarse el diesel, y así poder abastecer de combustible a las unidades que mantienen secuestradas… y para hacer bombas molotov.
Las patrullas de la policía local sólo observaban a distancia. Las autoridades decían que no había denuncias contra los vándalos, a pesar de que se cometían delitos en flagrancia.
Además, la policía decía tener tres mil 500 elementos y que los normalistas eran cuatro mil 500.
Al día siguiente bloquearon una carretera federal, rociaron llantas con combustible, comenzaron a incendiar vehículos, e intentaron tomar las oficinas del instituto de educación pública del estado.
Fue entonces cuando fueron dispersados por la policía y detenidos 165. Se les decomisaron 59 bombas molotov y 137 cohetones, informó el titular de Seguridad Pública del Estado, Alberto Esteva Salinas.
Pero no duraron mucho tiempo detenidos. Para el sábado habían llegado a un acuerdo el gobernador del Estado, Gabino Cué, y la dirigencia de la Sección 22 con Rubén Núñez al frente, quien aseguró que en el acuerdo también había participado el procurador del estado Joaquín Carillo, y se obtuvo la libertad de 86 estudiantes normalistas.
Pero aún con esas liberaciones, las provocaciones de los miembros de la Sección 22 crecen y se mantienen.
Tenemos una nueva Reforma Educativa, pero en tres estados han determinado no aplicarla y uno de ellos es Oaxaca. El estado con peor índice educativo del país, y con los maestros enfocados en luchar por su causa a costa de los niños.
Si sumamos la cantidad de días que acudieron a clases los estudiantes en Oaxaca en los últimos tres años, podemos decir que solamente cumplieron lo requerido para un año escolar, porque los maestros estuvieron en huelga, en marchas, en reuniones sindicales… O sea que los niños de Oaxaca tienen un año lectivo real de cada tres.
Con esta dinámica, por más reformas educativas que se hagan, por más dinero que se invierta, el nivel educativo cada día va a ser más bajo, y la oportunidad para que esos niños puedan salir de la pobreza en la que viven se volverá cada día más difícil.
Los únicos que ya aprendieron cómo salir beneficiados son los normalistas, que operan de una manera vandálica y amedrentadora contra las autoridades.
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