“Hay una memoria colectiva que se mezcla con la memoria personal”
Después de escribir Nos Acompañan los Muertos y El cerebro de mi Hermano, el escritor Rafael Pérez Gay nos presenta Todo lo de cristal, su nueva publicación donde nos platica de su infancia y las 22 mudanzas que hizo de pequeño, pero también de la historia de la Ciudad de México a finales de los sesenta y principios de los setenta.
RPG: Mira, de parte de la familia de mi madre vienen los Abreu, de Campeche, mi abuelo era Herminio, yo me llamo Herminio Rafael por él. Mi abuelo Herminio Pérez Abreu fue presidente municipal de la Ciudad de México.
Para efectos prácticos, él era el que llevaba la operación de la ciudad en el año de 1921. La familia revolucionaria logró hacer fortunas interesantes, él era muy cercano a Álvaro Obregón, de joven salió de Campeche rumbo a Mérida y en Mérida conoció a Pino Suárez y Pino Suárez le dio el trabajo de hacer proselitismo para Carranza por todo Centroamérica, de ahí que más adelante lo nombren embajador plenipotenciario en toda la zona de Centroamérica, como representante de México.
Y logró hacer una fortuna, en la colonia Condesa, justo donde está el Parque España, el abuelo Herminio tenía varias casas, tenía varias casas que estaban muy cerca de una muy conocida y extraordinaria arquitectura que es la casa de Torres Landa y Calles, hoy es el Archivo de Plutarco Elías Calles y luego, si te cruzas hacia enfrente, esto lo hemos platicado, pero vale la pena repetirlo, está una placa de inauguración del Parque España que inaugura mi abuelo. Este Parque España se hace por los cien años de la Consumación de la Independencia, 1821, 1921.
BB: Una familia donde había mucha abundancia y se pierde la fortuna. Y en las páginas de Todo lo de cristal hablas de la cantidad de mudanzas que hicieron cuando eras a un niño.
RPG: En algunas ocasiones teníamos que abandonar estos departamentos de noche, en las sombras, para no tener que pagar los meses de renta que debíamos, en otras también había, había un espíritu un tanto gitano, de no quedarse, no ser sedentarios, sino tender al cambio, a la mudanza misma.
Yo acompañé a mi familia en veintidós mudanzas, mis hermanos mayores seguramente sumaron treinta y mi papá y mi mamá unas cuarenta.
BB: Y había que cuidar lo más delicado que era lo de cristal. Esa labor te tocaba a ti.
RPG: Claro, en la mudanza mi madre nos daba unas cajas de Fab Roma, que era en aquel entonces el Fab que se usaba para lavar la ropa o para los trastes de la cocina, y eran cajas de cartón, no había en esa casa ni baúles, ni velices, ni maletas, ni embalajes que hoy pueden utilizarse o que podríamos utilizar para mudarnos, no, había que meterlo en cajas, las hermanas eran…, mis tres hermanas mayores, hay otra hermana que me lleva seis años, que es Guadalupe, también era chavita, digamos, y mis hermanas eran muy diestras y ponían rápidamente la ropa en las cajas y al niño de la casa le decían: “Tú vas a envolver todo lo de cristal”…
BB: Y al niño lo dejaban con los periódicos…
RPG: Lo único que sobraba en esa casa eran periódicos, esos dos artefactos que tú y yo vamos a tener el resto de la vida, tú escribes desde hace mucho tiempo en periódico, yo también, ya no pude deshacerme de ellos, es curioso cómo la vida te va llevando con ciertas ironías y ciertos regresos. Entonces todo lo de cristal, pero yo me quedaba leyendo un poco las noticias, recuerdo, por ejemplo, un gol de Pelé cuando jugaba en el Santos…
BB: ¿Y no te regañaban?
RPG: Mi madre me decía: “Estás tardándote mucho”, pero yo estaba leyendo, yo digo que esos periódicos donde envolvíamos todo lo de cristal fue mi primera hemeroteca.
BB: Este libro y los libros que tú tienes me encantan porque hablan mucho de ti, se me hace que es una terapia puesta en estos libros, pero también te narran la historia de la ciudad, de finales de los sesenta, principios de los setenta.
¿Qué pérdidas sentiste tú con estas mudanzas?, porque cada vez que sales de un lugar vas dejando algo de ti.
RPG: Bueno, utilizaste la expresión que yo iba a decir, ‘vas dejando algo de ti’ en cada uno de esos lugares, es inevitable que fuera quedando en cada uno de esos departamentos algún sueño no cumplido, una ilusión de amigos en la zona que tenías que abandonar, si bien es cierto que casi siempre nos mudábamos en la colonia Condesa, también salimos hacia la Anzures, a otra zona que era la Anáhuac, llamada hoy ciudad Slim, que es una zona padrísima, pero entonces era una zona realmente popular, una zona fabril.
Vas dejando algo de ti en cada uno de esos lugares, pero agrego y añado también algo, fíjate que esas mudanzas, y yo traté de ponerlo en el libro, también había cierta celebración, había cierto aire festivo, el cambio, la novedad, esa novedad de llegar a amanecer en un nuevo departamento, empezar a hacerlo nuestro, disponer los muebles, disponer los cuadros…
BB: Debe haber sido un gran trabajo de tu mamá.
RPG: Sí, mi madre era el pegamento, digamos, de esta familia, no quiero decir unida, pero sí compacta…
BB: Ahora Rafa, te quiero preguntar algo, muchas veces, aunque los hermanos sean de la misma madre, el mismo padre, viven la misma historia de forma distinta. ¿Cómo vivieron ellos las mudanzas?
RPG: Sí. Como tú sabes, cada uno recuerda de un modo distinto, tú vas a salir de aquí y yo voy a salir de aquí y los dos vamos a tener recuerdos probablemente distintos…
BB: Cada quien tiene su historia, aunque sea la misma.
RPG: A mis hermanos sí les pegaba mucho más fuerte porque ellos vivieron tal y como estás apuntando con mucha precisión, porque ellos sí vivieron una familia desahogada, diferente, eran tres niños que iban a escuelas de paga, eran tres niños que tenían sus sueños infantiles resueltos cada día, tenían chofer, había coches y de pronto, fueron despojados de todo eso.
Los dos menores, Guadalupe y yo, menos, porque siempre había una línea de ‘hoy estamos aquí, mañana no nos vemos’, por eso digo que éramos los reyes de la mudanza.
BB: Me imagino que el abuelo te marcó mucho. En el libro hablas del entonces regente de la Ciudad de México, Uruchurtu, el Regente de Hierro.
RPG: El Regente de Hierro. Justamente en Todo lo de cristal hay una memoria personal, que es la que estamos tú y yo platicando ahora y una memoria colectiva y entonces, esa memoria colectiva que entra con los vientos de los periódicos se entremezcla con la memoria personal.
Mi madre me llevaba a caminar por el Parque España y me contaba la historia de cómo se había fundado, me llevó a ver la placa, que, por cierto, está todavía ahí, el Parque España se funda el 21 de septiembre de 1921, y mi madre me contaba de cómo era su infancia cuando ese parque no existía.
De todas estas historias me las iba contando mi madre, por un lado, y luego, el Centro aprendí a quererlo con mi padre, mi padre me llevaba a caminar por el Centro y me contaba historias, que resultaron después, con el tiempo, cuando yo leía, completamente ciertas, el derribo del Teatro Nacional que luego dio origen a Bellas Artes.
A veces, abro un libro y caen frases de escritores, pero caen objetos, pequeños objetos que te revelan cosas y así es cuando uno está escribiendo un libro, está lleno de casualidades, cayó un boleto de camión del año 1967 o 1968.
BB: Este libro lo escribiste de manera muy documentada.
RPG: Sí, exactamente es el camino que seguí. Yo recuerdo que era así, ahora necesito saber cuáles eran las carteleras cinematográficas, cómo era el deporte, qué cabarets y qué centros nocturnos eran los más importantes, para que la historia de la ciudad fluya entre 1964 y 1974, como bien has dicho, y se vaya construyendo mediante ese documento que yo obtuve en la hemeroteca.
BB: Rafa, en Todo lo de cristal hablas de que la vida es muy frágil.
RPG: Hace alusión precisamente a la fragilidad de la vida, a cómo las cosas se rompen, los sueños, los amores, perdemos a nuestros seres más queridos, en ese sentido, también es un libro melancólico, es un libro melancólico de alguien que abre como yo, empieza a abrir el invierno de su vida y empieza a recordar y, una vez que la memoria colectiva coincide con la memoria personal, empecé a escribir el libro de Todo lo de cristal que, en efecto, es la fragilidad, la fragilidad misma de la vida.
BB: ¿Y lo roto se puede reconstruir?, ¿este libro te ayudó a reconstruirlo?
RPG: Sí, es un viaje interior y tu intuición es correcta, es un viaje interior y es una forma de curar ciertos momentos, ciertos dolores, ciertas cosas por las que uno va pasando y es un libro en ese sentido también con cierto toque, cómo decirlo, de análisis. El análisis no es otra cosa que un viaje interior.