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Frontera sur, la historia interminable

Fue a principios de junio cuando el gobierno de Donald Trump aceptó suspender la imposición de aranceles a productos mexicanos, a cambio de que México implementara una estrategia para controlar las caravanas de miles de migrantes que llegaban a la frontera para solicitar asilo o ingresar ilegalmente a la Unión Americana.

 

El 7 de junio se firmó un acuerdo con Estados Unidos, en el que, en un plazo de 45 días, México se comprometió a contener el flujo migratorio.

Ante esta situación, el Gobierno mexicano cambió su estrategia migratoria, por lo que al discurso humanitario se sumó el despliegue de seis mil elementos de Guardia Nacional en la frontera sur, así como la contratación de más de 800 agentes para el Instituto Nacional de Migración (INM).

Además, México presentó un nuevo plan fronterizo, en el que a la par que endurecería las medidas de contención con elementos de la Guardia Nacional, militares y policías federales, también se pusieron en marcha otras medidas para la protección de los indocumentados, entre las que destacan la oferta de trabajo y asilo para los migrantes en México.

Estuvimos en la frontera sur en octubre pasado, cuando empezaron las caravanas migrantes de manera masiva.

En ese momento llegamos a la plaza central del municipio de Huixtla, Chiapas. Queríamos constatar qué había detrás de las caravanas migrantes, en las que en cada una peregrinaban más de cinco mil personas y diario se sumaban más participantes.

Era un descontrol absoluto. En el lapso de unas dos horas que estuvimos, tres niños habían desaparecido y una mujer embarazada se desvanecía.  Había organizadores para apoyar a los migrantes. La temperatura era altísima, 32 grados, pero por efecto de la inversión térmica, la sensación de calor es mucho mayor.

Había servicios de salud, a muchos de los niños los estaban vacunando, porque hoy sabemos que con la cantidad de migrantes que recibimos se provocó una crisis de salud.

Las medidas de higiene eran escasas. Los niños hacen pipí libremente en la plaza, que es el mismo lugar donde comen y duermen.

Quizá lo que más me sorprendió de ese recorrido es que con los migrantes tan necesitados, a quienes se les había prometido que llegarían a la tierra sagrada, que era Estados Unidos, con un discurso religioso, estaban los líderes que los llevaban. Muchos, incluso, con picos y cadenas para amedrentar a la gente a su paso.

Y es que ese movimiento no es espontáneo; se unen muchos intereses.

También estuvimos en la frontera con el río Suchiate. Desde el Puente, migrantes se aventaban al agua para nadar, pues no querían ser identificados por las autoridades migratorias.

La semana pasada regresamos a los mismos sitios en Chiapas; ahora con la nueva estrategia de rescate a migrantes, pero también de una manera mucho más controlada.

Los cruces del día a día

Del 3 de julio a la fecha, que fue cuando llegó la Guardia Nacional a resguardar nuestra frontera sur, se han rescatado mil 834 migrantes. Junto con la Guardia Nacional trabajan agentes del INM, que hacen “Volantas”, como les llaman a los recorridos de reconocimiento para inspeccionar hoteles, bares y transporte público para verificar quién entra y circula por territorio nacional.

No ha sido fácil. Tan sólo el río Suchiate, que colinda con Guatemala, tiene 26 kilómetros de largo y 10 pasos informales, en los que por 20 pesos cualquiera puede subir a las balsas para trasladarse y pasar cualquier mercancía.

A 10 meses de nuestra primera visita, las cosas se ven mucho más controladas: hay menos migrantes, pero también 10 elementos de la Guardia Nacional por turno en cada cruce informal.

Me dicen que uno de los problemas más graves de seguridad en la zona es que cotidianamente se intenta cruzar con bidones de gasolina para venderla en México; y que esa gente es muy violenta.

También en estos días se tuvo que controlar que varios migrantes que se encontraban en los albergues para que regresaran a sus países, intentaron escapar y se generó un conflicto. Y es que sumados a los migrantes de Centro y Sudamérica están llegando muchísimos africanos de manera ilegal.

Será el próximo 10 de septiembre, cinco días después de que haya vencido el plazo impuesto por Estados Unidos, cuando se realice la evaluación conjunta entre autoridades de ambos países.

Pudimos constatar que la situación en la frontera sur está mucho más controlada; una labor que ha sido titánica. Todavía hay mucho por hacer, pero la estrategia está dando resultados positivos.

Este pasado 8 de agosto, el gobierno de Estados Unidos informó que las detenciones de indocumentados en la frontera con México cayeron cerca de 45 por ciento tras dicho acuerdo.

Y esto es porque ha disminuido el número de migrantes que están llegando a México y muchos otros han sido devueltos a sus países de origen.

 

Es un tema muy difícil. Mucha gente que llega a nuestro país está en condiciones muy complicadas, pero también está la seguridad de los connacionales. Se debe tener un control de quién entra a México; y todo indica, con el despliegue de la Guardia Nacional, que se trabaja en ese camino.